La experiencia estética

La experiencia estética es la vivencia que tenemos de lo bello mediante emociones y sentimientos estéticos. En líneas generales, es aquello que experimentamos cuando percibimos o sentimos las cosas desde su belleza, ya sea una obra de arte o un aspecto de la naturaleza como un atardecer. 

Esta experiencia de lo bello es la vivencia de aquello que por la perfección de sus formas complace a la vista o al oído y, por extensión, al espíritu. En consecuencia, es importante poseer una idea clara sobre lo que entendemos como bello, y qué mejor para hacernos una mejor idea sobre qué es la belleza, que las palabras de un «sacerdote de la belleza»: 

Si el artista es el sacerdote de la belleza, ésta debe buscarse según el mencionado principio de su valor interior. La belleza sólo se puede medir por el rasero de la grandeza y de la necesidad interior, que tan buenos servicios nos ha prestado hasta aquí.

Es bello lo que brota de la necesidad anímica interior. Bello será lo que sea interiormente bello.

― Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte 

Todos tenemos un sentimiento estético 

La experiencia estética se trata de algo que sentimos. Todos tenemos un sentimiento estético o sentimiento por lo bello, esa sensación de satisfacción o placer que nos produce contemplar algo bello. No obstante, cuando tenemos una experiencia estética estamos enfocados en algo específico, se trata de la experiencia de un objeto, por tanto, toda experiencia estética tiene intencionalidad. 

En este sentido, Schopenhauer explica que el arte desvía nuestra atención del deseo y nos transporta al reino de la objetividad, de las cosas libres de su relación con la voluntad, un mundo libre de subjetividad. 

Así como todos tenemos un sentimiento estético también todos somos capaces de una experiencia estética. En principio, se trata de una experiencia que nos permite -temporalmente- un respiro de la lucha del deseo, y en este alejamiento del ego la experiencia estética se asemeja a la experiencia espiritual. 

En su libro De lo espiritual en el arte, Wassily Kandinsky detalla los fundamentos teóricos del movimiento abstracto, y nos explica el anhelo del alma por la belleza. Recordemos que Kandinsky tenía una condición llamada sinestesia, una confusión de los sentidos que le permitía ver colores al escuchar música, según sus propias palabras podía ver el sonido y escuchar el color. 

Maeterlinck, uno de los pioneros, de los primeros compositores anímicos del arte moderno que se producirá mañana, dice: No hay nada sobre la tierra que tienda con tanta fuerza a la belleza y se embellezca con mayor facilidad que el alma. . . Por eso muy pocas almas resisten en la tierra a un alma que se entregue a la belleza.

Este rasgo del alma es el aceite que hace posible el movimiento ascendente y progresivo del triángulo espiritual: movimiento lento, apenas perceptible, a veces aparentemente estancado, pero siempre constante e ininterrumpido. 

― Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte 
Curva Dominante de Wassily Kandinsky, 1936.

Verdad y belleza en la experiencia estética 

Toda experiencia de lo bello nos coloca frente a frente con formas estéticas del conocimiento. Formas que reconocemos como ciertas, pero no es posible encontrar palabras que las expresen, porque están más allá de nuestro entendimiento racional, lo que los artistas y místicos llaman «verdades sentidas».

El otro arte, capaz de evolucionar, se basa también en su época espiritual, pero no sólo es eco y espejo de ella, sino que contiene una energía profética vivificadora que actúa amplia y profundamente. La vida espiritual, en la que también se halla el arte y de la que el arte es uno de sus más fuertes agentes, es un movimiento complejo pero determinado, traducible a términos simples, que conduce hacia adelante y hacia arriba. Este movimiento es el del conocimiento. Puede adoptar muchas formas, pero en el fondo mantiene siempre un sentido interior idéntico, el mismo fin.

― Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el arte 

Existimos en un universo dual como lo explica la filosofía oriental, por tanto, no es extraño que tanto la razón como la intuición sean formas de conocimiento que nos impulsan hacia la ciencia y la filosofía o hacia el arte y el misticismo. De hecho, Schelling nos habla de una intuición estética, una suerte de conocimiento que adquirimos a través de la experiencia. 

Bondad y belleza en la experiencia estética 

Para poder experimentar la belleza es necesario contemplar las cosas como son con una actitud positiva sin apegos, esto es sin interés intelectual, interés por su utilidad o bondad moral. 

El problema es que vivir lo bello mediante emociones y sentimientos que nos producen placer conlleva una advertencia de peligro. Porque si nos enfocamos en buscar únicamente aquello que nos hace felices, corremos el riesgo de quedar fuera del campo ético gravitando en una esfera de estética pura.  

Kant advierte el peligro, sin embargo, decide confiar y ver la belleza como un sentimiento desinteresado que no responde a nuestros intereses o deseos.  

Para Howard Gardner, Profesor de Cognición y Educación en la Harvard Graduate School of Education, la verdad, la belleza y la bondad son virtudes que sostienen nuestra existencia: «Tenemos que revisar cosas como la verdad, la belleza y la bondad todo el tiempo. ¿Cómo sería un mundo en el que nadie se pusiera de acuerdo sobre la verdad, en el que ya no hubiera experiencias que la gente llamara hermosas y en el que el bien y el mal fueran indistinguibles?»


Arte | Curva Dominante de Wassily Kandinsky, 1936. Museo Solomon R. Guggenheim, Nueva York, Colección Fundacional Solomon R. Guggenheim.