Entre más sabemos sobre el arte abstracto más nos gusta
Cuando observamos pinturas representativas como paisajes y retratos reconocemos los temas desde nuestra propia experiencia, lo que facilita su deleite. No obstante, cuando observamos arte abstracto nos resulta difícil disfrutar de la obra. Por un lado, no tenemos certeza de qué estamos viendo y, por otro lado, no estamos seguros de qué respuesta se espera de nosotros.
No es un secreto que el arte abstracto causa molestia y confusión. Si contemplamos un gran lienzo blanco y vacío con una mancha negra en el centro, lo primero que pensamos es que el artista se está burlando de nosotros y que hasta un niño puede hacerlo mejor.
Según la neurociencia esto se debe a que el cerebro procesa el arte representacional y abstracto de maneras diferentes. Cuando observamos una pintura representativa se activan áreas específicas en el cerebro, bien localizadas. Mientras que cuando observamos una pintura abstracta la actividad en el cerebro está muy extendida y no se puede localizar con precisión.
Asimismo, el contexto también juega un papel importante. Hoy sabemos que experimentamos más o menos placer dependiendo de lo que sabemos sobre el tema. Esto se aplica a nuestro disfrute de todas las cosas, por ejemplo, a medida que conocemos mejor las cualidades bellas de una persona más nos agrada, y lo mismo sucede con la comida y con el arte.
Las pinturas abstractas intentan expresar verdades emocionales y espirituales, incluso algunas son portales a una dimensión moral, en el sentido de que pueden representar virtudes como el orden, la pureza o la sencillez. Sin embargo, como espectadores debemos apreciar la riqueza de matices sensoriales que el artista nos envía desde su mundo interior.
¿Qué es arte y qué no lo es?
En octubre de 2015 Italia fue noticia internacional cuando el personal de limpieza de El Museion Bozen-Bolzano limpió y tiró la instalación «¿Adónde vamos a ir a bailar esta noche?» de Goldschmied & Chiari. Para el personal de limpieza, literalmente se trataba de basura.
«¿Adónde vamos a ir a bailar esta noche?» de Goldschmied & Chiari. Museion Bozen-Bolzano.
La instalación mostraba un «después de la fiesta», con colillas de cigarrillos, confeti y botellas de champán vacías, y buscaba representar el consumismo y el hedonismo de la Italia de los 80. Obviamente, el debate no tardó en llegar: ¿Qué es arte y qué no lo es?
Hay una línea muy tenue entre el arte y lo que no es arte. Porque el arte encierra toda la diversidad de la actividad humana y el producto resultante. Una actividad que involucra nuestro talento creativo o imaginativo para expresar habilidades técnicas, ideas conceptuales y respuestas emocionales a la belleza, entre muchas cosas más.
La manifestación artística no busca la utilidad
En el mundo contemporáneo el arte es mucho más que saber hacer algo con maestría, es una visión del mundo, una representación de las ideas o una expresión de la vida interior del artista. Si bien se refiere a nuestra actividad creadora de obras sensorialmente perceptibles, el arte no es la producción de cosas o una copia fiel y no tiene como objetivo la utilidad.
El material no está ahí sólo como material […], sino como soporte de lo sensible. El material artístico está para «aparecer», para constituir un objeto de contemplación, no precisamente de uso.
― Juan Plazaola, Introducción a la estética: historia, teoría, textos
El arte se dirige a lo bello, ese aspecto agradable de la obra de arte, siendo su objeto hacer brillar las ideas con nueva luz develando los misterios del ser.
Podemos decir con seguridad que toda manifestación artística nos obsequia un instante en el que podemos experimentar un mundo donde las cosas son como deberían ser, un instante perfecto en el que es posible la realización de cosas como el amor, la alegría o el sentido de la vida.
El papel del artista
El artista puede comprender verdades importantes y transmitirlas por medio de su arte a las demás personas, con un gran impacto estético y emotivo en el observador.
Cuando estamos frente a una obra de arte podemos observar la técnica, la intención, el sentimiento y la emoción del artista. Además, observamos el asunto de la obra donde el artista representa un asunto concreto, como una alegoría tomada de una experiencia corriente del mundo o una versión idealizada del mismo, una expresión impersonal de la geometría o una pintura del mundo espiritual. O como escribe Bernard Meyers en Cómo Mirar Al Arte, también puede tratarse de un asunto salido «del alma del artista».
Al contemplar una obra maestra no encontramos solo una representación de la realidad, de hecho, ya en el renacimiento una representación perfecta se consideraba como insuficiente.
Una obra de arte debe ser mucho más que una simple imitación de la naturaleza, o aquello que para Platón es una copia de una copia, así, aunque la técnica resulta necesaria e importante no es suficiente.
El artista visual, escritor, poeta o músico debe encontrar el equilibrio entre la técnica y su visión, al mismo tiempo que comparte una visión más amplia. Esta visión es algo que va más allá de la propia obra: una realidad más exclusiva.
Lo más valorado en el arte es la visión del artista
En el arte verdadero, aquel que nos ofrece algo más cuando lo contemplamos, el artista se convierte en vidente, en profeta, en intermediario de la expresión de una realidad más profunda, verdad y belleza. Por consiguiente, lo más valorado en el arte es la visión del artista, es decir, aquello que el artista aporta a la obra.
