Si estamos convencidos que Dios existe y lo concebimos como un ser único entonces somos teístas, deístas o panteístas. El teísmo es la concepción de Dios como un Dios personal, único y creador del mundo. Pero a diferencia del deísmo y del panteísmo, el Dios teísta continúa relacionado con nosotros e involucrado con su creación, conservando, protegiendo y gobernando el mundo.
Por otra parte, el teísmo describe al Dios de las tradiciones judías y cristianas, es decir, un Dios creador del mundo, amoroso y protector que cuida de todas sus criaturas. Además, defiende la posibilidad de conocer tanto la existencia de Dios como su naturaleza y atributos. Cabe anotar que cuando la filosofía trata la naturaleza de Dios se refiere a este Dios.
La reflexión teísta nos presenta un Dios que es causa o primer principio de todas las cosas, creador de todo el ser y no sólo de la materia. Estos argumentos no hacen referencia a la fe o a la revelación, en su lugar, se apoyan en conceptos con significado racional y buscan probar la coherencia de la creencia religiosa o la verdad del teísmo.
Las cinco vías
Santo Tomás de Aquino es posiblemente el teólogo católico más importante de la historia. En la Suma Teológica, Santo Tomás nos dice que la existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas, conocidas como Quinque Viae (Cinco vías).
1. Movimiento
Sabemos que en el universo todo se mueve, pero todo lo que se mueve es movido por otro. Esto exige necesariamente la existencia de un iniciador del movimiento, es decir, un primer motor no movido por otro, inmóvil.
La primera y más clara es la que se deduce del movimiento… Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro… Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.
― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, ad. 1
2. Causas eficientes
Sabemos que existen las causas eficientes y que no pueden ser causa de sí mismas. Porque nada es causa eficiente de sí mismo. Por tanto, hay que afirmar la existencia de una primera causa.
La segunda es la que se deduce de la causa eficiente… En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden… Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.
― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, ad. 2
3. Contingencia
Sabemos que hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios, que son contingentes. Si todos los seres fueran contingentes no existiría ninguno, pero existen. Por tanto, por fuerza mayor es necesario que exista un ser necesario.
La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan… Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.
― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, ad. 3
4. Grados de perfección
Sabemos que todas las cosas existen según grados, como bondad, belleza o verdad. Por tanto, debe existir el ser que posee toda perfección en grado sumo, respecto del cual establecemos la comparación y del cual participan todas las cosas.
La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas… Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios.
― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, ad. 4
5. Finalidad
Existe un diseño o un fin en el mundo. Sabemos que seres inorgánicos actúan con un fin, pero al carecer de conocimiento e inteligencia ha de existir un ser inteligente que haya pretendido la finalidad que se observa en todo el universo.
La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas… Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
― Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, ad. 5
De esta manera, las cinco vías de Tomás de Aquino definieron a Dios como el Motor Inmóvil, la Primera Causa, el Ser Necesario, el Ser Absoluto y el Gran Diseñador. No obstante, si bien La Iglesia Católica Romana considera las primeras tres vías -conocidas como Argumentos Cosmológicos- como evidencia concluyente para establecer la existencia de Dios, estos argumentos no escapan a la crítica científica ni filosófica.
Los valores de Dios según el teísmo
Además de crear el universo el Dios teísta está comprometido con su gobierno, nos ama y nos ofrece recompensas incluyendo la posibilidad de la vida eterna. Pero también espera amor de parte de nosotros, demanda que lo amemos a Él, al prójimo y a toda su creación exigiendo un compromiso de vida. Aquí no es suficiente el asentimiento intelectual.
Al respecto, san Agustín decía que el sentido de nuestra vida como individuos y como humanidad se expresa en la lucha entre el amor a Dios y el amor a uno mismo. El primero es benevolente y desinteresado mientras que el segundo es un amor egoísta.
Dos amores fundaron, pues, dos ciudades, a saber: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena, y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, y la segunda, en Dios, porque aquélla busca la gloria de los hombres, y ésta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia.
― San Agustín, La ciudad de Dios
Teísmo: Dios es amor
Los valores de Dios según el teísmo se refieren a la dimensión de lo sagrado, esto es lo magnánimo, misericordioso y lo piadoso, completamente en contraposición a lo innoble y lo inclemente. Estos valores se derivan del amor, pero no entendido como eros, sino como ágape, en toda su connotación sagrada.
La palabra amor tiene muchos significados diferentes en español, pero la palabra griega ágape -utilizada en el Nuevo Testamento- significa respeto, afecto, benevolencia, buena voluntad y preocupación por el bienestar de la persona amada.
Después de decir «Ama al Señor tu Dios» es el más importante de los mandamientos, Jesús continuó,
Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.
― Marcos 12:31