Imagina que acabas de salir de la oficina y vas camino a casa. Tienes calor, estás cansado, estás incómodo y, de repente, estás bajo arresto. Pues bien, en situaciones así, lo primero que pensamos es que hay leyes y tenemos derechos. Conceptos muy arraigados al pensamiento aristotélico. Ya hace más de dos mil años, Aristóteles anotaba que «la justicia es una necesidad social, porque el derecho es la regla de vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el derecho».
Hoy en día, consideramos la justicia como el soporte fundamental de las instituciones y la sociedad, aunque eso no siempre ha sido así. En la Grecia clásica, se veía la justicia como la virtud de los ciudadanos, de manera especial, la justicia se asociaba a la postura de la persona de vida moralmente recta, es decir, la persona que llamamos buena. Platón utiliza este concepto al vincular la justicia con el Bien: es justa la persona que, bajo la noción del Bien, dirige su vida, al igual que es justa la ciudad que, bajo la dirección del gobernante que entiende el Bien, dirige a las clases que la conforman al logro de su objetivo.
Tanto para Platón como para Aristóteles la justicia (Dikaiosiné) es virtud: virtud total, que engloba todas las demás virtudes éticas.
De hecho, ambos subordinan el bien privado al bien común y público. Sin embargo, Aristóteles no estaba de acuerdo con el Estado ideal que Platón describe en la República, para él lo importante es el Estado que es posible en la práctica y no el que en teoría pueda ser el mejor. Desde esta postura, en su obra La Política, Aristóteles reflexiona sobre la mejor manera de organizar el Estado, señalando que la ciudad se organiza con base en la justicia, la cual es una necesidad social y es relativa a la política.
Aristóteles: la justicia es una necesidad social
Para Aristóteles, la justicia es una necesidad social ligada a la vida de la ciudad y representa el orden de la comunidad civil. De forma concreta, la justicia consiste en «el discernimiento de lo que es justo». De esta manera, Aristóteles se aleja de la idea platónica del bien y se apropia de la idea del bien común de la sociedad.
Ahora bien, la justicia como principio ordenador de la ciudad debe entenderse como un valor social, y este es un estado intermedio: la armonía es la clave de la felicidad. Por tanto, si lo que aspiramos es obtener justicia, entonces debemos optar por un término medio, y este término medio es la ley.
La naturaleza arrastra, pues, instintivamente a todos los hombres a la asociación política. El primero que la instituyó hizo un inmenso servicio, porque el hombre, que cuando ha alcanzado toda la perfección posible es el primero de los animales, es el último cuando vive sin leyes y sin justicia. En efecto, nada hay más monstruoso que la injusticia armada. El hombre ha recibido de la naturaleza las armas de la sabiduría y de la virtud, que debe emplear sobre todo para combatir las malas pasiones. Sin la virtud es el ser más perverso y más feroz, porque sólo tiene los arrebatos brutales del amor y del hambre. La justicia es una necesidad social, porque el derecho es la regla de vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el derecho.
― Aristóteles, La Política
La ley es un instrumento esencial para fomentar la justicia en la sociedad. Según Aristóteles, las leyes deben fundamentarse en la razón y estar orientadas a promover el bienestar colectivo. Además, deben ser consistentes y predecibles, de forma que las personas podamos entender nuestros derechos y obligaciones.
La justicia general y la justicia especial
Aristóteles sostiene que la justicia es la virtud fundamental en el Estado ideal, puesto que se orienta hacia el bienestar común de una comunidad. Sin embargo, esta virtud fundamental engloba dos virtudes diferentes: la justicia general y la justicia especial.
En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles detalla ambas virtudes. La justicia general (o justicia legal) se refiere al bienestar de los demás, en particular al bienestar colectivo de la comunidad política, y consiste en la capacidad y voluntad de actuar de acuerdo con las leyes de la ciudad. No obstante, Aristóteles interpreta la ley (nomos) en un sentido amplio que trasciende lo puramente legal, e incluye todas las normas y reglas sociales que conducen a una conducta virtuosa y, por ende, éticamente correcto en una ciudad bien organizada.
Una sociedad justa debe tener leyes que sean equitativas y que se apliquen por igual a todos los ciudadanos. Un caso ilustrativo es el estado de derecho, que hace referencia a la idea de que todos nosotros, incluyendo aquellos que ocupan puestos de poder, estamos sometidos a las mismas normativas legales.
En una sociedad justa, el estado de derecho asegura que cada uno de nosotros sea tratado de manera equitativa y que nadie sea superior a la ley.
Otro ejemplo es la idea de debido proceso, que hace referencia a los procesos legales que deben implementarse para asegurar que todos obtengamos una audiencia justa e imparcial. Esto abarca el derecho a un juicio justo, el derecho a un abogado y el derecho a recibir información sobre los cargos en nuestra contra.
En otro orden de ideas, la justicia en sentido especial se refiere a la distribución de los bienes y su criterio general es la igualdad y la equidad. Según el estagirita, se considera injusto quien «quiere tener más» y tiene una «actitud de desigualdad». La justicia especial se refiere a evitar la invasión codiciosa de los bienes justamente asignados a otros (Pleonexia), y se subdivide a su vez en justicia distributiva y conmutativa.
La justicia y la venganza divina persiguen al crimen de Pierre-Paul Prud’hon. 1808. Se encuentra en el Museo del Louvre. Justicia (Dike, a la izquierda) y Venganza Divina (Nemesis, a la derecha) persiguen al criminal asesino.
Aristóteles: la justicia distributiva
Para Aristóteles, la justicia distributiva es una necesidad social y un elemento esencial de una sociedad equitativa, ya que se ocupa de la distribución justa de bienes y recursos dentro de una sociedad. Esta justicia se fundamenta en el principio de proporcionalidad, que dicta que nosotros, como individuos, debemos obtener una retribución o sanción proporcional a nuestras acciones. En resumen, quienes aportan más a la sociedad deberían obtener más a cambio.
De la justicia parcial y lo justo de acuerdo con ella, una especie es la que se practica en las distribuciones de honores, o dinero o cualquier otra cosa que se reparta entre los que tienen parte en el régimen (pues en estas distribuciones uno puede tener una parte igual o no igual a la de otro), y otra especie es la que regula o corrige los modos de trato.
― Aristóteles, Ética a Nicómaco
Una sociedad que promueve la equidad y la justicia debe asegurar que sus integrantes sean tratados de manera equitativa y que los recursos se repartan de forma justa y equitativa. Aristóteles contempla la adjudicación de cargos políticos y honores, así como la distribución del botín de guerra, terrenos y el pago de tributos por parte de los cargos autorizados de la ciudad.
Los principios de justicia distributiva establecidos, además de cargos y honores, regulan la misma gama de bienes generalmente útiles y divisibles.
Esto implica que en una sociedad que ejerce la justicia distributiva, la riqueza y los ingresos se reparten de forma equitativa y proporcional a las aportaciones de una persona a la comunidad. Esto podría conllevar políticas fiscales progresistas que persigan la redistribución de la riqueza de los más adinerados a los más desfavorecidos, o podría conllevar políticas que aseguren que todos puedan acceder a necesidades fundamentales como alimentos, vivienda y cuidado médico.
No obstante, también puede estar estrechamente vinculado a la distribución del poder político y la autoridad en la toma de decisiones. En una sociedad justa, el poder y la capacidad de decisión deben distribuirse de manera equitativa y proporcional a nuestros aportes a la comunidad. Esto podría conllevar políticas que aseguren que cada uno de nosotros tenga la misma voz en las decisiones que afectan nuestras vidas, o podría requerir acciones que aseguren la representación de los grupos marginados en posiciones de poder e influencia.
Aristóteles: la justicia conmutativa
La justicia conmutativa, en contraste, se enfoca en la rectificación de los errores cometidos, y se centra en la responsabilidad de nuestros actos y en asegurar que cada uno reciba las sanciones correspondientes.
Para Aristóteles, la justicia correctiva también es una necesidad social y un elemento fundamental para una sociedad justa, ya que contribuye a mantener el orden y nos disuade de incurrir en delitos. Igualmente, el castigo debe ser utilizado como un medio para rehabilitar a las personas y facilitar su reintegración como miembros constructivos de la comunidad, en lugar de ser considerado solo como un instrumento de retribución.
La que nos queda por considerar es la correctiva, que tiene lugar en los modos de trato, tanto voluntarios como involuntarios. Esta forma de lo justo es distinta de la anterior. En efecto, la justicia distributiva de los bienes comunes es siempre conforme a la proporción que hemos dicho, pues incluso cuando se trata de la distribución de un fondo común, se hará conforme a la proporción en que estén, unas respecto de otras, las contribuciones aportadas; y la injusticia que se opone a esta clase de justicia es la que va contra la proporción. En cambio, la justicia de los modos de trato es, sí, una igualdad, y lo injusto una desigualdad, pero no según aquella proporción, sino según la proporción aritmética. Lo mismo da, en efecto, que un hombre bueno haya defraudado a uno malo que uno malo haya defraudado a uno bueno, o que el adulterio haya sido cometido por el hombre bueno o malo; la ley sólo mira a la especie del daño y trata como iguales al que comete la injusticia y al que la sufre, al que perjudica y al perjudicado. De modo que es esta clase de injusticia, que es una desigualdad, la que el juez procura igualar; […] de modo que la justicia correctiva será el término medio entre la pérdida y la ganancia.
― Aristóteles, Ética a Nicómaco
Un ejemplo de justicia correctiva es el sistema penal, el cual se ocupa de investigar, juzgar y sancionar a aquellos que han cometido infracciones. En una sociedad equitativa, este sistema aseguraría que los individuos sean responsables de sus acciones y que las sanciones impuestas sean justas y proporcionales a la gravedad del delito.
Otro ejemplo de justicia correctiva se observa en los programas de justicia restaurativa, que buscan reparar el daño ocasionado por un delito y reunir al transgresor, a la víctima y a la comunidad afectada para alcanzar una resolución. Se trata de una alternativa a los métodos tradicionales de justicia penal para contribuir a la sanación y la reconciliación.
Según Aristóteles, la justicia es una necesidad social y debe aprenderse
Aristóteles explica que no somos virtuosos por naturaleza, más bien uno se hace virtuoso. En consecuencia, es necesario formar ciudadanos para una sociedad justa, para lograr la pluralidad dentro de una comunidad y garantizar la estabilidad del Estado. No obstante, es imperativo acomodar la educación al principio mismo de la constitución, mediante una estrategia que involucra la crianza familiar, las sanciones legales y un sistema estatal de educación.
Las leyes más útiles, las leyes sancionadas con aprobación unánime de todos los ciudadanos, se hacen ilusorias si la educación y las costumbres no corresponden a los principios políticos, siendo democráticas en la democracia y oligárquicas en la oligarquía; porque es preciso tener entendido que, si un solo ciudadano vive en la indisciplina, el Estado mismo participa de este desorden.
― Aristóteles, La Política