¿Somos buenos o malos por naturaleza? 

¿Somos buenos o malos por naturaleza? Todos hemos oído hablar de personas malvadas en la historia, personas que han causado destrucción y muerte y todo lo que conlleva, como Saloth Sar, conocido como Pol Pot (1925-1998) primer ministro de Camboya, Pol Pot fue responsable de la muerte del 25% de la población. En los registros históricos aparece como el único hombre que ha ordenado un genocidio oficial contra todo su país. En el otro extremo del espectro está Agnes Gonxha Bojaxhiu (1910–1997), también conocida como Santa Teresa de Calcuta o Madre Teresa de Calcuta, quien dedicó 45 años de su vida a ayudar a los más pobres y vulnerables. 

Naturaleza humana 

La naturaleza humana se refiere a la esencia de lo que es ser humano, esto es el conjunto de cualidades que hacen que seamos aquello que somos y no otra cosa. En principio se trata de un conjunto de características que tenemos de manera natural y que encierra formas de pensar, sentir y de actuar. 

La conexión entre la naturaleza humana y el valor moral tiene diversas implicaciones para casi todos los ámbitos de la vida. Ya que nuestras decisiones están en gran medida condicionadas por lo que creemos que son las alternativas y, estas, a su vez, se fundamentan en las suposiciones que tenemos sobre la naturaleza humana, es decir, si somos buenos o malos.  

Todos nuestros juicios de valor presuponen y siguen la visión que tenemos de nuestra naturaleza. Sin una opinión al respecto, sin un punto de vista, ya sea consciente o no, explicito o implícito, nadie puede entrar al campo de la ética o de la política ni tomar decisiones prácticas de ningún tipo.  

En otras palabras, si no tenemos una idea sobre nuestra naturaleza, no podemos saber si podemos ser justos, libres o egoístas, si estamos a favor del capitalismo o en contra, si preferimos una sociedad conservadora o liberal, si debemos enviar a los hijos a una escuela progresista o Montessori, y así sucesivamente.  

Ahora bien, la opinión de que el concepto de naturaleza humana representa la base misma de la moralidad implica que, si nuestra comprensión de la naturaleza humana es errónea o incompleta, nuestros juicios morales también son erróneos o incompletos. Por ejemplo, si recomendamos el castigo porque creemos que ayuda a las personas a ser mejores personas, pero esa creencia es errónea, entonces nuestros juicios sobre el castigo no son confiables. Por tanto, es necesario una comprensión adecuada de lo que es nuestra naturaleza.  

Detalle, El Jardín del Edén

Biología: el contexto importa 

Partiendo de la teoría de la evolución de Darwin, nuevas investigaciones explican que hemos desarrollado comportamientos que aumentan nuestras posibilidades de supervivencia y reproducción. Esto significa que evolucionamos para satisfacer nuestros imperativos biológicos, los cuales garantizamos al cooperar con otros seres humanos. 

Específicamente, a la pregunta de si somos buenos o malos por naturaleza, la biología nos dice que adquirimos los rasgos del bien y del mal a través tanto de la selección natural como de los procesos genéticos. Por consiguiente, es posible poseer rasgos buenos y malos al mismo tiempo.  

En cuanto los observamos, todos identificamos la virtud y el vicio, ya que las virtudes son acciones que benefician a los demás, mientras que los vicios implican actos egoístas. Ahora bien, nuestra capacidad innata de evitar el dolor nos hace menos propensos a comportamientos egocéntricos. De igual manera, disfrutamos del placer y experimentamos indirectamente el placer cuando hacemos felices a los demás. 

Asimismo, biológicamente somos fuertemente prosociales, porque cuando estamos en un entorno estable y seguro que nos proporciona comida suficiente, nos beneficiamos de una biología moral que mantiene nuestro lugar en la sociedad humana y nos ayuda a asegurar nuestros imperativos biológicos. La cuestión es que somos una especie altamente adaptativa, en entornos inestables, estresantes, inseguros y de escasos recursos, pasaremos por encima de quien sea, si eso nos ayuda a sobrevivir. 

