¿Qué es la vida?

Hasta hace menos de cincuenta años la vida tenía una definición simple: comenzaba con el primer aliento de un bebé y terminaba con el último aliento de una persona. En la actualidad es más complicado, la ciencia médica alteró nuestra comprensión de los límites. 

Hay muchos intentos diferentes para obtener una definición integral de la vida, dependiendo de la perspectiva y la disciplina, ya sea biológica, química, física, filosófica, etc. 

La cuestión es que no existe una definición científica de la vida aceptada por todos. De hecho, resulta difícil encontrar una definición precisa. 

Por ejemplo, la Real Academia Española define la vida como la fuerza o actividad esencial, mediante la que obra el ser que la posee. Por su parte, la Enciclopedia Herder la define como el término simultáneamente biológico y filosófico, con el que se caracteriza el conjunto de propiedades de los organismos diferenciados de la pura materia inerte. 

«Qué es la vida» es la pregunta fundamental de la biología (ciencia de los seres vivos) 

La biología explica que todos los seres vivos (conocidos) estamos constituidos por los mismos componentes: ácidos nucleicos y proteínas. Además, tenemos la propiedad de la transcripción de nuestro código genético. 

Desde la perspectiva biológica, el Oxford English Dictionary anota que la vida es la «condición que distingue a los animales, plantas y otros organismos de la materia inorgánica o inanimada, caracterizada por la actividad metabólica continua y la capacidad para funciones tales como crecimiento, desarrollo, reproducción, adaptación al entorno y respuesta a la estimulación».

Según la biología compartimos una unidad estructural, algo así como un alfabeto que comprende el código genético universal, válido tanto para un microorganismo como para una ballena azul. 

El fenómeno vital se comprende mejor desde esta unidad estructural. Por un lado, nos muestra unas características universales compartidas por todos los seres vivos en la Tierra. Por otro lado, nos señala que todos los seres vivos tenemos un origen común y evolucionamos. 

 ¿Qué hace a un ser vivo, vivo? 

De esta pregunta se ocupa La red de institutos de investigación científica en Alemania de La Sociedad Max Planck, para la Promoción de la Ciencia (Max-Planck-Gesellschaft zur Förderung der Wissenschaften). 

Los investigadores de la MPG investigan los mecanismos fundamentales de la vida. De esta manera ayudan a esclarecer qué distingue a los seres vivos de la materia inanimada y cómo surgió la vida. 

Los hallazgos señalan que la vida se caracteriza por unas propiedades concretas, o también llamada lista de verificación. Para entrar en la categoría de vivo, un ser debe cumplir con una serie de requisitos enumerados en la lista de verificación. 

Solo para hacernos una idea, estas son las propiedades concretas: 

Compartimientos: los seres vivos están formados por o al menos una célula, un espacio encerrado por una membrana celular. En este contenedor (compartimento) tienen lugar todos los procesos de vida bioquímica. 

Programa: Existe un portador de información, es decir, un programa o un plan genético, que se traduce en macromoléculas (proteínas) con una función. El programa puede ser archivado y enviado. 

Metabolismo: Además, el sistema debe mantener continuamente el metabolismo en contacto con el medio ambiente para conservarse y reproducirse. Dado que los seres vivos son sistemas químicos termodinámicamente abiertos, se ven obligados a intercambiar constantemente sustancias y energía con el medio ambiente. 

Catálisis: En las células vivas, ocurren reacciones químicas complejas que consumen energía. Para que esto pueda funcionar lo suficientemente rápido, se necesitan ciertos catalizadores, las enzimas. La catálisis específica es esencial para la vida, tal como la conocemos en la tierra. 

Regulación: los organismos son sistemas abiertos que deben mantenerse en estado estable mediante un flujo constante de energía y materia. Esto solo es posible mediante una regulación precisa de todos los procesos metabólicos. El estado constante del ambiente interno también se llama homeostasis. 

Crecimiento: la propagación requiere crecimiento. Y el crecimiento es el resultado de procesos metabólicos anabólicos. Una célula crece hasta que se divide y forma células hijas. 

