El perdón es la decisión consciente y deliberada de liberar sentimientos de resentimiento o venganza hacia una persona o grupo que nos ha lastimado, independientemente de si el perdón es merecido o no.
Sinónimos
Absolución, indulto, amnistía, condonación, clemencia, indulgencia, gracia, compasión, generosidad, dejar ir, no resentir.
Etimología
La palabra perdonar viene de la voz patrimonial del latín tardío perdonare, derivado de donare dar. De la raíz indoeuropea de dar. Perdonar se forma del prefijo per que indica una acción completa y total, y donare que significa regalar. El prefijo per intensifica el verbo que acompaña, dar. Por tanto, perdonar es un acto de dar en completa generosidad.
En inglés, for-give; francés, par-donner; italiano, per-donare; y en alemán, ver-geben.
Definición
Para la Real Academia Española el perdón es la acción de perdonar. Es decir, remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa, y exceptuar a alguien de la obligación que tiene.
Introducción
Para la filosofía perdonar es responder de una manera particular a alguien que ha tratado mal o equivocadamente a alguien. Básicamente, el perdón se refiere a un tipo de respuesta personal a las malas acciones y a aquellos que nos hicieron daño. Igualmente, es importante tener en cuenta que la palabra perdón presenta diferentes connotaciones:
Absolver: quitar o liberar a alguien de un cargo u obligación. Al perdonar lo que hacemos es declarar de libre responsabilidad penal o moral a alguien que ha sido acusado de algo.
Condonar: olvidar o anular una deuda o una pena. Cuando perdonamos damos por terminada una obligación por propia voluntad.
Eximir: hacer que una persona quede libre de una carga, una culpa, una obligación o un compromiso. Con el perdón lo que hacemos es dejar a una persona libre de obligaciones, cargas o culpas.
Conmutar: cambiar o sustituir una cosa por otra. Así, reemplazamos castigos impuestos por otros menos graves, o cambiamos obligaciones o trabajos compensándolos con otros más leves.
Liberar: poner o dejar en libertad. Al perdonar, también podemos liberar a alguien de una atadura moral que tiene o podría tener, o librar a alguien de una carga o una obligación. Ante todo, teniendo en cuenta que liberar lleva implícito permitir a las personas elegir su forma de actuar.
Descripción
En la vida tarde o temprano somos lastimados por otras personas, ese es un hecho inevitable y desafortunado. El perdón como virtud es nuestra capacidad para liberarnos del poder destructivo de la ira y el rencor, evitar la crueldad y, si es posible, abrir las puertas para la restauración de las relaciones rotas.
El perdón puede referirse a los propios actos, ya sea un comportamiento culpable o decisión equivocada, o a terceros, por ejemplo, la sociedad, el gobierno, la situación o el destino.
La voluntad de perdonar ha sido considerada una virtud por los gobernantes desde la antigüedad, y ahora se considera una característica de la civilización avanzada.
El perdón ocurre después de un acto deliberado (o involuntario), irrazonable o malicioso que nos causó dolor o daño físico o moral
Ante la lesión asumimos el rol de víctimas con todo lo que ello implica. A través del perdón, nos liberamos del rol de víctimas y superamos conscientemente el rencor y el dolor.
En principio, se trata de un proceso del alma interna, una estrategia de afrontamiento, que nos permite hacer frente a las consecuencias de la lesión de la que fuimos objeto, ya sea esta externa o interna.
El perdón se percibe como un proceso psíquico que puede ser explorado psicológicamente. Un proceso que puede borrar los pensamientos negativos anteriores, los malos sentimientos y también las reacciones psicosomáticas.
También puede resolver conflictos y aumentar enormemente el bienestar general de la persona que perdona y de la persona perdonada.
Sin embargo, el perdón es diferente para cada ser humano que lo vive. Para algunos, aparece repentinamente. Para otros, es un proceso más deliberado que requiere esfuerzo y práctica. Y luego están aquellos para quienes el perdón es un destino permanente y, una vez descubierto, nunca se escapa de él.
Psicología del perdón
Somos seres dependientes de las relaciones interpersonales, actividades compartidas y apoyo social. Sin relaciones no podemos sobrevivir. La cuestión es que, en las relaciones, las lesiones son inevitables.
Las lesiones varían en grado de severidad:
Situaciones cotidianas (p. Ej., el olvido de una fecha importante como un aniversario de bodas, impuntualidad, críticas hostiles, etc.)
Sucesos de la vida (p. Ej., pérdida de empleo, separación, divorcio, accidente de tráfico involuntario, etc.)
Traumatización (p. Ej., secretos, mentiras, intrigas, engaño, manipulación, infidelidad, abandono, acoso, abuso, sufrir un delito violento, maltrato o violación).
La persona en posición de víctima espera acciones correctivas como disculpas, reparación y/o castigo
Existen muchas reglas y normas sociales para tales acciones correctivas. Lo habitual es que el autor de la lesión ofrezca una explicación correctiva que pueda cambiar la perspectiva y la evaluación de la víctima.
No obstante, hay situaciones en las que no se produce el intercambio correctivo entre el autor y la víctima. Entonces la ira, la decepción, el miedo o la vergüenza pueden ser intentos de hacer frente a la lesión y sus consecuencias.
Las lesiones conllevan pérdidas físicas, emocionales, ideológicas o materiales. Estas pérdidas deben ser lamentadas. El duelo es parte del proceso de perdón.
La falta de perdón, la amargura, el resentimiento y la ira son como las cuatro paredes de una celda de prisión. El perdón es la llave con la que puede abrir la puerta de la prisión.
— R.D. Enright, Vergebung als Chance. Neuen Mut fürs Leben finden. (El perdón como una oportunidad. Encuentra un nuevo coraje para la vida.)
