La ética animal es una rama de la ética aplicada que se encarga del estudio de las relaciones entre humanos y animales no humanos. En la actualidad plantea la discusión sobre la validez de los argumentos existentes sobre el estatus moral de los animales, sus derechos y nuestras responsabilidades. Todo esto bajo la luz de los nuevos descubrimientos aportados por las investigaciones científicas y filosóficas.
Los seres humanos y los animales no humanos competimos por las mismas cosas: territorio, refugio, comida y agua. Obviamente, nuestras habilidades nos han colocado al tope de la cadena alimenticia. La cuestión es que esta superioridad absoluta ha creado una sociedad antropocéntrica y especista que favorece el uso de animales.
Esto, obviamente, genera relaciones entre las personas y los animales tanto en la comunidad humana como en la naturaleza. La ética animal se encuentra con nuestro comportamiento como participantes de estas relaciones y lo estudia.
Importancia moral de los animales en la ética animal
La piedra angular de la ética animal es el estatus moral o importancia moral de los animales. Esto es, la circunstancia de un ser como miembro de una comunidad moral. Los miembros pueden ser agentes morales en tanto que autores -conscientes o no- de un bien, o sujetos morales en tanto que pueden sufrir un mal.
Los agentes morales son seres capaces de comportamiento moral susceptibles de juicio moral, mientras que los sujetos morales son seres cuyas características deben tenerse en cuenta en el comportamiento de los agentes morales.
Si bien todos los agentes morales son también sujetos morales, no todos los sujetos morales son agentes morales. Diferenciar entre unos y otros no implica que un grupo es moralmente más o menos importante que otro. Por ejemplo, las personas con discapacidades mentales severas por lo general no son capaces de ser agentes morales. Sin embargo, esto no significa que son moralmente menos (o más) importantes que aquellas personas capaces de ser agentes morales.
Teniendo esto en cuenta, si los animales son considerados como sujetos morales, en el sentido de que pueden padecer daño, entonces es posible establecer restricciones o límites en la manera como pueden ser tratados, igual como sucede con nosotros. Porque no se discute que causar dolor es un problema moral que tiene que ser tenido en cuenta en el razonamiento moral.
Kant: La compasión por los animales es un deber del hombre hacia sí mismo
En La metafísica de las costumbres Kant anotó que el trato compasivo hacia los animales es un deber con nosotros mismos. Porque el trato cruel no solo lastima a los animales, también afecta nuestro comportamiento con las personas.
Con respecto a la parte viviente, aunque no racional, de la creación, el trato violento y cruel a los animales se opone mucho más íntimamente al deber del hombre hacia sí mismo, porque con ello se embota en el hombre la compasión por su sufrimiento, debilitándose así y destruyéndose paulatinamente una predisposición natural muy útil a la moralidad en la relación con los demás hombres; […], son, por el contrario, abominables los experimentos físicos acompañados de torturas, que tienen por fin únicamente la especulación, cuando el fin pudiera alcanzarse también sin ellos. Incluso la gratitud por los servicios largo tiempo prestados por un viejo caballo o por un perro (como si fueran miembros de la casa) forma parte indirectamente del deber de los hombres, es decir, del deber con respecto a estos animales, pero si lo consideramos directamente, es sólo un deber del hombre hacia sí mismo.
― Kant, La metafísica de las costumbres
La ética animal fundamenta el estatus moral de los animales en la capacidad de sentir, capacidades cognitivas superiores, la capacidad de florecer, la sociabilidad y la posesión de una vida.
Capacidad de sentir
Para la ética animal, el énfasis en la capacidad de sentir está asociado con la filosofía utilitaria de Jeremy Bentham. La capacidad de sentir de Bentham se entiende como la capacidad de sentir placer y dolor, capacidad que él mismo hizo extensiva a los animales.
Bentham: los animales son objetos legítimos de nuestra preocupación moral
En Introducción a los principios de la moral y la legislación, Jeremy Bentham abordó el tema sobre la manera como tratamos a los animales. Para ello, partió del hecho que si los animales sufren son objetos legítimos de nuestra preocupación moral.
