La pregunta por la realidad

Platón: lo real es lo que no vemos y lo que vemos es solo la apariencia 

De manera conciliadora entre las posturas de Heráclito y Parménides, Platón estuvo de acuerdo con un mundo físico continuamente sometido al cambio y al devenir. Al mismo tiempo sostuvo que las ideas son las formas eternas, inmutables y primigenias de todas las cosas. 

Platón desarrolló su teoría de las ideas a lo largo de sus diálogos de transición y madurez como el Menón, Crátilo, Fedón y la República, especialmente en las alegorías de la línea y de la caverna. 

En el Crátilo se cuestionó sobre el método a seguir para conocer o descubrir la naturaleza de los seres: 

Lo importante es reconocer que no es en los nombres, sino en las cosas mismas, donde hay que estudiar y buscar las cosas. 
[…] 
Una cosa siempre en movimiento nadie la podría conocer. Mientras nos acercásemos para conocerla, se convertiría en otra y de otra naturaleza, de modo que no podríamos saber lo que es ni cómo es. Ningún conocimiento puede conocer lo que conoce, si este objeto no tiene ningún carácter determinado. 

― Platón, Crátilo 

El mundo visible y el mundo de las ideas 

Platón encontró que en el mundo que captan nuestros sentidos todo está sometido al cambio continuo, nada es permanente. Las cosas cambian de forma, aparecen y desaparecen con el paso del tiempo. Mientras que, en el otro mundo, el que nos puede ofrecer la razón, las ideas universales son inmutables, eternas, imperecederas. Aquí las nociones o ideas que tenemos sobre esas cosas que han dejado de existir no se alteran. 

Ésta es precisamente, mi querido Glaucón, la imagen de nuestra condición. La caverna subterránea es el mundo visible. El fuego que la ilumina, es la luz del sol. Este prisionero que sube a la región superior y contempla sus maravillas, es el alma que se eleva al mundo inteligible. 

― Platón, La República 

Las entidades como los números o las figuras geométricas no se alteran. Las figuras reales en la geometría no pueden representarse de manera exacta en nuestro mundo. Aunque pueden ayudarnos en la comprensión del mundo de la experiencia, sus formas perfectas parecen no pertenecer a este mundo. 

Así pues, Platón separó el mundo sensorial y el mundo que nos ofrece la razón. Para ello, dividió la realidad en el mundo visible o sensible y mutable, sometido al devenir y que por tanto nunca es propiamente, y el mundo de las ideas intemporal e inmutable que sólo es accesible por medio de la razón. 

Por tanto, si no hace lo que es [= la esencia], no hace el lecho real, sino alguna cosa que se parece al lecho real sin serlo; y si alguno afirmara que la obra del ebanista o de cualquier otro artesano es una realidad completa, ¿se expondría a no decir la verdad? 

― Platón, La República 

La respuesta de Platón a la pregunta por la realidad

El mundo físico es sólo una representación del mundo inmutable de las ideas. La relación entre estos dos mundos es una relación de participación, de presencia e imitación o mímesis. Para Platón, las entidades más reales son las ideas, formas o entidades inmateriales. Es decir, aquello que captamos por medio de nuestra mente, más que lo que captamos mediante nuestra experiencia física. 

Las ideas o formas son la verdadera realidad ya que son eternas e inmutables. Contrario al mundo físico que es una continua y cambiante representación suya. Así, la respuesta de Platón a la pregunta por la realidad es que lo real es lo que no vemos y lo que vemos es solo la apariencia.

Platón creía que las formas de las cosas existen en un mundo de formas perfectas y a lo máximo que podemos aspirar en nuestro mundo es a imitar las formas perfectas. No obstante, las ideas o formas a las que Platón se refiere son distintas a los contenidos de nuestra mente, para él las ideas tienen realidad propia. Es decir, que existen independientemente de si son o no pensadas e independiente de las cosas y separadas de ellas. 

