¿Hay algo más en el universo?

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La pregunta sobre si hay algo más en el universo es una pregunta de seguridad y confianza. A esta altura de la lectura ya comprendemos que la realidad objetiva no existe. Aunque, probablemente, tengamos problemas para aceptar que todo es una ilusión. La cuestión es que la ausencia de objetividad genera incertidumbre, y ésta socava la seguridad y cualquier ápice de control sobre las cosas. Y es, precisamente, nuestro deseo de seguridad lo que nos obliga a todos a desear que exista algo más, es decir, que exista un dios benevolente creador de todo, que exista un orden moral en el universo o que exista una vida después de la muerte. 

El problema con nuestros anhelos de seguridad existencial física y metafísica es que la ciencia, especialmente la física cuántica, nos dice que el universo no tiene orden ni propósito. Todo indica que el universo emerge del cumplimiento de leyes que no dependen de un dios creador o de la racionalidad del cosmos. 

La fiesta tardía en la montaña Mansfield de Jerónimo B. Thompson, 1858.

A veces parece que sí hay algo más, a veces no 

La mecánica cuántica describe los materiales fundamentales que construyen el universo. Nos dice que los universos múltiples son posibles y la conciencia crea la realidad, la cual es un todo indivisible y conectado que trasciende los límites ordinarios del espacio y del tiempo. Además, no existe una realidad posible de ser conocida. El problema es que con cada interpretación cuántica se esfuma cualquier posible propósito del universo. 

Sin embargo, en el macrocosmos las cosas se ven algo diferentes. Cuando los astrónomos describen nuestro vecindario en la vastedad del universo, no pueden afirmar con certeza si están describiendo sólo una circunstancia específica -única- de nuestro vecindario estelar, o si están afirmando una condición válida para el universo en su totalidad. 

En consecuencia, por ahora, permanece la inquietud de si el orden aparente de nuestro rincón de la galaxia encierra un orden cósmico o no. El cosmólogo francés Jean Audouze a veces piensa que sí, y en otras ocasiones cree que no. Para Audouze, «el universo no es uniforme. Y el universo tiene estructura. Estos dos hechos son asombrosos. El universo no es algo que haya surgido al azar».

Ahora bien, si el universo no ha surgido al azar, entonces podemos pensar que hay algo más. Esto abre la posibilidad de un universo racional o sagrado o algo más hasta ahora desconocido. 

Visión de un cosmos sagrado según los Muiscas 

A diferencia de los antiguos griegos que concebían la materia imperfecta y separada de la mente o espíritu, todas las cosas son sagradas para la mayoría de Naciones aborígenes alrededor del mundo. Por ejemplo, los Muiscas, Nación aborigen del altiplano Cundiboyacense en Colombia. 

Para los Muiscas el cosmos es sagrado. Ellos captan la unidad y la santidad de todas las cosas en su mito del origen, según el cual lo intangible o «Gran Madre Bagüe» da origen al universo. Todo lo que existe está en ella y en su pensamiento. Por eso se dice que antes de que Bagüe pensara no había nada, cuando Bagüe pensó su pensamiento se transformó en obra. 

Bagüe, la madre creadora, creó a los hacedores y formadores y les ordenó crear el universo: el primer hijo espíritu Chiminigagua, Bachué, Chibchachum, Cuza, Bochica, Nemcatacoa y sus seis hijos. 

Chiminigagua 

Antes de la creación los hacedores y formadores se encontraban en la vastedad y la oscuridad total del vacío. De esta manera, la creación fue una erupción de luz en la oscuridad, la cual se encontraba en Chiminigagua y salió de él para iluminar el universo entero. 

Cuando era noche, esto es según ellos interpretan, antes de que hubiera nada de este mundo, estaba la luz metida allá en una cosa grande, y para significarla la llamaban Chiminigagua, de donde después salió. Y que aquella cosa o este Chiminigagua en que estaba metida esta luz […] comenzó a amanecer y mostrar la luz que en sí tenía. […] A este Dios reconocen por Omnipotente Señor Universal de todas las cosas y siempre bueno, y que crio también todo lo demás que hay en este mundo, con que quedó tan lleno y hermoso. Pero como entre las demás criaturas veían la más hermosa al Sol, decían que a él se debía adorar y a la Luna como su mujer y compañera.

― Según el Fray Pedro Simón, en Antes el amanecer, Antología de las literaturas indígenas de los Andes y la Sierra Nevada de Santa Marta, de Miguel Rocha Vivas. 