Es probable que llegue el día en que el resto de la creación animal pueda adquirir aquellos derechos que jamás se les podrían haber negado a no ser por obra de la tiranía. Los franceses han descubierto ya que la negrura de la piel no es razón para que un ser humano haya de ser abandonado sin remisión al capricho de un torturador. Quizá un día se llegue a reconocer que el número de patas, la vellosidad de la piel o la terminación del os sacrum, son razones igualmente insuficientes para dejar abandonado al mismo destino a un ser sensible.
¿Qué ha de ser, si no, lo que trace el límite insuperable? ¿Es la facultad de la razón, o quizá la del discurso? Pero un caballo o un perro adulto es, más allá de toda comparación, un animal más racional, y con el cual es más posible comunicarse, que un niño de un día, de una semana, e incluso de un mes. Y aun suponiendo que fuese de otra manera, ¿qué significaría esto? La cuestión no es si pueden razonar, o si pueden hablar, sino: ¿Pueden sufrir?
― Jeremy Bentham, Introducción a los principios de la moral y la legislación
Capacidades cognitivas superiores
Además de la capacidad de sentir dolor, muchos animales también son capaces de capacidades cognitivas superiores. Las investigaciones en comportamiento animal han aumentado significativamente el conocimiento sobre las capacidades cognitivas de los grandes simios y otros animales, incluyendo perros, roedores, aves y peces.
De hecho, hoy sabemos que los chimpancés entienden tanto los objetivos y las intenciones de los demás, así como la percepción y el conocimiento de los demás.
Call y Tomasello: los chimpancés tienen una teoría de la mente
En 1978, Premack y Woodruff se preguntaron si los chimpancés tenían una teoría de la mente. 30 años después Josep Call y Michael Tomasello, psicólogos comparativos, decidieron responder esta pregunta.
Call y Tomasello concluyen que los chimpancés tienen una teoría de la mente. Ellos entienden los objetivos y las intenciones de los demás, en términos de una percepción –psicología de objetivos-, en lugar de una completa creencia de preferencia humana –psicología del deseo-.
Es hora de que los seres humanos dejen de pensar que sus parientes primates más cercanos sólo leen y reaccionan a la conducta manifiesta… Toda la evidencia revisada aquí sugiere que los chimpancés entienden tanto los objetivos y las intenciones de los demás, así como la percepción y el conocimiento de los demás. Además, ellos entienden cómo estos estados psicológicos trabajan juntos para producir la acción intencional; es decir, que comprenden a otros en términos de una percepción relativamente coherente – psicología de objetivos en la que el otro actúa de una manera determinada porque percibe el mundo de una manera determinada y tiene ciertos objetivos de la forma en que quiere que el mundo sea.
[…]
En una amplia conceptualización de la frase “teoría de la mente”, entonces la respuesta a la pregunta de Premack y Woodruff de hace 30 años es un sí definitivo, los chimpancés tienen una teoría de la mente.
― Josep Call and Michael Tomasello, Does the chimpanzee have a theory of mind? 30 years later (Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, Germany)
El énfasis en las capacidades cognitivas superiores parte de la relevancia moral que poseen por sí mismas, como lo bueno y lo malo (Platón), posesión de autoconciencia (René Descartes), posesión de libertad (Jean Jacques Rousseau) y posesión de una voluntad racional, en el sentido de ser capaz de actuar de acuerdo a propias reglas para lograr ciertos objetivos (Kant).
Capacidad de florecer
La ética animal también hace énfasis en la capacidad de florecer que poseen los animales. Se trata de una idea que encuentra su fundamento en el telos aristotélico, en la medida que todo tiene un propósito o fin último. Por tanto, cada animal es un fin en sí mismo, no un medio para un fin humano.
Y otras que son causas en el sentido de ser el fin o el bien de las cosas, pues aquello para lo cual las cosas son tiende a ser lo mejor y su fin; y no hay diferencia, es decir, que este fin, es el bien mismo o el bien aparente.