El perdón es una opción para las lesiones en las que el reemplazo correctivo ha fallado
Debemos tener claro que el perdón no es lo mismo que la reconciliación. Esta última, además de perdonar, significa que ambas partes, libres de la lesión, desean continuar la relación preexistente. Una reconciliación solo tiene sentido si el autor de la lesión muestra remordimiento y hace las paces. Asimismo, es necesario que las partes renueven la mutua confianza.
En caso de lesiones graves con un alto grado de traumatización la víctima puede optar por perdonar, pero eso no implica una reconciliación. Aunque el perdón puede ayudar a reparar una relación dañada, no nos obliga a reconciliarnos con la persona que nos perjudicó, ni a liberarla de la responsabilidad moral y/o legal, si la hubiere.
Es importante comprender que perdonar no significa ver el comportamiento de la otra persona como bueno o correcto. No es pasar por alto ni negar la gravedad de una falta o un delito en nuestra contra. El perdón puede, pero no tiene que significar olvidar. De hecho, el daño extremo puede ser perdonado, pero no debe olvidarse por razones históricas. Perdonar no significa olvidar, tolerar, aceptar, negar o justificar las ofensas o daños.
El perdón tampoco es un signo de debilidad, es todo lo contario
Se requiere mucha fuerza y coraje para superar la propia ira o decepción, y estar dispuestos a ponerle fin a la injusticia sufrida.
Otra característica del perdón es que es intencional e incondicional, y siempre se trata de un proceso duradero. Sin embargo, el perdón no se puede exigir a nadie, es algo que se lleva a cabo exclusivamente a discreción de la persona en posición de víctima.
Se trata de un proceso interpersonal e intrapersonal que se manifiesta en un cambio de los afectos, forma de pensar y comportamiento de la víctima hacia la persona autora de la lesión.
Básicamente, dejamos ir lo que nos han hecho, lo que nos permite, a su vez, sanar las heridas y aliviar el alma y también el cuerpo. Así, aunque el hecho no se puede deshacer, podemos vivir mejor con las consecuencias.
Es igual de importante perdonarnos a nosotros mismos
El resentimiento hacia nosotros mismos hace el mismo daño que el resentimiento hacia otra persona. Perdonarnos a nosotros mismos significa admitir y aceptar lo que somos, esto es, cualidades, sentimientos, pensamientos y comportamientos.
Negar nuestro lado oscuro tiene un impacto negativo en nuestras decisiones y actos. Por ejemplo, tratar de ocultar nuestras debilidades con una máscara y fingir que somos diferentes, nos cuesta fuerza y energía que necesitamos para otras cosas.
El perdón es un acto de vida y de amor hacia nosotros mismos. Es dejar atrás nuestro rol de víctima, acabar con la narrativa sobre la decepción o el dolor que nos causaron. Más importante aún, es dejar de contarnos una y otra vez la historia de lo que sucedió, lo que hizo esa otra persona.
Asimismo, es la decisión consciente de dejar el pasado como está, imperfecto, sin obsesionarnos con lo que deseamos que haya sido. Al perdonar no permitimos que otras personas o eventos afecten permanentemente nuestras propias vidas. En consecuencia, si podemos perdonar nos abrimos a cosas nuevas.
El perdón en el cristianismo
Al igual que en la mayoría de las religiones, en el cristianismo el perdón se concibe tanto como una forma de resolver conflictos como la relación entre Dios y el hombre, donde Dios es justo y perdonador.
El cristianismo nos enseña la reconciliación entre Dios y el hombre, en el sentido de que nos encontramos con Dios a través de Jesucristo:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
— Hechos 2,38
Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
— Hechos 13: 38-39
Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
— 1ra Carta de Juan 2,2
La oración del Señor contiene la solicitud de perdón:
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
— Mateo Evangelio 6.12
Igualmente, el cristianismo enfatiza la importancia de perdonar a los demás, haciendo que el perdón de Dios dependa de él.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
— Evangelio de Lucas 23,34
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
— Colosenses 3.13
El que perdona la ofensa cultiva el amor;
— Proverbios 17:9
el que insiste en la ofensa divide a los amigos.
¿Estamos listos para perdonar cuando alguien ha actuado imperdonablemente?
La filósofa Svenja Flaßpöhler escribió un libro sobre el perdón y el manejo de la culpa (Verzeihen – Vom Umgang mit Schuld). Allí explica que «la comprensión ayuda a distanciarse de la experiencia». Y solo entonces podemos hacernos la pregunta del por qué y ponernos en el lugar del otro.
También anota que el perdón es difícil porque «perdonar significa renunciar a las represalias». No recuperamos nada por nuestro dolor, se trata realmente de un regalo: «No es lógico, ni económico, ni justo». De hecho, perdonamos «para que ambas partes puedan separarse del pasado o de un acto», permitiendo que los síntomas dolorosos de la lesión desaparezcan.
El acto de perdón revierte la relación: «La persona que perdona recupera su albedrío, se vuelve soberana sobre el perpetrador, se rinde y lo libera de su culpa». Sin embargo, hay actos que son simplemente imperdonables, «especialmente aquellas acciones que se nutren y se llevan a cabo deliberadamente desde la fuente del mal». Esta es también la opinión de Hannah Arendt, para quien el mal es el límite del perdón. Las verdaderas víctimas del Holocausto son aquellos que perdieron la vida en él. Solo ellos podían pronunciar palabras de perdón.
Pero, no todos pensamos igual ni sentimos igual. Tal vez, nos acercamos más a la opinión de Jacques Derrida, quien escribió una vez que solo lo imperdonable realmente exige perdón.
Arte | El retorno del hijo pródigo por Rembrandt, 1662. Se encuentra en el Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia.