Estoicismo

El estoicismo fue una filosofía que floreció durante unos 400 años en la antigua Grecia y Roma. Su objetivo era enseñar a las personas cómo ser tranquilas y valientes frente a los sucesos adversos de la vida. 

Cabe aclarar, que las nuevas espiritualidades han asimilado el estoicismo como una guía práctica para una suerte de pseudo-remedio para los trastornos de la vida, y se vende como «Mindfulness» o «Atención Plena». Nada dista más de la esencia del estoicismo que esto. El estoicismo es una escuela filosófica y una filosofía de ética basada en el amor a la verdad y no en el amor al «empoderamiento».

La vida tiene que realizarse en función de aquello concreto que somos: nuestra naturaleza

Algunos filósofos griegos, como Zenón, estaban convencidos que el objetivo es vivir de acuerdo con la naturaleza. Porque la naturaleza nos conduce a la virtud y debemos vivir según la virtud. Para los estoicos vivir según la virtud es lo mismo que vivir según la experiencia de las cosas acaecidas conforme a la naturaleza. Asimismo, la virtud (como la sabiduría) es la fuente de la verdadera felicidad. 

Ahora bien, todo lo que sucede a los seres es inseparable de su naturaleza. Por tanto, lo que le sucede al buey es propio de su naturaleza, y lo que nos sucede a los seres humanos es propio de nuestra naturaleza. 

Así, el fin viene a ser el vivir conforme a la naturaleza que es según la virtud propia y la de todos, no haciendo nada de lo que suele prohibir la ley común, que es la recta razón a todos extendida aun al mismo Júpiter, director y administrador de todo lo criado. Que esto mismo es la virtud del hombre feliz y su feliz curso de vida puesto que todas las cosas se hacen por el concepto y armonía del genio propio de cada uno, según la voluntad del director del universo.  

― Diógenes Laercio, Vidas de los más ilustres filósofos griegos

Ante todo, el estoicismo se trata del conocimiento de nuestra propia naturaleza, y nos permite discernir aquello que el cuerpo y la vida en común exigen de nosotros. 

Leyes inmutables

En los cimientos del estoicismo encontramos el determinismo cósmico, donde leyes inmutables rigen el universo y nuestras vidas. No obstante, no hay motivo para preocuparse, puesto que todo está sometido a la providencia, todo es racional y justo. 

Frente a este determinismo cósmico el ideal que debemos perseguir, consiste en vivir de acuerdo con la naturaleza. Es decir, aceptar el destino o los designios de la providencia. Dado que la naturaleza se rige por un orden natural imperturbable, Zenón sostenía que es absurdo querer resistirse al destino.

Si bien hay un orden cósmico el mundo es impredecible. Por consiguiente, para conseguir la perfección y la felicidad no debemos guiarnos por las apariencias de las cosas, sino por la motivación de actuar racional y benevolentemente, adaptándonos al orden universal y aceptando nuestro destino.

El camino de la virtud

Para los estoicos la intranquilidad que experimentamos proviene de las pasiones que hacen errar a la razón, al desear que las cosas sean de un modo opuesto a los designios de la providencia-destino. 

Diógenes, pues, dice abiertamente que el fin es obedecer absolutamente a la razón en la elección de las cosas conformes a la naturaleza. 

― Diógenes Laercio, Vidas de los más ilustres filósofos griegos 

El camino de la virtud de la razón estoica consiste en la apatheia, o desapasionamiento, una actitud de indiferencia positiva frente a los acontecimientos, que nos permite alcanzar la eutimía o alegría serena. Ahora bien, para alcanzar la apatheia debemos cultivar la ataraxia o imperturbabilidad. Puesto que el no dejarnos perturbar por nada, sea agradable o desagradable, nos conduce a la tranquilidad de espíritu en armonía total con la naturaleza. 

De igual manera, debemos cultivar eupatías o buenos sentimientos. Aceptar todo lo que nos sucede sin apego ni resistencia significa alcanzar la perfección y la felicidad. 

Que la virtud es una disposición del ánimo conforme a razón y elegible por sí mismo, no por algún miedo o esperanza o por algún bien externo, sino que en ella se encierra la felicidad, como que está en el alma para la igualdad y tranquilidad de toda la vida Que el animal racional se pervierte unas veces por los halagos de cosas externas, y otras veces por las persuasiones de sus familiares, pues los movimientos que da la naturaleza no son torcidos. 

― Diógenes Laercio, Vidas de los más ilustres filósofos griegos 
La muerte de Séneca por Jacques-Louis David, 1773.

¿Qué está bajo nuestro control?