Reproducción: La información genética, el programa, se puede duplicar y transmitir a las células hijas. Esto asegura que el portador de información se transmita a las generaciones futuras. El proceso bioquímico se llama replicación. 

Adaptación / Evolución: En el curso de la reproducción, también puede haber cambios causados por mutaciones aleatorias en el portador de información. Las crías modificadas levemente tienen una ventaja de supervivencia y un mayor éxito reproductivo en ciertas condiciones ambientales y transmiten esta mutación a las generaciones futuras. 

Biología sintética del sitio web del MPG 

Hasta hoy el fenómeno vital sigue siendo sumamente complejo y difícil de comprender. Los investigadores aún no han encontrado una definición que abarque todo. 

Diferencia entre lo vivo y lo inerte 

La visión de la filosofía difiere un tanto de la perspectiva biológica, si bien la vida puede explicarse a partir de propiedades bioquímicas de la materia, esto todavía no explica la diferencia entre lo vivo y lo inerte. 

Estamos convencidos que todos los seres vivos compartimos ciertos rasgos que definen el fenómeno vital como el nacimiento, el metabolismo, la reproducción, la evolución y la capacidad de adaptación al medio. 

Sin embargo, estamos equivocados. Ninguno de estos rasgos tomado por separado es suficiente para caracterizar a los seres vivos. Por ejemplo, los virus tienen muchas de las propiedades de la vida, pero no tienen una estructura celular, no pueden reproducirse sin un anfitrión y no está claro que mantengan la homeostasis o si lleven a cabo su propio metabolismo. 

Igualmente, hay cristales que son considerados inertes, pero presentan propiedades de reproducción semejantes a las propias de los seres vivos. 

Sin importar cuál sea la definición de la vida siempre tendremos el problema de demarcación entre lo vivo y lo inerte, porque tanto las propiedades de autoorganización como las del nacimiento, crecimiento y muerte también las encontramos en el mundo considerado inerte. 

A esto se suman las nuevas teorías de la biogénesis que señalan las limitaciones de nuestro conocimiento de la vida. Porque la investigación sólo toma en consideración la vida de la Tierra. Ahora bien, no es seguro que toda forma de vida deba estar constituida igual que nosotros, es decir, por la química del carbono y del agua. 

Lo que cuenta como vida aún se está definiendo. Por consiguiente, la cuestión de qué significa estar vivo sigue sin resolverse. 

Niña y niño en la hierba de Berthe Morisot, 1875.

La vida es insondable 

Algunos filósofos están convencidos que la vida debe ser explicada desde un principio vital que no se reduzca a las propiedades fisicoquímicas o bioquímicas de la materia. 

Wilhelm Dilthey es uno de ellos, para él, la vida no puede comparecer ante el tribunal de la razón, ésta es insondable y solo se conoce «desde dentro». 

Según Dilthey, únicamente podemos entender las expresiones de experiencia. Pero, nunca la vida misma. Porque la vida es el nombre que le damos a una unidad estructural que posee un carácter transformador. 

La vida es comprensible en la medida en que produce formas objetivas de expresión. Su significado se desarrolla a través de la interacción de reglas semánticas, sintácticas y pragmáticas. 

Por consiguiente, podemos reconstruir la vida desde una estructura lógica pero nunca podremos entenderla. Para Dilthey «la vida se articula», por lo tanto, debe ser vista de acuerdo con tres aspectos: 

  1. Como un proceso biológico: La vida es incomprensible pero explicable. 
  2. Como experiencia y acción. La vida es segura de sí misma, pero ni explicable ni comprensible. Es, pero no tiene sentido. 
  3. Como una vida articulada, como una «Gestalt». La vida siempre es comprensible en principio y tiene un significado, pero no se puede explicar, porque «explicar» es solo un término técnico para los procesos cognitivos desde la perspectiva del observador. 

Si contemplamos el conjunto de las cambiantes experiencias de la vida, surge la faz de la vida misma, llena de contradicción, al mismo tiempo vida y ley, razón y arbitrariedad, mostrando siempre aspectos nuevos y, si clara acaso en los detalles, en su totalidad misteriosa. El alma trata de abarcar en un todo la trama vital y las experiencias que sobre ella se montan, pero no puede. El centro de todas las incomprensiones lo encontramos en la generación, el nacimiento, el desarrollo y la muerte. 