Aristóteles: lo real es aquello que no necesita de otra cosa para existir 

El Estagirita partió de la observación de que es innegable el cambio y la alteración en las cosas, al tiempo que estaba convencido de que sólo hay conocimiento verdadero de lo inmutable, coincidiendo con Platón en que las ideas o formas dan identidad al objeto. 

Sin embargo, a diferencia de Platón, encontró absurdo un mundo donde las formas o ideas estén separadas de la realidad material, cambiando así la visión idealista platónica por una reflexión más realista fundada en el sentido común y la experiencia. En otras palabras, bajó el Ser de los cielos y lo ancló a las entrañas del mundo: ¡Nos dejó sin magia!

Si de las cosas que son por naturaleza hay causas y principios de los que primariamente son y han llegado a ser, y esto no por accidente, sino cada una lo que se dice que es según su sustancia, entonces es evidente que todo llega a ser desde un substrato (materia) y una forma. 

― Aristóteles, Física 

La forma y la materia no pueden separarse en la realidad 

Para Aristóteles todo existe como algo específico, compuesto de materia y forma, cada parte guarda una relación reciproca con la otra, la forma da a la materia su particularidad y la materia otorga concreción a la forma. La forma y la materia no pueden separarse en la realidad. Por tanto, la respuesta de Aristóteles a la pregunta por la realidad es que lo real es aquello que no necesita de otra cosa para existir. 

Así, pues, resulta que la substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro, y lo que, siendo algo determinado, es también separable. Y es tal la forma y la especie de cada cosa. 

― Aristóteles, Metafísica 

Sustancia 

La realidad es y existe y la llamó sustancia. Todo lo que nos rodea son sustancias. Un compuesto de materia y forma donde la materia es el componente físico y la forma el conjunto de cualidades que hacen que una cosa sea algo específico. Aquello que es, y no otra cosa, como la esencia de la aguacatez. Es decir, aquello que hace ser a un aguacate lo que es y no otra cosa. Igualmente, la materia posee dentro de sí un fin interior (entelequia) que le otorga el potencial de tomar forma. 

Los poetas dirían que es como si la materia anhelara la forma con tal frenesí que cuando alcanza su potencial se vuelve real. Además, ya que toda materia posee este fin interior toda ella está formada.  

Materialismo: las cosas son materia en movimiento 

Ya en la antigüedad Demócrito de Abdera sugirió que todo en la realidad puede ser descrito como materia en movimiento: «Sólo hay átomos y vacío». Toda la naturaleza y sus transformaciones pueden explicarse por los choques que se producen azarosamente entre estas unidades mínimas de materia indivisible dotadas de movimiento eterno. 

Desde entonces para la corriente materialista sólo la materia brinda una explicación eficaz de la realidad, y rechaza de lleno el idealismo y el concepto de idea o forma. 

El universo es material y existe de manera objetiva e independiente de la conciencia. Asimismo, es suficiente comprender los procesos físicos del universo, no es necesario otorgarle inteligencia o propósito alguno. 

Nada ocurre al azar 

Descartes señaló que toda la realidad física puede y debe explicarse a partir de la mecánica, reduciendo la biología a mecánica y considerando a las plantas y a los animales como autómatas, como simples máquinas. 

Según la manera como explicó filosóficamente Descartes el universo y como años más tarde lo entendió Newton, éste parece ser una máquina gigante que una vez puesta en movimiento se autorregula. Semejante a un gran reloj.  

Ahora bien, independientemente de que exista o no un relojero, esta máquina se mueve con precisión. Todo suceso tiene una causa y todo movimiento parece estar determinado, nada ocurre al azar. De esta manera, para el materialismo la respuesta a la pregunta por la realidad es que las cosas son materia en movimiento. 

