Pufendorf y los dos pactos

En relación con el contrato social, para Samuel Pufendorf no se trata de un pacto, sino de dos. Comprender los dos pactos de Pufendorf es el primer paso para comprender la constitución política. 

Pufendorf comparte la idea de Hobbes de un egoísmo inicial, de hecho nos concibe como amantes de sí mismos. Sin embargo, contrario a Hobbes -para quien somos enemigos para los demás y por tanto el contrato social es necesario para darnos seguridad-, más bien nos ve como seres débiles y desamparados que necesitan de la vida en sociedad. Pufendorf explica, en De iure naturae et gentium (libri octo), que no somos del todo peligrosos, precisamente, porque somos seres sociables. 

El estado de naturaleza no es un estado de guerra o conflicto, sino de paz. La cuestión es que ya se ha producido el pecado original en nosotros. Y, si bien, no somos del todo peligrosos, no somos tampoco del todo inocentes. La paz es débil e insegura, por tanto, necesitamos la disciplina para poder vivir de manera segura. 

Es un hecho que necesitamos el Estado. Pero, para Pufendorf, éste no es más que la suma de voluntades individuales que lo constituyen. A saber, un contrato social corresponde a un primer pacto de unión que da origen a la sociedad civil y un contrato político. Un segundo pacto de sumisión por el que se confiere poder al Estado de gobernar a la sociedad. Esto significa que primero nos constituimos como pueblo, antes que el gobernante. En consecuencia, es como individuos unidos que establecemos las condiciones que regulan la función del gobernante. 

De esta manera, Pufendorf va más allá de la idea asbsolutista de Hobbes, quien eliminó el pacto de sumisión para establecer el Estado como poder absoluto: «Para que una multitud, es decir, muchos hombres, sean una Persona, a la que pueda atribuirse un acto y a la que correspondan ciertos derechos, a diferencia de los que tienen sus miembros particulares en cuanto tales, derechos que ningún miembro particular puede pretender atribuirse aisladamente, es necesario que hayan unido primero sus voluntades y fuerzas mediante pactos sin los cuales es imposible entender cómo pueda hacerse la unión (conjunctio) de quienes son iguales por naturaleza.» 

Unidos establecemos las condiciones que regulan la función del gobernante. Precisamente, es el pueblo el que determina la forma de gobierno, y sólo mediante el poder del colectivo podemos alcanzar la seguridad para todos los ciudadanos. De ahí la importancia de comprender los dos pactos de Pufendorf. 

Otro aspecto importante de las ideas de Pufendorf es el contrato político como generador de deberes: el deber de obediencia de los ciudadanos, y el deber de promoción del orden y bienestar general por parte del gobernante.