La bondad puede evolucionar, al menos cuando las condiciones adecuadas se dan en grupos de individuos que presentan buenos rasgos tienen más probabilidades de sobrevivir y reproducirse que cualquier otro tipo de grupo. El problema de la bondad es su vulnerabilidad a la subversión desde dentro. En la medida en que la selección se basa en las diferencias de aptitud dentro de los grupos, los rasgos asociados a la maldad son el resultado esperado. 

— David Sloan Wilson, Evolution for Everyone: How Darwin’s Theory Can Change the Way We Think About Our Lives  

Todos vacilamos entre el bien y el mal 

Los buenos rasgos son resultado de la selección natural. Sin embargo, tanto el altruismo como el egoísmo pueden evolucionar dentro de nosotros. Por tanto, podemos cooperar con otros para alcanzar un resultado beneficioso conjunto, pero también podemos explotar a otros para alcanzar el éxito individual. 

El quid de la cuestión es que el concepto evolutivo de la adaptación frecuentemente se aparta de lo que consideramos benigno en el sentido cotidiano de la palabra. Las adaptaciones pueden ser el epítome del egoísmo miope, incluso perjudiciales para todos a largo plazo.  Esto es profundamente amenazador porque parece que el mundo no es ni puede ser nunca como deseamos, que nuestras utopías son meras ilusiones reconfortantes. Es frecuente responder de varias maneras, todas ellas insatisfactorias. 

— David Sloan Wilson, Evolution for Everyone: How Darwin’s Theory Can Change the Way We Think About Our Lives  

Desde la perspectiva biológica el contexto importa, no es sabio ignorar el contexto social más amplio. Por ejemplo, en un mundo de cazadores-recolectores donde la distribución de alimentos era algo común, los horrores de la tiranía de Pol Pot no existían. Las estructuras de poder autoritarias surgen sólo en sociedades complejas. 

Filosofía: somos buenos vs somos malos 

A la pregunta por la bondad o maldad de nuestra naturaleza la filosofía nos da tres respuestas: I) somos perversos por naturaleza, II) somos buenos por naturaleza y III) no somos ni buenos ni malos por naturaleza. Así, históricamente, las ideas se han dividido en dos campos en el debate de la moral: somos buenos vs somos malos.  

I) Somos perversos por naturaleza 

Maquiavelo nos presenta como personas egoístas y malvadas, estúpidas e irracionales, según él, nuestra naturaleza no responde a los altos ideales de la moral, sino lo contrario, siempre actuamos de la misma manera impulsados por apetitos insaciables con la violencia como resultado. 

No muy lejos del pensamiento de Maquiavelo encontramos a Thomas Hobbes para quien «cada hombre es enemigo de cada hombre». Hobbes nos describe como desagradables y brutales. Sin embargo, a diferencia de Maquiavelo, no somos naturalmente malvados, más bien, no estamos programados para vivir juntos en sociedades políticas a gran escala. En consecuencia, la sociedad y las reglas mejoran nuestra mala naturaleza. Ahora bien, no podemos negar que Hobbes era optimista, aunque vio sociedades divididas por la guerra, él ofreció una solución: un Estado fuerte. Según él, para poder convivir necesitamos un poder absoluto, una ley autoritaria que regule nuestros impulsos agresivos. 

II) Somos buenos por naturaleza  

En el otro extremo del espectro se encuentra Rousseau, para quien estamos orientados naturalmente hacia el bien, nacemos buenos y libres, y es la sociedad quien nos corrompe. Para Rousseau, somos gentiles y puros, sin embargo, la propiedad privada, la interdependencia económica y la desigualdad generan división social. Precisamente, es la desigualdad económica la que nos convierte en competidores despiadados por el estatus y la dominación. Asimismo, son las instituciones políticas y sociales las que nos hacen malvados.  

Rousseau culpa a la sociedad por corromper nuestra buena naturaleza innata, y si bien para él somos buenos por naturaleza, vio sociedades divididas por la desigualdad y profetizó nuestra caída. 

