La dificultad para conocerse a sí mismo está en nuestras debilidades cognitivas que nos dificultan tener cierto tipo de percepción sobre nosotros mismos. A continuación compartimos algunas razones por las que el autoconocimiento es complicado para nosotros:
El inconsciente
La mente se divide en procesos conscientes e inconscientes, respirar es inconsciente, reflexionar sobre lo que nos dijo el jefe es consciente.
Al parecer no hay suficiente ancho de banda para el diseño de nuestra mente. Esto significa que no tenemos la capacidad para lidiar con todo de manera consciente, así que la naturaleza se las ingenió para que la autoconsciencia nos llegue tarde.
Podríamos ser autoindulgentes y argumentar que sufrimos porque nos comportamos de manera inconsciente. Sin embargo, no se nos escapa de las manos, podemos esforzarnos y corregir el desequilibrio, llevando más de nuestras vidas a la mente consciente.
La mente emocional y racional
La neurociencia nos habla de tres partes importantes de nuestro cerebro: el reptil, el límbico y el neocórtex. El reptil es la parte más antigua y está interesado en la supervivencia básica, siempre responde de manera instintiva e inmediata.
La parte límbica del cerebro, un desarrollo posterior, se ocupa de las emociones y los recuerdos. La neocorteza, un desarrollo más tardío, es donde se encuentran nuestras facultades superiores de razonamiento.
En consecuencia, más cosas de las que nos gustaría están dominadas por respuestas emocionales, distorsionadas y automáticas de las partes «inferiores» de la mente.
La buena noticia es que no tenemos que esperar obtener, ocasionalmente, una perspectiva racional a través de nuestras facultades superiores. Porque también podemos desarrollar nuestra inteligencia emocional. Esto es, la habilidad para reconocer, comprender y gestionar las emociones. Con otras palabras, tenemos la capacidad para aprender a pensar nuestras emociones.
Resistencia freudiana
Freud explicó que muchas cosas permanecen inconscientes porque nos resistimos a hacerlas conscientes. El inconsciente contiene deseos y sentimientos que desafían profundamente una visión más cómoda de nosotros mismos.
Nos aterra lo que puede salir a la luz. Por ejemplo, que estamos con la persona equivocada, que nuestras ambiciones laborales no concuerdan con la realidad o que nos atrae el mismo género. No queremos conocernos a nosotros mismos y alterar nuestra paz, preferimos quedarnos en la zona de confort. En principio, se trata de aquello que los psicólogos llaman «trabajo interior».
Otras personas no nos dicen la verdad
Si somos honestos, veremos que hay muchos aspectos de nuestra identidad que no podemos ver sin ayuda de otra persona. Necesitamos espejos para ver cómo somos, necesitamos que otras personas nos digan la verdad, que nos den sus puntos de vista.
La cuestión es que, o bien les caemos lo suficientemente bien como para no querer molestarnos, o les caemos lo suficientemente mal como para no molestarse en decirnos algo.
Por eso, muchos poetas han coincidido en que es bueno tener un enemigo, alguien que nos diga la verdad. No siempre son las personas que nos gustan las que nos ven con mayor claridad.
No hemos vivido lo suficiente
Muchos trozos de autoconocimiento solo surgen de la experiencia. Conocernos no es una experiencia aislada, el autoconocimiento solo es posible como resultado del diálogo con el mundo. Nos conocemos experimentando cosas y colisionando con otros, y esto lleva tiempo, por eso es necesario vivir para conocernos a sí mismos.
La dificultad para conocerse a sí mismo
La dificultad para conocerse a sí mismo es un hecho y pagamos un alto precio por ello. Sin embargo, no se nos escapa del todo de las manos. La naturaleza también nos ha dado las herramientas para superar todos los obstáculos.