Si hay algo más, todavía hay esperanza 

Todas las cosas que existen en el universo surgen del despliegue amoroso de Chiminigagua, Dios, principio cósmico, luminoso e impersonal que desata la creación. Se trata de una divinidad bondadosa y universal para los Muiscas, quienes le rendían culto a través de sus creaciones Sue (el sol) y Chia (la luna). 

En la visión de los Muiscas primero fue el mundo de las ideas o mente (Bagüe) y después fue la luz (Chiminigagua). Pero lo más importante es que podríamos estar tranquilos y sentirnos seguros, porque todo responde a un plan divino. Si todo es sagrado se crea un sentido de unidad donde no existe jerarquía, contrario a la descrita por Platón y Aristóteles con la razón arriba y el cuerpo abajo. En la visión Muisca todo es sagrado y bendito, incluidos nosotros mismos.

Visión de un cosmos racional según el neoplatonismo 

El neoplatonismo nos presenta una concepción racionalista del cosmos. En principio, identifica la materia con el mal y el espíritu con el bien. Se trata de una mezcla entre el idealismo de Platón y una espiritualidad mística compatible con el cristianismo, donde la deidad suprema es Una e incognoscible. 

Según el neoplatonismo el Uno está más allá del Ser, es el principio de todo lo existente y la unidad absoluta. Todo emana del Uno y fluye del Uno pero nada es el Uno, es la absoluta trascendencia indescriptible e imposible de comprender. 

El Uno es todas las cosas y no es, a la vez, ninguna de ellas. Porque es principio de todas las cosas, no es realmente todas las cosas. Y es, sin embargo, todas las cosas, porque todas ellas retornan hacia El; y si no están todavía en El, seguro que llegarán a estarlo. Pero, ¿cómo vienen todas las cosas del Uno, que es algo simple y que no muestra a través de sí mismo ninguna diversidad o duplicidad? Sin duda, porque ninguna cosa se da en El, sino que todas provienen de El; pues, para que el ser sea, el Uno no puede ser él mismo el ser sino que será el generador del ser. El ser es, por tanto, lo primero que nace de El.  

― Plotino, Enéada quinta

El nous (Mente) 

La primera y más pura de las emanaciones del Uno es el nous o mente, el cual expresa la racionalidad del cosmos. El nous lo entendemos como «la inteligencia pura». Éste emana de lo Uno y todo lo que emana de lo Uno es un fluir en el acto de hacerse a sí mismo, que es lo Uno. Plotino explicó el nous con una analogía de la semejanza entre el sol y la luz, donde el Uno sería el sol y el nous la luz. 

Por otra parte, del nous emana el alma y de ésta el universo y todos los seres sensibles que existen. El alma es de naturaleza doble: en un extremo se encuentra unida al nous que es sagrado, mientras que en el otro extremo se une con la materia, a la cual ha dado origen y carece de bondad. 

De esta manera, la naturaleza es el resultado de un movimiento que parte del alma. Al tener partes de ambos elementos somos una mezcla de maldad y bondad. No obstante, si nos esforzamos por alcanzar la perfección de la cual emanamos, podemos aspirar a la unión mística con el nous universal. Puesto que somos seres perfectos experimentando la imperfección. En palabras de Plotino: «Nuestro afán no consiste en estar libre del pecado, sino en ser Dios.» Esta visión, obviamente, todavía nos aporta cierto control sobre las cosas. 

Conclusión 

Tendemos a pensar que las preguntas extraordinarias requieren respuestas extraordinarias. Pero no siempre es así. El universo parece ser lo que en filosofía se conoce como hecho bruto. Es decir, algo que no tiene explicación. Por ahora no podemos saber si hay algo más en el universo que nos aporte la seguridad y la confianza que anhelamos. 

Al margen de si el universo posee o no posee un orden o propósito, o si es sagrado o racional, la incertidumbre es una experiencia común en la complejidad -o simpleza- de la realidad. De hecho, el fundamento de nuestras vidas es resistir la incertidumbre y alcanzar una zona de seguridad. La incertidumbre es la base misma de nuestra realidad: es imposible escapar de ella. 

Una mayor comprensión de la realidad y de la incertidumbre intrínseca, no necesariamente hará que las cosas sean más seguras. Pero puede actuar para sensibilizarnos sobre la verdad de las cosas. Reconocer y aceptar que la incertidumbre es una constante en la vida nos ayuda a mantener el corazón y la mente abiertos. La forma en que elijamos lidiar con la incertidumbre es lo único que realmente podemos controlar. 


Arte | La fiesta tardía en la montaña Mansfield de Jerónimo B. Thompson, 1858. Se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (THE MET).