III) no somos ni buenos ni malos por naturaleza 

Entonces, ¿somos buenos o malos por naturaleza? ¿o nos hacemos lo uno o lo otro a medida que crecemos? Kant explica que por naturaleza no somos ni moralmente buenos ni moralmente malos, porque no somos seres morales por naturaleza, sino que devenimos morales. Según Kant, somos una pizarra moral en blanco y la moralidad es algo que aprendemos. 

De manera similar, Erich Fromm explica que no somos ni lo uno ni lo otro, más bien, no poseemos una condición humana natural, no se puede decir que somos buenos o malos, sino que existe en nuestro interior un conflicto humano existencial ligado a nuestra supervivencia. Nos organizamos en comunidades que nos dan protección y seguridad, porque nuestros instintos animales no son suficientes para sobrevivir.

Psicología: somos buenos y malos por naturaleza 

Desde hace algunos años va en aumento el número de investigaciones de la psicología social en el área de la moral, de ahí que muchos investigadores se preguntan si ¿somos buenos o malos por naturaleza? 

La psicología social nos dice que nuestros primeros impulsos son desinteresados y después de todo somos buenos. Todo indica que nuestra bondad ocurre más a menudo entre dos personas, como en las relaciones entre padres e hijos, cuya empatía se extiende a cachorros y cualquier cosa pequeña y tierna. No obstante, ya de pequeños tenemos sesgos que nos llevan a preferir una persona sobre otra y a crear grupos, pero los grupos no son tan buenos, de hecho, también podemos ser inhumanos, dogmáticos, egotistas e hipócritas morales. 

Consideramos que las minorías y los vulnerables son menos que humanos 

¿Qué hay detrás de la inhumanidad del hombre hacia el hombre? Al parecer está la idea de que las minorías y los vulnerables son menos que humanos. Todos somos capaces de ver a aquellos contra quienes tenemos más prejuicios no tan humanos como nos vemos a nosotros mismos. 

Somos ciegos y dogmáticos 

Estamos demasiado seguros de nuestro conocimiento y creemos que nuestras opiniones son superiores a las de los demás, esto nos impide corregir las falsas creencias, incluso negamos los hechos. 1

Creemos que los oprimidos del mundo merecen su destino

Culpamos a los pobres, víctimas de violación, pacientes con SIDA y otros por su destino. Nos convencemos de que se lo merecen, a fin de preservar nuestra creencia en un mundo justo.2

Somos vanidosos y egotistas  

Nos creemos superiores en atractivo, inteligencia, habilidades y cualidades o moralidad. Tenemos una opinión inflada de nosotros mismos. Irónicamente, los menos expertos entre nosotros son los más propensos al exceso de confianza. La mayoría de las personas piensan que están por encima del promedio en inteligencia.3

Asimismo, la mayoría vivimos en una ilusión de superioridad moral. Creemos firmemente que somos justos, virtuosos y morales, pero consideramos a la persona promedio como claramente inferior. Esto lleva a errores de juicio y de percepción moral.4  

Somos hipócritas morales 

Las propias transgresiones son menos objetables moralmente que las mismas transgresiones realizadas por otros. Lo más probable es que los primeros en condenar las fallas morales de los demás son igual de culpables.5

El Jardín del Edén

Teología cristiana: una naturaleza humana caída  

Si bien la teología cristiana concibe la naturaleza humana de dos maneras casi opuestas; por un lado, espiritual, bíblica y teísta, y por otro, natural, cósmica y antiteísta; el enfoque generalizado en nuestras tradiciones religiosas (occidentales) está en la manera espiritual, bíblica y teísta.  

Desde este enfoque los teólogos han sostenido que la humanidad tiene su origen en Dios, nuestro creador, llevamos la imagen de Dios y debemos gobernar el resto de la creación.  

Cabe aclarar que en la Biblia no se encuentra una doctrina de la naturaleza humana. En su lugar, la Biblia aporta sugerencias para posibles descripciones filosóficas de la naturaleza humana, un ejemplo es la Creación como se describe en el Génesis.  

