El fin o propósito humano es una cuestión ética. En la antigüedad existía la preocupación por «el fin del hombre» o «el bien principal del hombre». Los griegos lo llamaban el telos, los latinos el summum bonum o ultimus finis.
La pregunta por el sentido de la vida no era importante. En su lugar encontramos la pregunta por el propósito humano, que no solo es la motivación de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, también es la pregunta más importante de las tres partes de la Suma teológica de Tomás de Aquino. Asimismo, muchos de los diálogos de Platón consideran el sumo bien humano, y aquellos que no lo hacen tratan temas relacionados como conocimiento, leyes, virtudes, amistad, amor y muerte.
El fin o propósito humano es el por qué intrínseco y esencial de los seres humanos: ¿para qué estamos aquí?, ¿cuál es la finalidad última de nuestra existencia?
Se trata de una cuestión ética: ¿cómo debemos vivir?, ¿con qué fin debo actuar? En consecuencia, lo que sea que llamamos sentido de la vida no puede reducirse a un sentir intencional, desligado de un propósito esencial e intrínseco ajeno al campo moral. Para alcanzar una vida significativa debemos poner nuestra atención en la direccionalidad de la acción, hacia un summum bonum o ultimus finis.
Una cuestión de propósito: ser buenos para ser felices
Siguiendo al Aquinate, todos nuestros actos están orientados por un fin último: el sumo bien, el cual solo puede ser nuestra felicidad. Pero, no se trata de cualquier felicidad, sino de aquella que alcanzamos en el máximo conocimiento y amor naturales de Dios. En principio, se trata de ser buenos para ser felices. Santo Tomás explica que ni las riquezas ni la fama, honor, placer o poder pueden ser la fuente de nuestra felicidad. Son sólo medios para el fin último o simples acompañantes suyos.
La felicidad voluptuosa –que consiste en la acumulación de riquezas y en la satisfacción de las pasiones-, por ser falsa y contraria a la razón, es impedimento de la bienaventuranza futura. En cambio, la felicidad de la vida activa –que radica en la práctica de las virtudes morales- dispone para la bienaventuranza futura. Y la felicidad contemplativa, si es perfecta, constituye esencialmente la misma bienaventuranza futura; y, si es imperfecta, es cierta incoación –o inicio-de la misma.
— Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-IIa
Los antiguos poetas nos ayudan a comprender mejor la importancia de la búsqueda del sumo bien, como los poemas la Ilíada y la Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio, o la Divina comedia de Dante Alighieri.