Rousseau: somos buenos por naturaleza

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Thomas Hobbes escribió en 1651 que la vida en la naturaleza -nuestro estado natural fuera del poder político- es «solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta». Cien años después, Jean-Jacques Rousseau replica que somos buenos por naturaleza. Para él, nuestra naturaleza es esencialmente buena y podríamos haber vivido vidas pacíficas y felices, mucho antes del desarrollo de algo parecido al estado moderno. 

Rousseau nos dice que somos buenos por naturaleza, lo que explica como nuestro estado antes de ser influenciados por fuerzas externas. Ahora bien, los primeros impulsos de la naturaleza son siempre rectos y los vicios no son cosas naturales en nuestros corazones. Por tanto, no hay maldad inherente en nuestros corazones y estamos naturalmente inclinados hacia el bien.

Nacemos sensibles, y desde nuestro nacimiento nos afectan de diversa forma los objetos que nos rodean. Luego de que tenemos, por así decirlo, la conciencia de nuestras sensaciones aspiramos a poseer o evitar los objetos que las producen, primero, según sean aquellas gustosas o desagradables; luego, según la conformidad o discrepancia que entre nosotros y esos objetos hallamos; y finalmente, según el juicio que acerca de la idea de felicidad o perfección que nos ofrece la razón nos formamos. Estas disposiciones de simpatía o antipatía crecen y se fortifican a medida que aumentan nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia, pero, limitadas por nuestros hábitos, las alteran –a veces más, a veces menos– nuestras opiniones. Antes de que se alteren, constituyen lo que yo llamo naturaleza.

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio 

La vida social nos pervierte con sus males y sus vicios 

Si bien no existe perversidad original en nuestros corazones, sí hay una única pasión que nace en nuestros corazones: el amor a sí mismos. Pero esta pasión no es ni buena ni mala, se torna lo uno o lo otro según las circunstancias en que nos desenvolvemos. En otras palabras, nacemos buenos y libres ajenos al vicio y al error, es la sociedad quien nos corrompe.  

Rousseau dice, en su tratado, que estamos descontentos con todo en su estado natural y afirma que todo degenera en nuestras manos. Esencialmente, necesitamos trabajar con la naturaleza no contra ella. 

Todo es perfecto cuando sale de las manos de Dios, pero todo degenera en las manos del hombre. Obliga a una tierra a que dé lo que debe producir otra, a que un árbol dé un fruto distinto; mezcla y confunde los climas, los elementos y las estaciones, mutila su perro, su caballo y su esclavo; lo turba y desfigura todo; ama la deformidad, lo monstruoso; no quiere nada tal como ha salido de la naturaleza, ni al mismo hombre, a quien doma a su capricho, como a los árboles de su huerto.

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio 

Las necesidades cambian según nuestra situación 

En estado primitivo tenemos necesidades diferentes a las que tenemos como personas civilizadas. Las necesidades cambian según nuestra situación. Rousseau parte de la tesis del buen salvaje, según la cual en nuestro estado natural y primitivo somos buenos y felices, es la vida social la que nos pervierte con sus males y sus vicios. 

Los hombres no son para que vivan amontonados en hormigueros, sino esparcidos sobre la tierra que deben cultivar. Mas ellos se reúnen y ellos se corrompen. Las enfermedades del cuerpo, así como los vicios del alma, son el efecto infalible de esta concurrencia. El hombre es, de todos los animales, el que menos puede, vivir en manada, y los hombres hacinados como carneros se morirían en poquísimo tiempo. El aliento del hombre es mortal para sus semejantes. Esta expresión no es menos verdadera en sentido propio que en sentido figurado. Las ciudades son el sumidero de la especie humana. 

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio

Rousseau anota que nuestra decadencia comenzó con la perfección de la agricultura y la industria. Su desarrollo nos llevó a la propiedad privada, interdependencia económica y desigualdad. No obstante, al mismo tiempo, la desigualdad nos convirtió en competidores despiadados por el estatus y la dominación. 

Jean-Jacques Rousseau herborisant dans la campagne

Según Rousseau somos buenos por naturaleza, pero necesitamos ayuda 

De la misma manera como la desigualdad engendra la división social, las instituciones políticas y sociales nos hacen malvados, como lo somos ahora. Si bien para Rousseau somos buenos por naturaleza no nos pueden dejar a nuestras nociones y conducta, ya que, sin duda, el resultado sería el más absurdo de los seres humanos. Porque estamos bajo la influencia de la autoridad y los prejuicios, y otras cosas más que sofocan nuestra naturaleza. 

En el estado de las cosas, el hombre más abandonado desde su nacimiento sería el más desfigurado de los mortales. Las preocupaciones, los prejuicios, la autoridad, el ejemplo, y todas las instituciones sociales en las que vivimos sumidos, apagarían en él su natural modo de ser y no habría nada que los sustituyese. Sería como un arbolito que por azar nace en medio del camino y que los transeúntes matan sacudiéndolo y doblegándolo para todos lados.

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio 

Rousseau vio las sociedades divididas por la desigualdad y anunció nuestro declive. No obstante, la idea de Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza es la idea que abre la posibilidad de la educación. 

Se consiguen las plantas con el cultivo, y los hombres con la educación. Si el hombre naciera grande y fuerte, su talla y su fuerza le serían inútiles hasta que aprendiera a servirse de ellas y, luego, abandonado a sí mismo, se moriría de miseria antes de que los demás comprendiesen sus necesidades. Hay quien se queja del estado de la infancia, y no se da cuenta de que la raza humana habría perecido si el hombre no hubiese empezado siendo un niño.

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio 

La educación es necesaria porque necesitamos una intervención externa para desarrollar nuestra propensión natural al bien. 

Nacemos débiles y necesitamos fuerzas: venimos al mundo desprovistos de todo y necesitamos ayuda. Nacemos sin luces y necesitamos de inteligencia. Todo lo que nos falta al nacer, que ya necesitamos siendo adultos, nos lo da la educación.

― Jean-Jacques Rousseau, Emilio 

Arte | Jean-Jacques Rousseau herborisant dans la campagne (Jean-Jacques Rousseau herborizando en el campo), por Mayer (dibujante), 1806. Se encuentra en Bibliothèque nationale de France