― Aristóteles, Física
Según Aristóteles todos los seres tenemos una naturaleza determinada, y cada ser es el origen o principio de sus propios cambios y actividades. Siguiendo al Estagirita, en su libro Las fronteras de la justicia: consideraciones sobre la exclusión, Martha Nussbaum explica que la vida es plena, satisfactoria y feliz, solo cuando pueda florecer. Esto es potenciar su esencia, aquello que le permite a una criatura actualizar sus capacidades. Por ejemplo, el proceso de generación en la metamorfosis: de huevo a larva y de renacuajo a rana. Para Nussbaum, es inmoral e injusto que a una criatura viva no se le permita poder realizar sus capacidades.
Desde esta perspectiva, los animales tienen intereses o necesidades específicas de la especie. Si pueden satisfacer estas necesidades entonces pueden florecer y cumplir su propósito. Ahora bien, esta capacidad de florecer de los animales depende de que puedan expresar plena y libremente sus características determinadas biológicamente.
Capacidad de comportamiento social
Para la ética animal el énfasis en la sociabilidad se sustenta en los postulados de Karl Marx, Ludwig Wittgenstein y Martin Heidegger quienes consideraron la sociabilidad como fundamento moral. Para ellos, ser miembro de una comunidad compleja crea las relaciones morales de los derechos y deberes.
Asimismo, el fundamento de una comunidad puede ser el idioma o una dependencia por razones sociales, económicas o de otro tipo. Si bien los agentes morales son por lo general los seres humanos, hoy sabemos que los animales también son capaces de comportamiento moral.
El primatólogo Frans de Waal en su libro El bonobo y el ateo explica que los simios presentan en su comportamiento social los dos pilares de la moral: la reciprocidad y justicia por un lado y empatía y compasión por el otro. De Waal también explica dos grados de moralidad en los primates, el primero, denominado moral «uno a uno», o cómo un individuo espera ser tratado, y el segundo llamado «preocupación social» o el sentido de armonía de la comunidad o grupo como un todo.
La posesión de una vida
Por último, el criterio más relevante para la ética animal es la posesión de una vida. Tom Regan, filósofo norteamericano, en su libro The Case for Animal Rights explica que ser sujeto de una vida es condición suficiente para tener un valor intrínseco. Así, todos los sujetos de una vida poseen un valor intrínseco y deben ser tratados como fines en sí mismos, nunca como un medio para un fin.
Los animales son sujetos de vida y sus derechos no son distintos a los derechos humanos. Somos iguales en derechos fundamentales, compartimos la integridad física, la libertad y la vida.
Conclusión
Los postulados bio-éticos indican que el respeto a la vida y a la integridad de esa vida es una cuestión moral. Por tanto, lo correcto es respetar a todos los seres vivientes, concebir a todos los animales como un fin en sí mismo y tratarlos como tales.
Cada criatura, cada animal no humano es un ser que merece que lo traten como un igual en su capacidad de sufrimiento.
Precisamente, la manera como tratamos a los animales señala el nivel de desarrollo moral que hemos alcanzado como individuos y como sociedad. Respetar a los animales no es únicamente una responsabilidad moral para con los animales, también es una responsabilidad moral para con los seres humanos.
Es un hecho que en el trato a los animales ganamos o perdemos nuestra humanidad. O lo que es lo mismo, la capacidad para sentir afecto, empatía, comprensión o solidaridad hacia otros seres, incluidas las personas.
Arte | Entrada de los animales en el arca de Noé de Jacopo Bassano, hacia 1570. Se encuentra en Museo del Prado. La pintura representa el pasaje del Génesis, 6. 20. Como lo indica el título, la obra muestra a los animales entrando en el Arca de Noé.
Entrada de los animales en el arca de Noé
Jacopo fue respetuoso con el relato bíblico en el número de personas que se salvaron: Noé, su mujer, y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet con sus esposas, pero se tomó licencias en la representación de los animales. De algunos, como los perros, corderos y vacas, incluyó más de dos ejemplares, y tampoco respetó la prioridad de los leones al entrar en el Arca, al precederles un águila y un jabalí. La verosimilitud en la representación de los animales varía mucho dependiendo si le eran familiares o extraños, siendo muy llamativo su desconocimiento de la fisonomía de la leona, a la que mostró con melena como un león. La utilización de una rampa para acceder al Arca, habitual en Biblias ilustradas desde 1480, permitía visualizar mejor la completa variedad de especies congregadas en torno a ella. (Museo del Prado)