La apuesta de Pascal

2 minutos

821 vistas

El filósofo y matemático Blaise Pascal propuso que todos debemos considerar como una apuesta el hecho de creer o no en Dios. De hecho, más importante si Dios existe o no es si creemos o no en Él. Según Pascal, Dios es o no es. Por tanto, las opciones son creer o no creer. Si existe un Dios en quien elegimos no creer puede haber consecuencias, pero si no hay un Dios, entonces no importa si creemos o no en Él. 

Entonces examinemos este punto y digamos: “O Dios existe o no existe.” Pero ¿hacia dónde nos inclinamos? Aquí la razón no puede determinar nada. Nos separa un caos infinito. En un extremo de esta distancia infinita se lanza una moneda que va a caer cara o cruz. ¿A qué quiere usted apostar? La razón no puede hacer que usted opte por una u otra parte, ni puede probarle que una u otra está en el error… Sopesemos la ganancia y la pérdida que supone decir que Dios existe. Cualifiquemos los dos casos: si usted gana, lo gana todo, si usted pierde, no pierde nada. Entonces no lo dude: apueste a que si existe. 

― Blaise Pascal, Pensées 

Argumento de la apuesta de Pascal

 Creer No creer 
Dios no existe Nos perderíamos de algunos placeres egoístas. Tendríamos la satisfacción de haber hecho lo correcto. 
Dios existe La recompensa puede ser la vida eterna. Corremos el riesgo de lidiar con consecuencias desagradables y eternas. 
Argumento de la apuesta de Pascal

Para Pascal la mejor apuesta es creer que Dios existe porque hay poco que perder y mucho que ganar. Como vemos en el argumento, si Dios no existe y creemos, solo nos perderíamos de algunos placeres egoístas. Si Dios no existe y no creemos en Él, tendríamos la satisfacción de haber hecho lo correcto. No obstante, las cosas se ven diferentes si Dios existe. Porque si Dios existe y creemos en Él, la recompensa puede ser la vida eterna. Pero, si Dios existe y elegimos no creer, corremos el riesgo de lidiar con consecuencias desagradables y eternas. 

Un par de siglos después de Pascal, el pragmático William James señaló que la decisión de si creemos o no en Dios es una decisión obligada y trascendental. Porque tanto la una como la otra afecta la manera como vivimos nuestras vidas.