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.  

— Génesis 1:27, Reina-Valera 1960

Siguiendo las sugerencias de la Biblia, la teología cristiana nos dice que la naturaleza humana posee dos elementos, el cuerpo y el aliento o espíritu de vida de Dios. Así, se creó una persona viva y esta persona viva fue hecha a la «imagen de Dios».  

Ahora bien, el hecho de que para Dios la creación fuera buena sugiere que Adán fue creado bueno, pero por la caída de Adán en el pecado, la naturaleza humana se volvió corrupta (aunque conserva la imagen de Dios).  

Como explica Malcolm Jeeves (en su libro Naturaleza Humana: Reflexiones sobre la integración de la psicología y el cristianismo), esto significa que la humanidad como la conocemos no es como Dios la creó. Pasamos de una naturaleza creada, a una naturaleza caída, siendo, así, el pecado original una característica de la naturaleza humana.  

También es importante tener en cuenta el problema del mal, es decir, lo difícil que resulta explicar el mal en el supuesto de un mundo creado por Dios, infinitamente bueno y todopoderoso (omnisciente y omnipotente), y que además lo conserva con su providencia.   

Confucionismo: la naturaleza humana es buena  

En el confucionismo la teoría dominante es la bondad potencial o innata de los seres humanos.  Para Mencio, filósofo confuciano, la naturaleza humana es buena. En principio, la naturaleza humana se trata de la tendencia innata a un estado ideal que se espera que se forme en las condiciones adecuadas. Por tanto, todos tenemos la capacidad de ser buenos, aunque no todos somos buenos.  

Según Mencio, la naturaleza humana posee cuatro principios de moralidad: I) un sentido de compasión que se convierte en benevolencia, II) un sentido de vergüenza y desdén que se convierte en justicia, III) un sentido de respeto y cortesía que se convierte en buena costumbre, y IV) un sentido de lo correcto y lo incorrecto que se convierte en sabiduría.  

La bondad es el resultado del desarrollo de tendencias innatas hacia las virtudes de la benevolencia, la rectitud, la sabiduría y la buena costumbre. Las tendencias se manifiestan en nuestras emociones morales, y la reflexión sobre las manifestaciones de los cuatro principios conduce al desarrollo de las virtudes.  

Todos tenemos predisposiciones emocionales que nos conducen a la bondad. La virtud tiene prioridad sobre la satisfacción, pero la falta de reflexión inhibe el desarrollo moral.  

Otro aspecto importante de esta teoría es que la capacidad del mal no se basa en la naturaleza humana, porque nuestros deseos son predisposiciones naturales distintas de los cuatro principios. Esto quiere decir que podemos ser engañados y extraviados por nuestros deseos si carecemos de motivaciones éticas. De ahí, que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de reflexionar sobre las manifestaciones de los cuatro principios.  

Asimismo, nos volvemos malos no por nuestra constitución, ya que nuestra constitución contiene las predisposiciones emocionales que conducen a la bondad. Nos volvemos malos al no desarrollarnos en la dirección adecuada. 

La moralidad con la que nacemos 

Los bebés tienen bondad innata. En el Centro de Cognición Infantil de la Universidad de Yale, también conocido como The Baby Lab, Karen Wynn y Paul Bloom realizaron un estudio en 2010, donde concluyen que los bebés pueden distinguir el bien del mal, incluso desde los 3 meses de edad. 

Esta investigación revela nuestro instinto básico de preferir comportamientos amistosos a los maliciosos, mostrando que nacemos con un sentido de moralidad, y que somos capaces de emitir juicios morales a una edad más temprana de lo que se pensaba anteriormente.  

Si bien no partimos de una pizarra en blanco, nuestro sentido de la justicia es limitado, porque los bebés no son perfectos. Los padres y la sociedad deben desarrollar aún más las creencias morales innatas. Como explica Bloom: «Somos seres morales por naturaleza, pero nuestro entorno puede mejorar, o tristemente, degradar, este sentido moral innato».