El artista crea misteriosamente la verdadera obra de arte por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia y se convierte en algo personal, un ente independiente que respira de modo individual y que posee una vida material real. No es un fenómeno indiferente y casual que permanezca inerte en el mundo espiritual, sino que es un ente en posesión de fuerzas activas y creativas. La obra artística vive y actúa, participa en la creación de la atmósfera espiritual.
― Kandinsky, De lo espiritual en el arte
La manifestación artística también se entiende como una necesidad social
En una pieza atemporal titulada Crear peligrosamente, Albert Camus explora la responsabilidad esencial del artista de hacer avanzar a la sociedad alterando el sistema. Según Camus, el artista tiene la responsabilidad de imaginar alternativas superiores a la realidad actual.
No se puede reproducir la realidad sin ejercer una selección… Lo único que hace falta, entonces, es encontrar un principio de elección que dé forma al mundo. Y tal principio se encuentra, no en la realidad que conocemos, sino en la realidad que será, en fin, el futuro. Para reproducir adecuadamente lo que es, uno debe representar también lo que será.
― Crear peligrosamente, Albert Camus
Sobre el espectador
La tarea del artista no es otra que sensibilizarnos en los fines más elevados que podamos concebir como seres humanos. La experiencia estética del observador se acerca a la manifestación artística o experiencia creativa del artista, y la obra de arte nos permite el acceso a una visión de algo más completo donde los observadores podemos aprender algo sobre el mundo o nosotros mismos.
El problema es que la experiencia estética depende por completo de una actitud desapegada y libre de prejuicios, para experimentar la magia de la visión del artista.
Toda apreciación de un arte -pintura, arquitectura, música, danza, sea cual fuere la obra- requiere un cierto despego, que ha sido llamado de diversas maneras “actitud de contemplación”, “actitud estética” u “objetividad” del espectador. Como señalé ya en un capítulo anterior de este libro, es parte de la tarea del artista hacer que su obra produzca esta actitud en lugar de exigir del sujeto percipiente la aportación a una estructura mental ideal. Lo que el artista establece por medio de artificios estilísticos conscientes no es en realidad la actitud del espectador -ésta es un producto secundario-, sino una relación entre la obra y el público (que lo incluye a él). Bullough llama a esta relación “distancia”, y señala muy acertadamente que la “objetividad”, el “despego” y las “actitudes” son completos o incompletos, es decir, perfectos o imperfectos, pero no admiten grados.
― Susanne K. Langer, Sentimiento y Forma
También podemos malinterpretar la manifestación artística
Este es el caso de la obra Almuerzo sobre la hierba (Le Déjeuner sur l’herbe) de Edouard Manet, presentada al jurado del Salón de París de 1863. La pintura fue un escándalo y fue rechazada de inmediato, el propio Manet advertiría que su obra había sido malinterpretada por completo.
Almuerzo sobre la hierba (Le Déjeuner sur l’herbe) de Edouard Manet, 1863. Se encuentra en Museo de Orsay, París, Francia.
La obra representa un picnic en el que una mujer vestida está al fondo, mientras que otra mujer desnuda mira directamente al espectador acompañada por dos burgueses que conversan a su lado. El tema central de la pintura es, de hecho, una prostituta. Más allá de representar a las mujeres como seres mortales y tangibles y no como figuras inmortales de diosas o santas, la pintura también representa a la burguesía francesa de la época, una clase en decadencia, víctima de la lujuria y el vicio.
Manet plasma en la pintura el problema de la prostitución desenfrenada que enfrentaba Francia en ese momento, una preocupación compartida por varios artistas y hombres de letras de la época. Así lo expresa Victor Hugo en los Miserables (1862): «Se dice que la esclavitud ha desaparecido de la civilización europea, y es un error. Existe todavía; sólo que no pesa ya sino sobre la mujer, y se llama prostitución».
En cualquier arte, la última expresión abstracta es el número. Como es lógico, este elemento objetivo exige la ayuda y necesita la colaboración de la razón y la conciencia (conocimientos objetivos-bajo continuo pictórico). El elemento objetivo permitirá que la obra de hoy diga en el futuro yo soy, en lugar de yo fui.
― Kandinsky, De lo espiritual en el arte
Relación entre la manifestación artística y la ética
La mayoría de nosotros somos aficionados al cine, el teatro, la literatura, la música, la danza o visitamos galerías de arte y exposiciones fotográficas. Es un hecho que estamos en contacto permanente con manifestaciones artísticas que pueden afectar nuestro comportamiento.
Debido a que el arte nos afecta más que otras áreas del conocimiento, toda manifestación artística puede abrirnos a nuevas ideas y creencias, apelando a nuestros sentidos, emociones, razón, lenguaje e imaginación. El arte tiene el poder de afectar nuestra identidad, la manera como nos relacionamos con otras personas y la manera como nos relacionamos con nuestro entorno.
Por un lado, el artista puede tener un impacto masivo como modelo a seguir, y por otro, el arte tiene el poder para afectar nuestro comportamiento y moldear la sociedad, positiva o negativamente como en el uso de la música para fomentar la violencia.
La cuestión es que resulta fácil verse afectado por algo que nos parece que deberíamos aspirar. De ahí la importancia de pensar el arte desde una perspectiva ética y preguntarnos ¿Qué es correcto?