Panteísmo

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El Panteísmo es la creencia en que Dios se expresa completamente en el mundo material o en la naturaleza: Dios, la naturaleza y el universo son idénticos. La palabra panteísmo proviene de pan que significa todo, y teísmo, que significa creencia en Dios. Entonces, según el panteísmo, «Dios es todo y todo es Dios». 

Dios es inmanente, es la fuerza interior en la creación, está en el rayo de sol, en la gota de lluvia, en la tormenta y en la brisa. Así, todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será es explicado por el concepto teológico de Dios, todo cuanto existe y Dios son uno. El universo es una unidad, Dios es uno con la naturaleza y sus procesos. 

Baruch Spinoza explicó que «todo lo que es, es en Dios, y nada puede ser o ser concebido sin Dios». Dios es la esencia de todas las cosas, hay una única sustancia que es Dios y nosotros estamos compuestos por esa sustancia, de la cual solo conocemos dos atributos: extensión y el pensamiento. 

Con lo dicho, he explicado la naturaleza de Dios y sus propiedades, a saber: que existe necesariamente; que es único; que es y obra en virtud de la sola necesidad de su naturaleza; que es causa libre de todas las cosas, y de qué modo lo es; que todas las cosas son en Dios y dependen de Él, de suerte qué sin Él no pueden ser ni concebirse; y, por último, que todas han sido predeterminadas por Dios, no, ciertamente, en virtud de la libertad de su voluntad o por su capricho absoluto, sino en virtud de la naturaleza de Dios, o sea, su infinita potencia, tomada absolutamente. 

― Baruch Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico 

El Dios panteísta no es un Dios personal 

A diferencia del Dios tradicional del teísmo, el Dios panteísta no tiene voluntad y no puede actuar en o sobre el universo. Al igual que en el deísmo, Dios está totalmente desligado de la vida humana. Más bien debemos comprender a Dios como una divinidad impersonal que impregna toda la existencia: la Unidad divina del mundo. 

En este sentido, Albert Einstein sostenía que no creía en un dios personal y no aceptaba ningún concepto basado en la autoridad de la Iglesia: «Desde que tengo uso de razón me ha molestado el adoctrinamiento de las masas. No creo en el miedo a la vida, en el miedo a la muerte, en la fe ciega. No puedo demostrar que no haya un dios personal, pero si hablara de él, mentiría. No creo en el dios de la teología, en el dios que premia el bien y castiga el mal. Mi dios creó las leyes que se encargan de eso. Su universo no está gobernado por quimeras, sino por leyes inmutables.»

Los valores de Dios según el panteísmo 

A la pregunta sobre si creía en Dios, Albert Einstein contestaba: «Creo en el Dios de Spinoza, quién se revela así mismo en una armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos».

En el libro Conversaciones con mi guía de Anand Dílvar, encontramos a un Dios que se acerca bastante a la opinión de Einstein sobre el Dios de Spinoza. 

Lo que me imagino, es que si existiera un dios te diría: 
Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. 
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. 
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa! Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. 
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. 
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. 
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… 

¡No me encontrarás en ningún libro! 

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? 
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. 
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de Dios puede hacer eso? 
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. 
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. 
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. 
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. 

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno. 

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. 
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?… 
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. 
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? 
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme. 
Deja de complicarte las cosas y de repetir como un loro lo que te han enseñado acerca de mí. 
Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? 
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti. 
― Anand Dílvar, Conversaciones con mi guía