Justicia

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La justicia es un principio moral que, respetando la verdad, concede a cada uno lo que le corresponde o pertenece. Se trata tanto de la virtud personal que rige nuestras relaciones con otras personas como del valor social que rige el ordenamiento de lo público y lo social. 

Sinónimos 

Imparcialidad, objetividad, incorruptibilidad, sin prejuicios, ecuanimidad, equidad, honradez, neutralidad, probidad, rectitud, razón, honestidad, conciencia, jurisprudencia, ley, derecho, juego limpio. 

Etimología 

La idea de justicia ha estado presente desde tiempos remotos, ya los griegos antiguos la denominaban dikaiosiné y los romanos antiguos iustitia. En realidad, se veía como una de las virtudes cardinales, junto con la prudentia (prudencia), la fortitudo (coraje) y la temperantia (templanza). Ahora bien, la palabra justicia tiene sus raíces en el protoindoeuropeo, el idioma precursor que habría originado las lenguas indoeuropeas, donde el término yewes– o yeug– se traduce como unir. Este principio de unión se transformó posteriormente en la noción de justicia y equilibrio. 

Dice o Dike (Astraea) que, como dikaiosiné, se traduce por justicia, personifica la diosa de la justicia en la mitología griega, hija de Zeus y Temis. En la mitología griega, Temis (en griego antiguo: Thémĩs, -ĩdos; ley de la naturaleza más que autoridad humana) es una diosa preolímpica que regula la vida en el seno de la familia y representa la justicia divina. Mientras que Dike regula la vida entre todos los hombres y personifica la justicia en el mundo de los hombres. Así, alrededor del 750 a.C., en el antiguo griego surgió el término diké, que aludía a la justicia y a la rectitud. Esta palabra comprendía el concepto del orden ético y la formación de relaciones adecuadas entre las personas y la comunidad. 

También se considera que aproximadamente en el año 400 a.C., bajo la influencia de diké surgieron las palabras latinas iustus, que se traduce como justo, e ius, que se traduce como derecho o conformidad con el derecho. De estas palabras latinas surgió el término iustitia, que se traduce como rectitud o equidad. De manera concreta, en español, la palabra latina iustitia constituye el fundamento de la palabra moderna justicia.  

Definición 

Entre las varias acepciones enumeradas en el Diccionario de la lengua española, encontramos que con la palabra justicia designamos un «principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente», «derecho, razón, equidad»; y el «conjunto de todas las virtudes».

La justicia es un principio de comportamiento social y/o estatal por el cual todas las personas debemos recibir nuestros derechos individuales por igual. Se trata de un principio organizador de la sociedad que encierra otros principios morales como la razón, la honestidad y la equidad. Sin embargo, la palabra tiene diferentes acepciones según su ámbito de aplicación: 

  • Religioso: justificación por la fe. 
  • Social: justicia legal, distributiva, social. 
  • Personal: virtud. 
  • Público e institucional: poder judicial. 

Desde su significado subjetivo, se trata de una virtud personal que rige nuestras relaciones interpersonales. 

Desde su significado objetivo, se trata de un ordenamiento y se refiere a lo público y social, y en especial al derecho y a las instituciones públicas. En la actualidad, la tendencia es a entender la justicia como el ordenamiento social justo, de ahí que una teoría de la justicia viene a ser una teoría de la sociedad justa. 

Introducción 

En la antigüedad, los griegos y los romanos imaginaron y representaron a la justicia como una mujer ciega, con los ojos vendados, una balanza y una espada. Al ser ciega es imparcial, es decir, que todos somos tratados de la misma manera. Asimismo, los hechos son medidos con la balanza y las sentencias aplicadas con la determinación de la espada. 

El jurista romano Domicio Ulpiano (170 d.C.-228 d.C.) explicó la justicia como la constante y perpetua voluntad de conceder a cada uno su derecho. Siendo los mandatos del derecho vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada uno lo que le corresponde. 

Desde entonces hemos definido la justicia por la etiqueta latina «suum cuique tribuere» -asignar a cada uno lo suyo-. Esto es, la idea de que los buenos actos deben ser recompensados y los malos castigados. Sin embargo, de manera especial, también ha estado estrechamente ligada a la idea de igualdad. 

El objeto de la justicia es lo justo 

La idea de justicia forma parte del corazón mismo de la filosofía moral y política. Así, Santo Tomás, en la Suma Teológica, cuestiona si esta noción de justicia es correcta: «¿Está definida correctamente la justicia diciendo que ‘es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho’?», llegando a la conclusión de que en efecto es correcta «si se la entiende bien».

Por eso se pone en primer lugar, en la definición de la justicia, la voluntad, para mostrar que el acto de la justicia debe ser voluntario; y se añade lo de la constancia y perpetuidad para designar la firmeza del acto. Por consiguiente, la definición predicha es una definición completa de la justicia, excepto que se pone el acto en lugar del hábito, el cual es especificado por aquél, pues el hábito se dice para el acto. Y si alguien quisiera reducir la definición a su debida forma, podría decir que la justicia es el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno su derecho.

― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 58, a. 1 

La virtud de la justicia se basa en la noción de ius o derecho: una relación de igualdad o rectitud que nos guía en las relaciones con los demás y, gracias a ella, damos a otra persona lo que le corresponde por una voluntad perpetua y constante. Esto lo debemos comprender como un derecho que debemos a los demás, y es este objeto el que especifica la virtud. 

La igualdad y lo debido van de la mano, y con esto se quiere decir que todos somos iguales en la medida en que nos debemos derechos, que son nuestros derechos por naturaleza como seres racionales. Es por el derecho que nos relacionamos entre sí como iguales, ya que deriva de la naturaleza humana común. 

El objeto de la justicia es lo justo siempre en relación con lo que es externo a uno mismo 

Un bien se debe a alguien que no es uno mismo y, si se debe algo, significa que tenemos que pagar una deuda. Ahora bien, no se trata de una conveniencia, sino que se debe estrictamente porque la regla es externa a uno mismo. 

Como se dijo anteriormente (q.57 a.1), ya que el nombre de justicia comporta la igualdad, por su propia esencia la justicia tiene que referirse a otro, pues nada es igual a sí mismo, sino a otro. Y, dado que pertenece a la justicia rectificar los actos humanos, como se dijo (1-2 q.60 a.2; q.61 a.3; q.113 a.1), es necesario que esta igualdad que requiere la justicia sea de individuos diversos que puedan obrar. […] Por eso se dice metafóricamente que en un solo y mismo hombre está la justicia, en la medida en que la razón gobierna lo irascible y lo concupiscible y éstos obedecen a la razón; y, universalmente, en la medida en que se atribuye a cada parte del hombre lo que le conviene. De ahí que el Filósofo, en V Ethic., llame también a ésta (la razón) justicia, metafóricamente hablando.

― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 58, a. 2 

Descripción

Tenemos un sentido de lo justo personal y social vinculado a determinados valores, reglas de comportamiento y regulaciones legales. De forma específica, se trata de un sentido innato de lo justo que nos lleva a aspirar cierto grado de perfeccionamiento, tanto en nuestro comportamiento como en el ordenamiento jurídico. 

La cuestión es que nuestro sentido de lo justo está ligado a nuestro desarrollo moral, siendo así necesarias las experiencias de amor, confianza y orientación, para que sea posible un compromiso con los principios éticos y una comprensión común de los problemas sociales.

Aunque resulta difícil concretar nuestros anhelos de justica en una realidad permanente, ésta siempre orienta nuestro anhelo constante de perfeccionamiento y, precisamente, porque no es posible alcanzar la justicia absoluta, la podemos considerar como un ideal moral, social o humano por el que vale la pena luchar. 

La búsqueda de la máxima justicia está cada vez más en el primer plano de los sistemas de valores que queremos construir como cultura y sociedad. 

