Nos gusta seguir reglas generales que influyen y gobiernan nuestro comportamiento como «robar está mal» o «es correcto ayudar a personas necesitadas». Sin embargo, la ética no se trata de seguir reglas morales, en su lugar, la ética busca la fuente de lo correcto y lo incorrecto.
¿Por qué no seguir la «regla de oro» o seguir la propia conciencia?
La cuestión es que las vicisitudes y complejidades de la vida siempre logran poner a prueba estas reglas generales. Nadie objeta el espíritu de la regla de oro: «haz a otros todo lo que quieras que te hagan a ti.»
El problema es que esta regla asume que todo lo que estamos dispuestos a aceptar que otra persona nos haga, esa otra persona también estaría dispuesta a aceptar que se lo hagamos.
Asimismo, a primera vista, la noción de seguir la propia conciencia parece razonable, hasta que nos enfrentamos a fundamentalistas radicales y comprendemos la subjetividad de la conciencia.
Consideremos la idea que está mal mentir. Para muchas personas mentir siempre está mal, mientras que para otras se valen las mentiras piadosas. ¿Qué es correcto? ¿Qué es incorrecto?
Consideremos la idea que está mal matar. ¿Significa esto que la pena capital es incorrecta? ¿Está mal matar en defensa propia? ¿Está mal matar animales? ¿La terminación del embarazo es incorrecta? ¿Es la eutanasia incorrecta?
No hay respuestas directas e inmediatas a estas preguntas. Si tratamos de aplicar nuestras nociones cotidianas de lo correcto y lo incorrecto a estas y otras preguntas, con toda seguridad como mínimo quebrantaremos el principio de la imparcialidad. Esto es, la aplicación de los mismos criterios a todas las personas sin influencias de prejuicios o tratos diferenciados, principio fundamental de la justicia.
Estas preguntas se deben examinar con más detalle. Necesitamos marcos teóricos que puedan ayudarnos a analizar problemas complejos y encontrar soluciones racionales, coherentes y justas a los problemas éticos.
Y de eso se trata la ética, de encontrar respuestas generales que puedan ser utilizadas por todos en la sociedad.
¿Qué sucede realmente cuando hablamos de cuestiones morales?
Por ejemplo, cuando decimos «el asesinato es malo», ¿qué estamos haciendo?
1. Podría estar haciendo una declaración sobre un hecho ético:
«Está mal asesinar»
Esto es realismo moral, tenemos la idea de que hay realidades o verdades morales objetivas reales en el universo.
2. Podría estar haciendo una declaración sobre mis propios sentimientos:
«No estoy de acuerdo con el asesinato»
Esto es subjetivismo, las declaraciones morales son declaraciones sobre los sentimientos, actitudes y emociones que una persona o grupo en particular tiene sobre un tema en particular.
3. Podría estar expresando mis sentimientos:
«Abajo con el asesinato»
Esto es emotivismo, los reclamos morales no son más que expresiones de aprobación o desaprobación.
4. Podría estar dando una instrucción o una prohibición:
«No asesinen personas»
Esto es prescriptivismo, las declaraciones éticas son instrucciones o recomendaciones. Si digo que algo está bien, te recomiendo que lo hagas, y si digo que algo es malo, te digo que no lo hagas.
Las teorías éticas son objetivas y buscan la fuente de lo correcto y lo incorrecto
Encontramos diferentes tesis objetivistas, algunas centradas en teorías acerca del lenguaje moral y otras en teorías acerca de la naturaleza ontológica de los valores morales.
Desde la perspectiva ontológica de los valores es posible la existencia de una realidad moral objetiva e independiente de la realidad natural, una realidad que podemos conocer a priori, esto es «conocimiento sin experiencia» o «antes de la experiencia».
La ética de Kant, por ejemplo, es una ética objetivista, en donde las normas morales no dependen de la voluntad de una o varias personas, sino que valen igualmente para todos:
Los enunciados prácticos fundamentales, son enunciados que contienen una determinación general de la voluntad, a la que se encuentran supeditadas diversas reglas prácticas. Son subjetivos, o máximas, cuando la condición es considerada por el sujeto como únicamente válida para él; objetivos, o leyes prácticas, cuando es reconocida como válida objetivamente, es decir, válida para la voluntad de todo ser racional.
— Kant, Crítica de la Razón Practica
Igualmente, para Kant la validez de las normas morales no se reconoce mediante la experiencia, sino a priori, mediante principios puros de la razón:
Todos debemos admitir, que una ley, cuando es válida moralmente, es decir, cuando es obligatoria, debe ser absolutamente necesaria; que el mandato: no debes mentir, no sólo es válido para los hombres, mientras que otros seres racionales no necesitan respetarlo; que el fundamento de la obligación no ha de buscarse en la naturaleza del hombre o en otras circunstancia del mundo en el que éste vive, sino a priori en conceptos de la Razón Pura y que cualquier otra norma que se apoye, aunque sea lo más mínimo, en fundamentos empíricos, puede ser considerada ciertamente una regla práctica, pero nunca una ley moral.
— Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Siguiendo el objetivismo ético de Kant, sólo el conocimiento que hemos adquirido antes de la experiencia (a priori), garantiza la objetividad. Porque sólo lo que no procede de la experiencia es universal y necesario, es decir, objetivo.
La ética puede ser tan objetiva como la ciencia
Las consecuencias de una teoría ética las podemos confrontar con: (1) las consecuencias de diferentes teorías alternativas; (2) las consecuencias sociales que ella predice y las consecuencias que realmente ocurren; (3) contradicciones con reglas bien probadas (por ejemplo, derechos humanos).
Solo cuando recurrimos al conocimiento objetivo podemos reconocer decisiones equivocadas, o si una manera diferente de actuar tiene consecuencias más inofensivas.
Asimismo, el conocimiento objetivo es la única forma en que podemos aprender y progresar en el campo ético.
La ética busca la fuente de lo correcto y lo incorrecto
La ética es el estándar de lo correcto y de lo incorrecto y se basa en nuestros valores. Ser ético requiere hacer un juicio moral, y eso no siempre es fácil.
Gran parte de lo que se consideraba correcto en el pasado, ahora es éticamente incorrecto. Por ejemplo, durante siglos la esclavitud fue aceptada, las mujeres no tenían derecho a votar y las madres solteras eran separadas de sus hijos. Todo esto y muchas cosas más son hoy éticamente impensables.
Es importante comprender que hasta la mafia tiene moral, es decir, ciertos valores y normas que son compartidos por una comunidad. Pero determinar si estas normas y leyes son correctas, eso es tarea de la ética.
Si bien la ética no tiene soluciones universales nos ayuda a estructurar el proceso de toma de decisiones. Y los argumentos a favor o en contra de una actitud pueden derivarse de varias teorías éticas.