Ocio de William Henry Davies

Ocio de William Henry Davies es un poema sobre el tiempo y el uso del tiempo que definimos como libre, es decir, el tiempo de descanso de estar ocupados. Ocio escrito en 1911 es, tal vez, el poema más conocido de William Henry Davies (1871-1940), un poeta y escritor galés que pasó gran parte de su vida como vagabundo en el Reino Unido y los Estados Unidos. 

Davies cuenta como parte del movimiento de los poetas georgianos (Georgian Poets), un grupo de poetas británicos activos en la segunda década del siglo XX. Conocidos por sus escritos sobre la naturaleza y su tono directo y natural, ajeno del cliché poético y la retórica exagerada.

El caminante sobre el mar de nubes (Wanderer über dem Nebelmeer) de Caspar David Friedrich, 1817.

Ocio de William Henry Davies

¿Qué es esta vida si, llenos de preocupaciones, 
No tenemos tiempo para pararnos y mirar? 

No hay tiempo para pararse debajo de las ramas 
y mirar tanto como ovejas o vacas. 

No hay tiempo para ver, cuando pasamos bosques, 
Donde las ardillas esconden sus nueces en la hierba. 

No hay tiempo para ver, a plena luz del día, 
Arroyos llenos de estrellas, como cielos en la noche. 

No hay tiempo para volverse ante la mirada de la Belleza, 
Y observar sus pies, cómo pueden bailar. 

No hay tiempo para esperar hasta que su boca pueda 
Enriquecer esa sonrisa que comenzaron sus ojos. 

Una pobre vida esta si, llenos de preocupaciones, 
No tenemos tiempo para pararnos y mirar. 

― William Henry Davies, alegrías comunes y otros poemas (Common Joys and Other Poems) 

Mirar fuera de nosotros mismos

Una primera lectura del poema nos invita a tomarnos el tiempo para apreciar la naturaleza y la belleza, una invitación a ser tocados por las cosas simples porque la belleza está en el tiempo simple y sencillo. 

No obstante, una segunda lectura del poema nos lleva a una dimensión más profunda del ser. Allí, el poeta nos dice que estamos inmersos en el entorno, pero ciegos y sordos a él. Podríamos decir que tenemos las manos llenas de cosas y la mente ocupada con el ruido de esas cosas. Así, ensimismados, no hay tiempo para mirar fuera de nosotros mismos. Estamos, pero no estamos, vemos, pero no miramos. 

Por tanto, ¿de qué sirve estar vivos si estamos tan llenos de ruido -las cosas del día a día- que no podemos encontrar tiempo para mirar fuera de nosotros mismos y disfrutar realmente de la belleza que nos rodea? 

En resumen, Ocio de William Henry Davies destaca de manera sencilla y maravillosa la importancia de usar nuestro tiempo para mirar fuera de nosotros mismos. 


Arte | El caminante sobre el mar de nubes (Wanderer über dem Nebelmeer) de Caspar David Friedrich, 1817. Se encuentra en el museo Kunsthalle de Hamburgo, Alemania. 

Si bien la historia de la recepción da testimonio de hasta qué punto muchos espectadores intentan empatizar con la figura del vagabundo, probablemente a Friedrich no le preocupaba principalmente esa identificación. Nos muestra una figura desde atrás cuya ubicación no es fácilmente accesible para nosotros. Además, se nos niega lo que mira el caminante. En lugar de poder disfrutar del majestuoso paisaje montañoso sin obstáculos, miramos a un espectador. Es por tanto sobre todo un reflejo del ver al que nos invita el caminante de Friedrich. (Kunsthalle de Hamburgo)