La justicia como ideal moral  

Como ideal moral, la justicia encierra la virtud principal sobre la cual gira nuestra vida moral y ética: la determinación constante y permanente de dar a cada uno lo suyo, desde el respeto a la verdad y la reflexión de lo que es debido y correcto. Por tanto, la podemos comprender como una inclinación habitual de la voluntad que, idealmente, siempre reconoce los derechos de cada uno, en cualquier circunstancia. 

En este orden de ideas, Platón explica la justicia como una cualidad del alma por la que dejamos de lado los deseos irracionales del placer y su satisfacción egoísta y, en su lugar, nuestras acciones encierran un beneficio general. Para él, es tanto una parte de nuestra virtud –muy personal- como el vínculo que nos une en una comunidad. Así, la justicia o Dikaiosiné incluye correctamente todos nuestros deberes, y abarca todo el espectro de las consecuencias de nuestros actos. 

La justicia es una virtud fundamental en nuestras interacciones con los demás, así como la principal virtud de las instituciones sociales, aunque no la única. 

Cuando perseguimos el ideal moral de la justicia proporcionamos un fundamento ético para la creación y aplicación de las leyes, orientamos la interpretación legal, aseguramos la legitimidad y aceptación social, promovemos la justicia social, desarrollamos la conciencia moral y prevenimos injusticias y abusos. Porque lo justo también se refiere a la evaluación ética de nuestras acciones o decisiones que buscan el equilibrio y equidad desde una perspectiva ética o filosófica, más allá de las normas legales. 

La justicia como ideal social 

Aristóteles comparte el ideal moral de la justicia y, como Platón, la ve como una virtud que nos permite alcanzar la excelencia moral. Sin embargo, lleva la justicia a la acción y nos invita a considerar cómo nuestras acciones personales contribuyen al bienestar de la sociedad en su conjunto. 

Desde esta perspectiva, cuando perseguimos el ideal social de la justicia, obedecemos las leyes del estado, aquellas que idealmente encarnan el bien común. Según Aristóteles, estas son leyes diseñadas para cultivar la virtud entre los ciudadanos y, por lo tanto, obedecer las leyes es una expresión de la justicia misma. 

Como ideal social podemos entenderla como el estado óptimo de coexistencia social en el que siempre se crea un equilibrio justo de todos los intereses, recompensas y oportunidades. Ya que, como una impronta de su significado original –unir-, la justicia lleva implícita la tarea de establecer permanentemente una unión justa: el ordenamiento apropiado de las cosas y personas dentro de una sociedad. 

Así entendida, ante todo, la justicia es el fundamento de nuestra conducta social y/o estatal equitativa, donde a cada persona se le conceden los mismos derechos. 

La justicia como ideal humano 

Idealmente, la justicia debe actuar como ejecutora de la equidad y de los derechos humanos, garantizando que se protejan y defiendan mediante sistemas jurídicos justos e imparciales. No obstante, lo contrario queda en evidencia en las guerras, la violencia a pequeña, mediana y a gran escala y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos. 

Existe una relación compleja y multifacética entre la justicia y nuestra humanidad. Así, Simone Weil nos dice que cualquier explicación de la justicia debe reconocer la miseria humana y el amor, ya que, sin el reconocimiento adecuado de estas dos cosas, la justicia no es verdadera. Comprender la conexión entre nuestra humanidad y la justicia es comprender la verdad fundamental de que la una no puede existir sin la otra.

Como ideal humano, la justicia es un reconocimiento de nuestra humanidad compartida, nuestra responsabilidad colectiva en velar por que no se haga daño a las personas, y nuestro compromiso de construir un mundo más justo y equitativo para todos. 

Cuando perseguimos el ideal humano de la justicia actuamos humanamente, es decir, con la rectitud y moralidad a que tiene que ajustarse la conducta humana, de una manera considerada con el bienestar de los demás. Por ejemplo, ser amables, compasivos, íntegros, honrados, bondadosos, comprensivos, solidarios, misericordiosos o humanitarios. Para Weil, «el espíritu de justicia y de verdad no es otra cosa que una cierta especie de atención, que es puro amor.»