El materialismo ha avanzado de la mano de la comprensión científica de la realidad a través de los siglos, alcanzando su máxima expresión en el método científico. Para el materialismo todo es materia o reducible a la materia, sólo existe la materia. Pero ¿Qué entendemos por materia? 

El materialismo es una doctrina confusa. Si se cree que el materialismo es una doctrina clara, es porque afirma que sólo existe la materia y porque se supone que todo el mundo sabe lo que es la materia. Pero este supuesto es falso. Nadie sabe hoy día a ciencia cierta lo que es la materia. (Otra cuestión es la de que muchos crean saberlo). Tampoco lo saben los físicos de partículas, los especialistas a quienes el resto de los mortales deberíamos preguntar qué es la materia.

― J. Esquivel, La polémica del materialismo 

El problema que enfrenta el materialismo es el concepto mismo de materia. Porque éste cambia según los descubrimientos científicos y no se puede definir con claridad. De hecho, replantear lo que entendemos por materia, representa un reto fascinante para los filósofos materialistas. 

Ciertamente, si se les hacen preguntas ontológicas de este tipo, algunos físicos (los más osados) darán ciertas respuestas esotéricas acerca de «ondas de probabilidad» o de «puntos de singularidad espacio-temporal», o algo por el estilo. Se trata de respuestas que la mayoría de personas que se autotitulan materialistas no entiende; por lo demás, tales respuestas cambian de sentido cada cinco o diez años, y en ellas ni siquiera los propios especialistas están de acuerdo. 

― J. Esquivel, La polémica del materialismo

Zukav: lo que experimentamos es nuestra interacción con la realidad 

Cuando hablamos de realidad nos referimos a la suposición de que el universo existe independientemente de que alguien lo observe o no, es decir, objetivamente real. 

En la antigua Grecia, Tales de Mileto explicó que hay un yo racional capaz de observar y comprender un universo racional. Sin embargo, las teorías científicas actuales nos dicen que no podemos pensar acerca de la realidad. Únicamente podemos pensar acerca de las ideas que tenemos sobre la realidad. 

En su libro La Danza de los Maestros de Wu Li, Gary Zukav explica que un quanto es una cantidad de algo, una cantidad específica, mientras que la mecánica es el estudio del movimiento. En consecuencia, por mecánica cuántica debemos entender «el estudio del movimiento de las cantidades». De acuerdo con la teoría del quanto, la naturaleza se presenta en quantos, es decir, porciones y pedazos. Así, la mecánica del quanto es el estudio de ese fenómeno. 

La mecánica cuántica, por ejemplo, nos enseña que nosotros no estamos separados del resto del mundo, como habíamos creído. La física de las partículas nos enseña que el “resto del mundo” no es algo que permanece ocioso “allá fuera”. Por el contrario es un brillante campo de continua creación, de transformación y, también, de aniquilamiento. Las ideas de la nueva física pueden dar lugar a que se produzcan experiencias extraordinarias cuando son captadas en su totalidad. El estudio de la relatividad, pongamos por ejemplo, puede producir la notable experiencia de que espacio y tiempo son solamente construcciones mentales.  

― Zukav, La Danza de los Maestros de Wu Li

El sistema observado y el sistema observador 

Para aplicar la teoría del quanto, el mundo físico tiene que ser dividido en dos partes: el sistema observado y el sistema observador. Siguiendo a Zukav, el «sistema observado» y «sistema observador» son términos que se refieren al modo como los físicos analizan el experimento. 

(El “sistema” observado no puede ser observado hasta que entra en interacción con el sistema observador e, incluso entonces, todo lo que podemos observar son sus efectos sobre el aparato de medida.) 
[…] 
Debemos reflexionar sobre el hecho de que, cuando tomamos una medida en un experimento relacionado con la física cuántica —cuando el sistema observado sufre la interacción con el sistema de observación—, lo que hacemos es reducir una realidad multidimensional a una realidad tridimensional compatible con nuestra experiencia.  

