La belleza es falsa y la verdad es fea
Nietzsche renuncia a toda interpretación y justificación moral en favor de una autoproducción estética de la vida más allá del sentido y el sinsentido. Según él, el arte es la única ilusión que se puede suscitar para dar forma a la vida.
Crear – ésa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida. Mas para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformaciones.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, Así habló Zaratustra
Ahora bien, el arte es falso porque produce simples apariencias de sus objetos, pero si bien el arte proporciona ficciones engañosas, estas son saludables porque nos ayudan a afirmar la vida. Sin el arte, reconocer la falsedad y la mentira como condiciones de vida sería «completamente intolerable».
Por este mismo motivo es por lo que el núcleo más íntimo de la naturaleza siente ese placer indescriptible por el artista ingenuo y por la obra de arte ingenua, la cual es asimismo sólo «apariencia de la apariencia».
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, El nacimiento de la tragedia
El arte no quiere engañar, de hecho, es verdad, precisamente porque «trata la apariencia como apariencia». De igual manera, sólo podremos mirar el mundo sin deseo cuando podamos considerar el mundo como lo que es: una apariencia.
Si no hubiésemos admitido las artes e inventado esa especie de culto a lo no verdadero no podríamos soportar la capacidad que nos proporciona ahora la ciencia de entender el espíritu universal de la no verdad y de la mentira. La probidad tendría como consecuencia el asco y el suicidio, pero ocurre que nuestra probidad dispone de un poderoso recurso para evitar esa consecuencia: el arte como aceptación de la apariencia.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, La Gaya Ciencia
Como fenómeno estético la vida es soportable, pero la condición de autonomía requiere que la apreciación estética de la apariencia sea autónoma.
Es necesario que alternativamente descansemos de nosotros mismos a favor del arte que nos permite considerarnos a distancia y, desde arriba, reírnos de nosotros mismos o llorar sobre nosotros. Es preciso descubrir tanto al héroe como al payaso que se ocultan en nuestra pasión por el conocimiento, así como gozar siempre que podamos de nuestra locura, para seguir gozando de nuestra sabiduría.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, La Gaya Ciencia
«Las verdades son ilusiones»
El lenguaje nos engaña, le da nombres a las cosas para justificar nuestra existencia y nos da una especie de «confianza en nosotros mismos».
Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora consideradas como monedas, sino como metal.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, Verdad y mentira en sentido extramoral
El filósofo nos dice repetidamente que todo está mal: no hay un orden objetivo en el mundo al que puedan ajustarse las cosas. Por esta razón no debemos caer en la tentación de menospreciar la vida que nos tocó vivir comparándola con algo eterno, inmutable o inherentemente bueno. Según Nietzsche, el arte es la mejor respuesta al sufrimiento y la verdadera tarea es hacernos más humanos.

Dionisio y la música
Las verdades son ilusiones, pero a través de la música llegamos a Dionisio de la cual él es el Dios. Así, la música nos da lo que precede a toda forma: el corazón de las cosas.
La música, por el contrario, expresa el núcleo más íntimo, previo a toda configuración, o sea, el corazón de las cosas. Se podría expresar muy bien esta relación con el lenguaje de los escolásticos, diciendo: los conceptos son los universalia post rem, la música expresa, en cambio, los universalia ante rem, y la realidad, los universalia in re. – Pero el que sea posible en general una relación entre una composición musical y una representación intuitiva se basa, como hemos dicho, en que ambas son expresiones, sólo que completamente distintas, de la misma esencia interna del mundo.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, El nacimiento de la tragedia
La música expresa o presenta (Darstellung) lo más íntimo. En este contexto, la Darstellung tiene lugar en el modo de afecto, de impresión sensible inconsciente e innombrable. En su ser más íntimo, se trata de un concepto intuitivo, el lenguaje de la Voluntad (die Sprache des Willens). Ahora bien, la música como lenguaje de la voluntad rechaza la ilusión y celebra lo originario o realidad: Ur-Eine (el Uno original), Ursein (el ser original) o Urwesen (el ser o esencia original).
Creando sufrimiento
El sufrimiento es un ingrediente necesario de la vida: «la rueda del ser rueda para siempre. Todo muere, todo vuelve a florecer». De esta manera, Nietzsche lleva la experiencia hasta su conclusión -por terrible que sea- y se acerca a la realidad como devenir. El devenir entendido como un juego de fuerzas circunscrito por la hipótesis de la voluntad de poder, donde la voluntad de poder es la realidad misma.
Como personas creativas no solo creamos, también tenemos la destrucción como una tarea importante: «El que debe ser un creador siempre destruye». Si bien lo dionisíaco engloba cualidades terribles y discutibles de lo vivo, también se transforma en un «decir sí extático» a la vida: «amor fati».
El «amor fati» es un ideal de perfección, concretamente un ideal de honestidad supremamente exigente: requiere que honestamente no queramos nada diferente.
Mi fórmula para expresar la grandeza en el hombre es amor fati [amor al destino]: el no-querer que nada sea distinto ni en el pasado ni en el futuro ni por toda la eternidad. No sólo soportar lo necesario, y aun menos disimularlo –todo idealismo es mendacidad frente a lo necesario– sino amarlo.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, Ecce homo
De esto se desprende que debemos «aprender a ver lo que es necesario en las cosas» como lo que hay de bello en ellas. Por lo tanto, alcanzamos el ideal de honestidad cuando afirmamos completa y honestamente cada aspecto de la existencia: no lo ocultamos, lo soportamos y lo vemos como deseable o hermoso.
Quiero aprender a considerar cada vez más la necesidad en las cosas como lo bello en sí; así seré uno de los que embellecen la cosas. Amor fati (amor al destino) ¡Que sea éste mi amor en adelante! No le haré la guerra a la fealdad; no acusaré a nadie, no acusaré ni siquiera a los acusadores. ¡Que mi única negación sea apartar la mirada! Y, sobre todo, ¡quiero no ser ya otra cosa y en todo momento que pura afirmación!
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, La Gaya Ciencia
Nietzsche no se cansa de enfatizar que la afirmación de la vida requiere una honestidad sin trabas. La cuestión es que la honestidad, o la «pasión por el conocimiento», requiere que reconozcamos la falsedad y la mentira como condiciones de vida.
Nietzsche: el arte es la mejor respuesta al sufrimiento
Según Nietzsche no hay que renunciar a la vida, en su lugar, podemos abrazar el arte, porque el arte es la mejor respuesta al sufrimiento. Si bien la vida es sufrimiento y es amoral, lo que realmente cuenta es cómo respondemos a la cuota de sufrimiento que nos toca vivir.
Mientras que Schopenhauer nos aconseja limitar el deseo y renunciar a la vida, Nietzsche nos aconseja todo lo contrario, nos dice que seamos artistas y demos una respuesta artística a la tragedia de la vida.
Precisamente, nuestra confrontación con el sufrimiento es la clave para una actitud diferente ante la vida: «un martillo e instrumento con el que uno puede hacerse un nuevo par de alas». Al igual que Camus, debemos imaginar a Sísifo feliz.
Pero la lucha entre verdad y belleza nunca fue mayor que cuando aconteció la invasión del culto dionisíaco: en él la naturaleza se desvelaba y hablaba de su secreto con una claridad espantosa, con un tono frente al cual la seductora apariencia casi perdía su poder.
― Friedrich Wilhelm Nietzsche, El nacimiento de la tragedia
Arte | Mosaico de Dioniso danzando, siglo IV, época tardorromana. Se encuentra en el Museo Británico, Londres, Reino Unido.