Epicteto se cuestionó sobre qué depende de nosotros. Para él, la principal tarea en la vida consiste en identificar y separar las cosas externas a nosotros, que no están bajo nuestro control y aquellas cosas que realmente controlamos. Según Epicteto, los dioses hicieron que dependiese sólo de nosotros el uso correcto de las representaciones. Con otras palabras, la capacidad de impulso y repulsión, de deseo y de rechazo. 

El bien y el mal lo debemos buscar dentro de nosotros, en nuestras elecciones, y no en cosas externas e incontrolables. Puesto que no controlamos y no podemos confiar en eventos externos solo en nosotros mismos y nuestras respuestas. 

En consecuencia, la práctica más importante en el estoicismo es diferenciar entre lo que podemos cambiar y lo que no podemos. Sobre qué tenemos influencia y sobre qué no. Para Epicteto una vida feliz y una vida virtuosa son lo mismo. Nuestra felicidad y plenitud personal son las consecuencias naturales de hacer lo que es correcto. 

No desees nada con pasión; porque si deseas cosas que no dependen de ti es imposible que no te veas frustrado; y si deseas las que de ti dependen, advierte que no estás bastante instruido de lo que es necesario para desearlas honestamente. Por lo cual, si quieres hacer bien acércate a ellas de manera que puedas retirarte cuando quieras. Pero todo esto se ha de hacer con medida y discreción. 

― Epicteto, Disertaciones por Arriano 

Para los estoicos lo importante es ser una buena persona y hacer lo correcto en cada momento. Los logros pueden ser efímeros y su posesión es solo por un instante. Y si todo es efímero, ¿qué importa?  

Revise la lista de aquellos que sintieron una ira intensa por algo: los más famosos, los más desafortunados, los más odiados, los que más: ¿Dónde está todo eso ahora? Humo, polvo, leyenda … o ni siquiera una leyenda. Piensa en todos los ejemplos. Y cuán triviales son las cosas que queremos con tanta pasión.  

― Marco Aurelio, Meditaciones

Premeditación

El estoicismo es un ensayo elegante e inteligente para la tragedia. El sabio estoico realiza una sana praemeditatio, esto es una premeditación sobre todos los sucesos adversos posibles que nos podrían ocurrir. En las duras palabras de Marco Aurelio: «Mortal has nacido, de mortales has dado a luz. Así que debes contar con todo, esperarlo todo.» 

La catástrofe siempre está a la vuelta de la esquina, por eso deberíamos tomarnos un tiempo libre para practicar los peores escenarios. Por ejemplo, deberíamos marcar una semana al año en la que solo comamos pan duro y durmamos en el suelo de la cocina con una sola manta, para dejar de ser tan escrupulosos si somos despedidos o encarcelados. 

No nos atrevemos a prever las posibles calamidades, por eso la adversidad mantiene un control sádico constante sobre nosotros. En cambio, como dijo Séneca: «Para reducir tu preocupación, debes asumir que lo que temes que pueda suceder ciertamente va a suceder.» 

No se trata de aceptar la tragedia, se trata de comprender correctamente la existencia. 

El estoicismo nos presenta una ética basada en su comprensión de la naturaleza

En la cúspide del estoicismo se encuentra el humanismo universalista, el cual abarca al mundo y a la humanidad entera. Todo en el universo es divino y todos formamos parte del orden cósmico divino. Por tanto, todos somos iguales y tenemos la misma dignidad humana. 

El propósito de la vida es la felicidad y ésta se alcanza por la virtud, viviendo según los mandatos de la razón. En palabras de Epicteto:  «No busques que las cosas sucedan de la manera que quieres; más bien, desea que lo que sucede suceda como sucede: entonces serás feliz.» 


Arte | La muerte de Séneca por Jacques-Louis David, 1773. Por orden del emperador, Séneca se suicida en el año 65 d.C. en Roma. En esta pintura el artista recrea el relato histórico sobre el suicidio de Séneca. El Museo del Petit Palais comenta la obra: 

«El filósofo romano Séneca fue acusado de participar en una conspiración contra Nerón, y se le ordenó suicidarse. 
Séneca aceptó la sentencia y su esposa decidió morir con él. El marido y la mujer se abren las venas, pero la muerte no llega rápidamente. Por tanto, Séneca pide a las sirvientas que se lleven a su esposa para que ninguno de ellos se debilite al ver el sufrimiento del otro. Pauline sobrevive y el emperador la salva. Un médico corta los tobillos del filósofo para que la sangre fluya más rápidamente y un esclavo le entrega veneno. Al fondo, un centurión enviado por Nerón ayuda a ejecutar la sentencia de muerte. A la derecha, un discípulo escribe las últimas palabras del filósofo, cuya desaparición es un ejemplo de la más alta virtud moral frente a la tiranía.»