La diversidad es por sí misma un valor

La diversidad es por sí misma un valor y significa reconocer y respetar las diferencias entre personas, culturas y estilos de vida. En su esencia más profunda se trata de una habilidad prosocial, como la solidaridad o la justicia, que se puede desarrollar a lo largo de la vida con intencionalidad, conocimiento y práctica. 

Personas de todo el mundo navegamos por toda clase de diferencias todos los días, tratar con cosas diferentes es un hecho bastante obvio de la vida humana. Se puede decir que la diversidad es la característica de la vida, de la naturaleza y del propio ser humano. 

Sabemos que somos diferentes y que, salvo algunos gemelos, nadie es genéticamente idéntico a otro. También estamos familiarizados con la diversidad religiosa, racial o sexual, pero esas son solo unas, de muchas, dimensiones de la realidad humana: 

  1. Existen diferencias naturales entre nosotros, como la edad, el color de la piel o la manera como funcionamos; 
  2. existen diferencias sociales creadas por nosotros mismos, como la clase social, los ingresos o la educación; 
  3. y existen diferencias culturales o «formas de ser» que, específicamente, se refieren al lenguaje, las creencias, los valores, las costumbres y los objetos materiales compartidos que se transmiten de generación en generación. 

La diversidad es una ventaja y no una amenaza 

Si bien este universo de diversidad se opone a lo unitario, la variedad biológica nos enseña que la diversidad no es una amenaza sino más bien una ventaja. 

Nuestro planeta está poblado por una inmensa variedad de seres vivos, animales y plantas que habitan en un sin fin de ecosistemas diferentes. Cada elemento que compone la biodiversidad aporta algún aspecto fundamental para la supervivencia del todo, como el bienestar y el equilibrio de la biosfera. 

De manera similar la diversidad cultural es una ventaja para la humanidad, ya que es la fuerza motriz del desarrollo y un medio que nos permite tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. 

La diversidad cultural se manifiesta en nuestras creencias, estructura social, gastronomía, arte, lenguaje, todas nuestras maneras de ser y hacer diversas y diferentes, encerrando la interacción que se da entre las diferentes culturas. Así, la diversidad es por sí misma un valor, una fuente de riqueza, aprendizaje y desarrollo, que nos permite apreciar y valorar diferentes perspectivas y experiencias. 

La cultura es una interpretación 

Cassirer explica que nuestro mundo es cultural, es decir, que no es sustancia, es forma simbólica y accedemos a él a través de los símbolos que creamos. Por tanto, cuando abordamos la cultura es inevitable enfrentarnos a interpretaciones y elementos susceptibles de ser interpretados. 

El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. 

― Ernst Cassirer, Antropología filosófica 

La cultura es una interpretación ubicada en un tiempo y un espacio específicos, y no lidiamos con los hechos, sino con la interpretación de los mismos. 

Nuestras naciones y comunidades están formadas por la pluralidad de identidades, sus propias concepciones del mundo y sus maneras únicas de expresarse; y, precisamente, esta diversidad es el rasgo fundamental de la humanidad. 

Las concepciones del mundo se desarrollan en condiciones diferentes. El clima, las razas, las naciones determinadas por la historia y la formación estatal, las limitaciones de épocas y períodos, condicionadas temporalmente y en las cuales las naciones cooperan entre sí, concurren para constituir las condiciones especiales que operan en el origen de la diversidad de las concepciones del mundo. La vida que surge en condiciones tan específicas es muy diversa y así es también de diverso el hombre que concibe la vida. Y a estas diversidades típicas se añaden las de los individuos, sus ambientes y sus experiencias de vida. Así como la tierra se halla cubierta por formas innumerables de seres vivos, entre los que ocurre una lucha constante por la existencia y por el espacio vital, en el mundo humano se desarrollan las formas de concepción del mundo y luchan entre sí para dominar sobre las almas.

― Wilhelm Dilthey, Teoría de las concepciones del mundo 

Dos mujeres leyendo de Pablo Picasso, 1934.

Somos muy variados 

Lo primero que hay que reconocer sobre la diversidad es que puede ser difícil. Porque construimos la realidad en el antagonismo de lo uno y de lo múltiple, sintiéndonos uno como especie y, a la vez, diferentes en nuestras diferencias naturales, sociales y expresiones culturales.  

Percibimos lo normal como algo seguro, pero lo diverso no es normal, no es familiar y, por lo mismo, es difícil e incómodo. Sin embargo, la subjetividad de nuestras interpretaciones no es un obstáculo para encontrar un lugar común. Precisamente, porque la diversidad es por sí misma un valor, podemos enfocarnos en las relaciones y semejanzas que hay entre lo propio y lo ajeno, lo extraño y lo familiar, en lugar de enfocarnos solo en lo diferente o extraño. 

Dado que nuestro enfoque de la interpretación es lo que determina la afirmación o negación de lo diferente, podemos interpretar las diferencias naturales y expresiones culturales como lo que son: expresiones humanas. 

No hay ninguna oposición entre la comprensión teórica general y la concepción circunstanciada, entre la visión sinóptica y la fina visión de los detalles. Y, en realidad, el poder de formular proposiciones generales partiendo de fenómenos particulares es lo que permite juzgar una teoría científica y hasta la ciencia misma. Si deseamos descubrir lo que es el hombre, sólo podremos encontrarlo en lo que son los hombres; y los hombres son, ante todo, muy variados. Comprendiendo ese carácter variado —su alcance, su naturaleza, sus bases y sus implicaciones— podremos llegar a elaborar un concepto de la naturaleza humana que, más que una sombra estadística y menos que un sueño primitivista, contenga tanto sustancia como verdad.

― Clifford James Geertz, La interpretación de las culturas 

Tal vez no hay mayor signo de nuestra locura colectiva que el anhelo de lo uniforme, de lo igual, en un mundo donde no hay dos granos de arena idénticos. 

La diversidad es por sí misma un valor 

Es importante afirmar la identidad desde nuestra condición humana: todos somos diferentes y todos tenemos derechos humanos. 

Rousseau destacó la justicia partiendo del hecho que nuestras diferencias no nos deben llevar a la desigualdad social en el acceso a la justicia y la libertad. 

En lugar de destruir la desigualdad natural, el fundamento constituye, para esa desigualdad física que la naturaleza puede haber establecido entre los hombres, una igualdad que es moral y legítima, por la que los hombres, que pueden ser desiguales en fuerza con inteligencia, se convierten en iguales por convención y por derecho legal.

― Rousseau, Contrato social 

La diversidad es por sí misma un valor y significa reconocer la igualdad de derechos y la dignidad de cada uno de nosotros para promover la convivencia, la paz, la justicia social y la estabilidad. 

El problema es que, si nos centramos en lo que nos es completamente ajeno o extraño, nunca encontraremos las intersecciones que hacen posible el entendimiento, la tolerancia y la convivencia pacífica; si no hay lugar para visiones diferentes rechazamos la diferencia, provocando así una gran injusticia. 

La naturaleza nos enseña que la diversidad no es un problema. Sólo nosotros, los humanos, permitimos que la diversidad y la diferencia sean un problema. 


Arte | Dos mujeres leyendo de Pablo Picasso, 1934. Se encuentra en el Museo Universitario de Arte, Ann Harbor (UMMA), Michigan.