¿Está el mal comportamiento determinado por nuestros genes? Desde hace algún tiempo, un número considerable de científicos se ha dado a la tarea de buscar genes para muchas afecciones psiquiátricas, entre ellas el mal comportamiento. Uno de estos proyectos es el estudio de Jari Tiihonen y otros investigadores, sobre el trasfondo genético del comportamiento violento extremo.
Para el estudio, los investigadores recolectaron muestras de ADN de prisioneros finlandeses condenados por delitos violentos. Usando las muestras de ADN de los participantes, Jari Tiihonen y otros investigadores realizaron un análisis de asociación de todo el genoma, para determinar si ciertas variantes genéticas eran más comunes en el comportamiento violento extremo como el homicidio.
La condición genética
Los investigadores encontraron en dos genes una señal que era más común entre los delincuentes violentos. Uno pertenece a la variante genética en el gen MOA-A, el cual provoca que la enzima monoamino oxidasa en el cerebro de su portador no se produzca ni se reduzca.
Esta deficiencia a su vez afecta la actividad de dos mensajeros cerebrales principales: la serotonina y la dopamina, lo que «podría llevar a un aumento de la agresión impulsiva», especialmente si además están involucrados alcohol o drogas, según informan los investigadores.
Una segunda variante del gen que es notoriamente prominente en los delincuentes se refiere al gen CDH13. Esta variante puede llevar a problemas en el control de los impulsos. «Por lo tanto, es plausible que haya un vínculo entre el genotipo CDH13 y la violencia impulsiva», dicen Tiihonen y sus colegas.
Nuestros resultados, de dos cohortes independientes de prisioneros finlandeses, revelaron que un genotipo de baja actividad monoamina oxidasa A (MAOA) (que contribuye a la baja tasa de recambio de dopamina), así como el gen CDH13 (que codifica la proteína de adhesión a la membrana neuronal) están asociados con comportamiento extremadamente violento (al menos 10 homicidios cometidos, intentos de homicidio o agresiones). No se observó una señal sustancial de MAOA o CDH13 entre los delincuentes no violentos, lo que indica que los hallazgos fueron específicos para los delitos violentos y no son atribuibles en gran medida al abuso de sustancias o al trastorno de personalidad antisocial. Estos resultados indican tanto el bajo metabolismo de la monoamina como la disfunción de la membrana neuronal como factores plausibles en la etiología del comportamiento violento criminal extremo, e implican que al menos alrededor del 5-10% de todos los delitos violentos graves en Finlandia son atribuibles a los mencionados genotipos MAOA y CDH13.
— Jari Tiihonen (Instituto Karolinska, Estocolmo) et al., Molecular Psychiatry, doi: 10.1038 / MP.2014.130
El estudio de Jari Tiihonen y otros investigadores sobre el trasfondo genético del comportamiento violento extremo, solo sugiere que algunas personas tienen, debido a su composición genética, condiciones menos favorables para controlar sus impulsos agresivos en circunstancias adversas.
En principio, se trata de una condición genética que aumenta el riesgo de un comportamiento violento, dependiendo de las condiciones ambientales. De hecho, las investigaciones sugieren que muchos genes, probablemente cientos, contribuyen al riesgo de problemas de comportamiento.
En consecuencia, los investigadores enfatizan que estas variantes genéticas por sí solas no hacen que nadie sea un criminal: «La conducta criminal es un fenómeno complejo caracterizado por factores genéticos y ambientales.» Esto significa que, si alguien lleva o no en su ADN los factores de riesgo genéticos, no dice nada acerca de si realmente va a cometer un crimen o no. Porque las condiciones ambientales pueden cambiar ese riesgo, junto a otras variables como la crianza y nuestras experiencias de vida.