Rousseau: somos libres por naturaleza

Para Jean-Jacques Rousseau somos libres por naturaleza. Desde esta perspectiva, en su libro El contrato social: o los principios del derecho político, también llamado El contrato social, explica, entre otras cosas, el origen y el propósito del Estado y de los derechos humanos. 

Para empezar, Rousseau no comparte la opinión de Hobbes ni de Locke, de que nos beneficiamos más si vivimos en un Estado bien constituido, en lugar de vivir en el estado natural. 

Según él, la libertad pura y la civilización son conceptos incompatibles, ya que renunciamos a nuestra libertad al dar a otros la responsabilidad de legislar. 

Somos libres, pero estamos encadenados: «El hombre ha nacido libre y, sin embargo por todas partes se encuentra encadenado». Si bien en el contexto histórico en el que Rousseau planteó sus ideas, las relaciones de poder giraban en torno al soberano y los súbditos, su poder total no difiere mucho de los gobiernos totalitarios que conocemos en la actualidad.

Según Rousseau somos libres, iguales y felices por naturaleza

Las personas somos buenas en el estado natural, es la sociedad la que nos vuelve personas malas. De manera bastante gráfica, Rousseau explica el inicio de la sociedad civil como el origen de la desigualdad y de muchos de nuestros males. Rousseau estaba convencido que somos libres, iguales y felices por naturaleza, la sociedad es el origen de la desigualdad humana. 

El primero, a quien, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y encontró gentes lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil, ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores hubiera ahorrado al género humano aquel que, arrancando las estacas o rellenando la zanja, hubiera gritado a sus semejantes: «Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie!». 

― Rousseau, Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres 

En consecuencia, necesitamos una forma de asociación que proteja y defienda la igualdad y la libertad individual. 

Retrato de Jean-Jacques Rousseau por Allan Ramsay, 1766.

¿Cómo podemos formar parte de una sociedad sin comprometer nuestra libertad?

Por un lado, nuestra supervivencia como individuos depende de la propia fuerza y libertad. Por otro lado, también es necesaria una vida en sociedad que proteja, precisamente, dicha libertad. 

Si bien la sociedad es el origen de la desigualdad humana, también es nuestra única posibilidad de libertad. Por tanto, como seres sociales debemos encontrar una forma de asociación que nos defienda y proteja de toda fuerza común. 

Esta forma de asociación la encontramos en el contrato social, el cual debe ordenar la vida social. Para Rousseau, el pacto social debe exaltar la soberanía popular y apelar al carácter constitutivamente moral de la sociedad; de manera que los ideales de libertad e igualdad sean reales para todos. 

«Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y queda tan libre como antes». Tal es el problema fundamental, al cual da solución el Contrato social.

― Jean Jaques Rousseau, Contrato Social 

En el contrato social todos debemos ser libres. Porque todos perdemos el mismo número de derechos e imponemos los mismos deberes a todos. 

La «voluntad general»

La voluntad general constituye el bien común y se construye mediante plebiscito directo. Ahora bien, esta suma de fuerzas sólo es posible si todos los ciudadanos conservamos un interés activo y progresivo en las leyes. El pacto social debe encerrar la «voluntad general» (volonté générale) como única instancia capaz de generar derecho. 

Por tanto, si se elimina del pacto social lo que no le es de esencia, nos encontramos con que se reduce a los términos siguientes: «Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y nosotros recibimos además a cada miembro como parte indivisible del todo». 
Este acto produce inmediatamente, en vez de la persona particular de cada contratante, un cuerpo moral y colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual recibe de este mismo acto su unidad, su yo, su vida y su voluntad. 

― Jean Jaques Rousseau, Contrato Social 

Rousseau nos dice que somos libres por naturaleza, pero, mediante la ratificación de la voluntad general, pasamos de manera voluntaria del estado de naturaleza a una sociedad estructurada por leyes creadas por nosotros mismos, y a las cuales nos sometemos por el bien común. 

Igualmente, el pueblo soberano está formado por toda la población y representa la voluntad general. El pueblo soberano es el poder legislativo dentro del Estado. Sin embargo, el gobierno es una institución separada del organismo soberano. Así, cuando el gobierno excede los límites establecidos por el pueblo, la misión del pueblo es abolir dicho gobierno y comenzar de nuevo. 

Todo esto obviamente requiere de educación, por lo que Rousseau propuso una «educación por las cosas», libre, sin influencias sociales ni vínculos afectivos, con lo que los ciudadanos permaneceríamos independientes de la sociedad, y desarrollaríamos el deseo del bien común. 


Arte | Retrato de Jean-Jacques Rousseau por Allan Ramsay, 1766. Se encuentra en la Galería Nacional de Escocia (National Galleries of Scotland), Edinburgh, Reino Unido.