Predisposición genética  

¿Qué nos conduce a matar, robar u a otros crímenes violentos? cada vez más la evidencia arrojada por las investigaciones científicas señala que, en ciertos casos, no solo las circunstancias sociales o psicológicas, sino también la predisposición genética está en juego.  

Por ejemplo, un equipo de investigación internacional ha investigado el trasfondo genético en criminales violentos condenados en Finlandia. Usando muestras de ADN de los participantes, los investigadores realizaron un análisis de asociación de todo el genoma, para determinar si ciertas variantes genéticas eran más comunes en el comportamiento violento extremo, como el homicidio.   

Los investigadores encontraron en dos genes una señal que era más común entre los delincuentes violentos. Esto significa que algunas personas, debido a su composición genética, tienen condiciones menos favorables para controlar sus impulsos agresivos en circunstancias adversas.  

¿Somos buenos o malos por naturaleza? 

Los últimos avances de las investigaciones científicas y filosóficas señalan que la moral es innata y se desarrolla a lo largo de la vida. Esto significa que nacemos con la capacidad de distinguir lo correcto de lo incorrecto, pero no estamos exentos de actuar de forma violenta o egoísta.  

La mayoría de los conceptos morales y formas de pensamiento requieren de una extensa experiencia con el medio social, éstos cambian y se desarrollan con el tiempo en la medida en que interactuamos con el entorno. Sin embargo, hay diferentes variables en juego: nuestra herencia genética, el medio social en el que nos desarrollamos, la educación que recibimos y nuestra psique, todos pueden ser factores determinantes.  

No podemos explicar nuestra naturaleza como completamente malvada. De hecho, todo parece indicar que nuestra naturaleza es inherentemente buena. Que seamos capaces de actos atroces no significa que los humanos estemos predispuestos a la violencia.  

Es importante ser cautelosos con los conceptos opuestos 

Pensar en términos de buenos y malos es engañoso, esto crea un sentido de superioridad moral que nos divide y nos enfrenta. Una vez que etiquetamos a alguien como malvado no queremos entenderlo, lo convertimos en el enemigo.  

El odio es inducido. Pero también lo son la empatía y la tolerancia: la no violencia también se puede enseñar. La maldad de personas como Pol Pot son el resultado de diversas variables en juego, y lo mismo sucede con la virtuosidad -casi patológica- de personas como la Madre Teresa de Calcuta, podríamos decir que estas personas pertenecen a un 5% de la población, mientras que la mayoría de nosotros vacilamos entre el bien y el mal, porque somos buenos y malos por naturaleza. 


Arte | El Jardín del Edén. Británico. Cuarto del siglo XVI. Se encuentra en EL Museo Metropolitano de Arte (THE MET).

  1. Lord, C. G., Ross, L., & Lepper, M. R. (1979). Biased assimilation and attitude polarization: The effects of prior theories on subsequently considered evidence. Journal of Personality and Social Psychology, 37(11), 2098-2109. ↩︎
  2. kelvin J. Lerner and Carolyn H. Simmons. Observer’s reaction to the «inocent victim»: compassion or reaction? Journal of Personality and social Psychology. 1966, Vol. 4, No. 2, 203-210. ↩︎
  3. Patrick R. Heck, Daniel J. Simons, Christopher F. Chabris. 65% of Americans believe they are above average in intelligence: Results of two nationally representative surveys. Published: July 3, 2018. DOI: 10.1371/journal.pone.0200103 ↩︎
  4. Ben M. Tappin, Ryan T. McKay First Published October 19, 2016 Research Article The Illusion of Moral Superiority. First Published October 19, 2016 DOI: 10.1177/1948550616673878 ↩︎
  5. Piercarlo Valdesolo, David DeSteno. The duality of virtue: Deconstructing the moral hypocrite Department of Psychology, Northeastern University. Received 2 July 2007, Revised 2 January 2008. DOI: 10.1016/j.jesp.2008.03.010 ↩︎