― Zukav, La Danza de los Maestros de Wu Li

Todo está conectado 

Las propiedades esenciales del universo no son fijas, cambian de maneras sutiles según cómo se observe; asimismo, todo está conectado por información que puede aparecer en cualquier parte del universo de manera instantánea. 

Según esto, las cosas no están ahí sino hasta que son observadas y no es posible observar la realidad sin cambiarla. 

La nueva física nos enseña que un observador no puede observar sin alterar aquello que contempla. Observador y observado se hallan interrelacionados en un sentido real y fundamental. […] En síntesis, lo que experimentamos no es la realidad externa, sino nuestra interacción con ella. 

― Zukav, La Danza de los Maestros de Wu Li 

La respuesta a la pregunta por la realidad es que únicamente podemos pensar acerca de las ideas que tenemos sobre la realidad, no sobre la realidad misma. En otras palabras, lo que experimentamos es nuestra interacción con las cosas no las cosas mismas. 

Pragmatismo: la realidad como aquello que podemos conocer 

Platón y Aristóteles inician sus observaciones filosóficas partiendo de la pregunta sobre cómo son en realidad las cosas. A diferencia suya, los pragmáticos están convencidos que es imposible encontrar una respuesta a esta pregunta. 

Si tenemos en cuenta que sólo podemos pensar sobre nuestras ideas acerca de la realidad, entonces ¿Cómo se puede pensar la realidad misma? 

De este modo el pragmatismo se centra en cómo funcionan las cosas, como lo más plausible, señalando que lo real es aquello que funciona y predice aquello que es probable que ocurra a continuación. 

El sentido de los conceptos 

Charles Sanders Peirce inició el pragmatismo y lo definió como el método de otorgar significado a los conceptos. Para Peirce la importancia de un concepto se encuentra en los efectos directos que éste pueda tener en nuestra conducta. 

Por su parte, William James extendió la búsqueda del sentido de los conceptos a las grandes cuestiones metafísicas, configurando el pragmatismo en una teoría sobre la verdad.

El pragmatismo sería, pues, en primer lugar, un método y, en segundo, una teoría genética de lo que se entiende por verdad. 

― William James, Pragmatismo

James sostuvo que la verdad consiste en la consecución de una relación satisfactoria con la realidad. La ventaja y la satisfacción se refieren a lo útil o a lo práctico. 

Ideas verdaderas son las que podemos asimilar, hacer válidas, corroborar y verificar; ideas falsas son las que no. Esta es la diferencia práctica que supone para nosotros tener ideas verdaderas; éste es, por lo tanto, el significado de la verdad, pues ello es todo lo que es conocido como verdad. 

― William James, lo pragmáticamente verdadero, En el significado de la verdad 

La realidad es un fluir 

Por otra parte, John Dewey amplió la noción de experiencia. Para él la experiencia incluye todos los aspectos de la vida. Igualmente, la realidad es un fluir dentro del cual nuestra inteligencia intenta hallar una repuesta. Así, una idea es verdadera si funciona, es decir, si demuestra ser un instrumento útil para la vida. 

Para Dewey el conocimiento es un proceso de investigación en el cual las ideas son los medios o instrumentos. En consecuencia, no tiene sentido decir de ellas que sean verdaderas o falsas. 

El conocimiento gobierna y regula la acción. Además, la validez de las ideas depende de su funcionamiento, de la prueba experimental. En otras palabras, ya que las ideas son efímeras, las consecuencias representan la manera más exacta que tenemos de caracterizar la verdad de las cosas. 

Por consiguiente, para el pragmatismo no hay una gran diferencia entre lo que la realidad es y lo que no es. Lo importante es conocer aquello que nos dará la capacidad tanto para lidiar con el mundo que nos encontramos, como para predecir aquello que probablemente ocurra. 

Así pues, la respuesta del Pragmatismo a la pregunta por la realidad la podemos resumir en que la realidad es aquello que podemos conocer. 

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