― Wilhelm Dilthey, Teoría de las concepciones del mundo 

¿Dónde comienza y termina la vida? 

En el siglo XIII, Tomás de Aquino estaba convencido que la vida comenzaba con el pataleo del bebé en el vientre de la madre. Hoy en día no podemos decir con certeza dónde exactamente comienza y termina la vida. 

Una de las ideas básicas de la biología moderna es que la vida es continua, con células vivas que dan origen a nuevos tipos de células. Por ello, para algunos la vida comienza en el momento en que el espermatozoide se fusiona con un óvulo, pero otros creen que el límite es más borroso. 

¿Comienza la vida cuando el óvulo y el espermatozoide se unen, antes de que el cigoto se adhiera a la pared uterina? ¿Comienza la vida cuando el sistema nervioso se comienza a formar? o ¿comienza la vida con el inicio de la conciencia? 

La gente pregunta cuándo comienza la vida, como si hubiera un momento agudo, pero una de las dificultades es que todos los límites propuestos están llenos de problemas.

― Jonathan Glover, director del Centro de Derecho Médico y Ética del King’s College de Londres 

La línea entre la vida y la muerte es un tanto borrosa

Todavía debatimos sobre el momento exacto en que inicia la vida, así como el momento exacto en que esta vida deja de serlo. 

Desde la medicina la muerte es relativa. En el mundo de hoy no es desconocido que, gracias a los avances médicos modernos, personas con muerte cerebral o cuyo corazón ha dejado de latir han sido devueltas a la vida. Desde esta perspectiva, la verdadera muerte es cuando no hay posibilidad de resucitar. Es el punto de no retorno. 

Los avances tecnológicos nos permiten salvar bebés tan pequeños, que pesan menos de 500 gramos y caben en la palma de la mano. Algunos se desarrollan como niños normales, otros dependen completamente de la tecnología para sobrevivir y jamás abandonan los hospitales. Quién vive y quién muere son decisiones tomadas por la tecnología en la mayoría de los casos. 

El mismo dilema se presenta al final de la vida. Hasta hace poco la falta de pulso o de respiración significaba que la persona había muerto. No conocíamos el concepto de muerte cerebral. 

No hay un criterio único para establecer la muerte, más bien se emplea una combinación de factores como la respiración, pulso, respuesta nerviosa, actividad eléctrica en el cerebro (EEG plano, electroencefalograma), etc. 

Así pues, personas que hasta hace poco habrían muerto por causas naturales, hoy son conectadas a máquinas que las ayudan a seguir con vida. 

Cuestiones legales y éticas 

Estamos bastante seguros de poder ver la diferencia entre lo vivo y lo inerte. También de poder ver la diferencia entre alguien que está vivo y alguien que está muerto. La cuestión es que, probablemente, estamos equivocados. Se trata de una línea muy borrosa, un punto de discusión entre filósofos, profesionales médicos, científicos, abogados y psicólogos. 

Para algunos, es importante si estamos vivos o no, para otros, lo que importa es ser una persona con derechos e intereses. Así, los límites de lo que entendemos como «vida» y «estar vivo o muerto» determinan quién vive y quién muere. 

En consecuencia, los problemas de la vida y la muerte conllevan algunos de los dilemas éticos más difíciles. Por ejemplo, la muerte legal significa que legalmente una persona ya no existe, y que ya no es adecuado continuar tratando de proporcionar asistencia médica. Asimismo, dónde colocamos la línea de la vida resulta en un compromiso político para garantizar que, en interés de la ciencia, no se hagan cosas horribles a los embriones humanos. 

Asimismo, decisiones como elegir entre prolongar la vida o aliviar el sufrimiento generan conflictos que se manejan en silencio por las partes involucradas. No obstante, las disputas que no pueden ser resueltas terminan en los tribunales. 


Arte | Niña y niño en la hierba de Berthe Morisot, 1875. Se encuentra en la Biblioteca Museo Morgan, Nueva York.