Integridad

La integridad es la virtud de ser honesto y tener sólidos valores éticos que seguimos en todo momento, incluso cuando otros no lo ven o lo reconocen. 

Sinónimos

Honestidad, confiabilidad, rectitud, sinceridad, incorruptibilidad, autenticidad. 

Etimología

La palabra integridad viene del latín integritas, intacto, completo, así como integrare, restaurar, limitar, refrescar (mentalmente). 

Definición

Según la Real Academia Española, la integridad es la cualidad de íntegro, lo cual se debe entender como lo dicho de una persona recta e intachable. 

Introducción

La integridad personal es la correspondencia de los valores personales con los propios pensamientos y acciones. Una persona íntegra es plenamente consciente de que no solo piensa, sino que también vive sus propios estándares, valores y creencias. 

Definir la integridad en términos de la conformidad con los valores, normas y reglas morales pertinentes, exige una comprensión precisa de lo que es un valor, una norma o una regla moral; de lo que entendemos por ética, moral y cómo ser una persona ética. 

Los valores morales nos dicen si algo es bueno o malo, los valores éticos nos dicen si algo es correcto o incorrecto, debido o indebido. En relación con nuestro comportamiento debemos responder qué es bueno, o qué es lo correcto o lo debido. 

Igualmente, de acuerdo con el marco de integridad, una violación de la integridad se refiere al comportamiento que viola los valores y normas morales relevantes. 

La integridad es el valor que garantiza todos los demás valores. Somos personas buenas o personas íntegras en la medida en que somos auténticos; es decir, en la medida en que vivimos la vida de acuerdo con nuestros valores, especialmente, los más altos que nos proponemos. 

Así, ser íntegro es ser la persona que uno dice que es. Básicamente, se trata de la coherencia y la consistencia de acciones, valores, métodos, medidas, principios, expectativas y resultados. 

Es importante recordar que el rango de nuestros valores depende de los puntos de vista políticos, religiosos o humanitarios que tenemos. Por tanto, la integridad depende de cosas como la confianza y la honestidad, pero también de la política y la sociedad. 

Esto plantea un desafío para muchos, ya que no existen modelos adecuados. Sobre todo en la educación, en el entorno personal, en la política y especialmente en las empresas. 

Descripción

La integridad es la base del carácter, y el desarrollo del carácter está estrechamente relacionado con el desarrollo moral. En consecuencia, para ser íntegros, debemos ser fieles a nosotros mismos, buscar siempre la excelencia y poseer valores éticos. 

Cuando hablamos de ser fieles a nosotros mismos, nos referimos a la autenticidad de nuestro ser más intimo. Esto es, vivir en verdad con nosotros mismos y con cada persona en nuestra vida. Porque sólo una persona que vive de acuerdo con sus virtudes más elevadas está viviendo una vida de integridad. 

La integridad no tiene topes, no podemos decir mi integridad llega hasta aquí y ahí se termina. Por tanto, llevar una vida integra conlleva elevar continuamente los propios estándares, siendo necesario redefinir continuamente el propio concepto de integridad. 

Amnesia ética

Hay amplios estudios en el área de la psicología y las neurociencias que explican dos fenómenos importantes: nos consideramos buenas personas y nos vemos a nosotros mismos como más éticos que los demás. El primer fenómeno se conoce como amnesia ética. Nos gusta pensar que tenemos estándares morales bien definidos, cuando en realidad no es así.

Deliberadamente, ocultamos el comportamiento poco ético. Porque tenemos una fuerte necesidad de pensar en nosotros mismos como buenas personas, para mantener una imagen positiva de sí mismos. Ahora bien, no solo nos vemos como buenas personas, también nos vemos mejores que los demás. Nos consideramos más éticos porque conocemos las circunstancias que motivan nuestro propio comportamiento, pero desconocemos las motivaciones ajenas, estamos obligados a suponer las motivaciones de los demás. Todo indica que no somos coherentes ni realistas con nosotros mismos: nos vemos con lentes color rosa. 

No está bien conformarse con ser -o aparentar ser- una persona buena. Siempre debemos aspirar a ser mejores de lo que ya somos. Siempre podemos aspirar a la grandeza humana. Todo lo que hacemos es una declaración sobre quiénes somos realmente como personas. Si queremos actuar con integridad debemos hacer lo correcto. Y, para hacer lo correcto, debemos tener valores éticos bien definidos, porque es lo que nos permite reflexionar sobre nuestra conducta. 

No se trata de ser perfectos

Si bien se busca la excelencia, no se trata de ser perfectos. El desarrollo moral nos toma toda la vida. Asimismo, la integridad requiere inteligencia emocional y social, y estas también se desarrollan a lo largo de la vida. 

La integridad no se trata estrictamente de alta moral y buen comportamiento, es más que eso. Implica unidad, consistencia interna, ausencia de corrupción, y coherencia entre lo que se dice y se hace en los diferentes ámbitos de la vida. 

Tampoco se trata solamente de nosotros mismos. Si bien consideramos los propios intereses y bienestar, la integridad también se preocupa genuinamente por los demás y considera el impacto de sus acciones en los demás. 

Fortalecer la integridad es importante para cualquier persona que desee una conciencia tranquila y relaciones afectivas sanas. 

La integridad nos aporta armonía y equilibrio

Todos en algún momento nos sentimos tentados a tomar el camino más fácil, a comprometer nuestras creencias, a desmentir los propios valores. Ahora bien, esto puede funcionar y traernos los resultados deseados a corto plazo, pero no hace nada por nuestra humanidad. 

Cuando nos alejamos de nuestra integridad podemos pensar que escapamos ilesos, sin embargo, en realidad ese nunca es el caso porque hay una trampa oculta. Si nos alejamos de nuestras creencias, sentimientos y valores, negamos nuestro verdadero yo, perdemos una parte de nuestro espíritu, perdemos un pedacito de nosotros mismos. 

En un mundo donde la mentira y el engaño forman parte de la normalidad, puede ser difícil actuar con integridad. La cuestión es que cosas como la mentira y el engaño perturban la vida y, por lo general, terminan en tragedia. 

Ahora bien, no se trata solamente de las mentiras que decimos a otros. También hay cualquier cantidad de mentiras que todos nos contamos a sí mismos. 

Contrario a la mentira, la integridad nos aporta el equilibrio y la armonía necesarias para llevar una buena vida, tranquila y feliz. Vivir con integridad es vivir con autenticidad. 

La pregunta es ¿deseo vivir mi vida en armonía y equilibrio o en un caos constante? 

Lo que nos permite poder decir lo que hacemos y hacer lo que decimos es la integridad, gracias a ella somos confiables y podemos construir relaciones saludables. 

La honestidad, la confianza y la coherencia son fundamentales para la integridad. Vivir con integridad influye, motiva e inspira a otras personas, no solo con las palabras, sino también con las acciones. 

Cuando somos íntegros valoramos la honestidad y no toleramos cosas como la mentira o la traición. Vivimos la vida de acuerdo con un conjunto interno de creencias y valores. Además, sabemos que siempre podemos ser mejores, podemos dar lo mejor de nosotros, y que no es necesario tomar atajos ventajosos o dudosos. 

Asimismo, la justicia es un pilar de nuestras vidas, no nos quedamos en silencio frente a las injusticias. Nos sentimos obligados a actuar ante la injusticia. La autenticidad siempre triunfa sobre todo lo demás. Precisamente, en la autenticidad se encuentra nuestra grandeza como seres humanos libres. 

La integridad es algo por lo que luchar, es la esencia misma de los valores, el honor y el heroísmo.