El ego es un sujeto-ego rígido y delimitado, la ilusión (maya). Todas las tradiciones espirituales marcan la muerte del ego o la transformación del ego como la meta, porque solo entonces es posible la unión con Dios. Por tanto, el gran objetivo de la experiencia mística es lograr la unidad con lo divino, así el hinduismo nos dice cómo alcanzar la unión del atman (lo particular) con el brahman (lo absoluto).
El budismo nos explica que el yo nos separa de todo lo demás y por eso debe morir, ya que por la muerte del yo (jiga) entramos en el nirvana o unión con el cosmos.
Para el maestro espiritual Ram Dass la espiritualidad es morir a sí mismo: «… pero hay muerte en ella y uno lo lamenta. Causa aflicción ver que comienza a desaparecer quien uno creía ser.»
De igual manera el islam, cuyos ideales místicos se encarnan en el sufismo, nos explica que el yo nos reduce a la ilusión individual manteniéndonos en la ignorancia. Por tanto, el yo debe morir a su individualidad ilusoria para que podamos abrirnos al conocimiento absoluto y fusionarnos en la Realidad una de Dios, como lo explica el sufí persa Abu Yazid Al –Bistami: «Me desprendí de mi yo como se desprende de su piel una serpiente. Después me miré y vi que yo soy Él».
Por su parte, la tradición cristiana también nos presenta una experiencia de salvación en un proceso de muerte y resurrección. El cristianismo nos dice que morimos a nosotros mismos para vivir en Cristo:
Si os lo aseguro, si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda infecundo; en cambio si muere da fruto abundante. Quien tiene apego a la propia existencia, la pierde; quien desprecia la propia existencia en el mundo, éste la conserva para una vida sin término.
― Jn 12, 24-25
Todo es una totalidad, la espiritualidad es recuperar la conciencia de esta unidad
La muerte del ego también se conoce como disolución del ego. En muchas enseñanzas, especialmente las de las religiones orientales, como el budismo, el hinduismo y el taoísmo, la muerte del ego es la iluminación espiritual.
Asimismo, el zen explica que no hay división, es decir, el mundo no está por una parte y nosotros individuos por otra. Cuando dejamos de distinguir entre «yo» y «mi experiencia» aprehendemos la relación real que existe entre mí mismo y el mundo exterior, porque mi idea de mí mismo no es mi mí mismo.
La espiritualidad es la experiencia suprema de la realidad
Cuando preguntamos por Dios, preguntamos por la verdad última. Porque la cuestión de Dios no es la cuestión de un Ente (cosa) la cuestión de Dios es la pregunta última: la experiencia de la realidad.
No hay un objeto llamado Dios del que podamos tener una experiencia. La experiencia de lo divino es la experiencia de la nada, es decir, de algo que no tiene comienzo ni fin.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.
―Juan 4:24
Que Dios es espíritu significa que es inmaterial, es Ser puro.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
― Éxodo 20:4
Según la cábala, la tradición mística del judaísmo, el mundo que percibimos con nuestros cinco sentidos constituye solo una pequeña parte de lo que realmente existe. La mayor parte de la realidad no es perceptible a través de nuestros cinco sentidos, es accesible solo a través de experiencias místicas.
Por otra parte, para la doctrina advaita vedanta la causalidad, el espacio y el tiempo son categorías mentales. Nuestra existencia y la forma de todas las cosas se deben a nuestras mentes.
Para cada cosa hay innumerables factores causales. Pero la fuente de todo lo que es, es la Posibilidad Infinita, la Realidad Suprema, que está en usted y que da su fuerza, su luz y su amor a toda experiencia.
― Yo Soy Eso, Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj
Las creencias que caracterizan al misticismo
Bertrand Russell señaló cuatro creencias que caracterizan al misticismo:
- Existe una realidad detrás del mundo de las apariencias que podemos conocer por intuición o revelación.
- No hay división, todo es uno.
- El tiempo no existe.
- Todo el mal es apariencia, la razón nos conduce a la ilusión.