Como virtud, la empatía es la forma en que entendemos y respondemos a las emociones de otra persona, desde una preocupación real por su bienestar.
Sinónimos
La palabra empatía es una palabra poderosa que no posee sinónimos, sino más bien palabras que son características de ella misma y que la definen: sensibilidad, instinto, afinidad, compasión, participación, comprensión, delicadeza.
Etimología
La palabra empatía viene del griego empátheia, que significa «pasión», «sentir dentro». De hecho, Aristóteles utilizó la palabra empathés, que podemos entender como «apasionado», «el que siente por dentro».
Definición
La RAE nos dice que la empatía es el sentimiento de identificación con algo o alguien, así como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Introducción
La empatía es una virtud que no debe tomarse a la ligera, porque se trata de una capacidad que aún está en proceso de ser plenamente comprendida. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la empatía presenta tres capas, que pueden trabajar tanto en conjunto como de manera independiente:
La primera es la empatía afectiva, la capacidad de sentir o compartir las emociones de los demás, en un sentido visceral.
Luego encontramos la empatía cognitiva, la capacidad de comprender las emociones de los demás. Así, podemos comprender lo que otra persona está sintiendo, pero no lo sentimos necesariamente en un sentido visceral.
Por último, la regulación emocional. Aquí hablamos de la capacidad de regular las propias emociones.
Descripción
En su forma más simple la empatía es sentir con alguien. En principio, se trata de la conciencia de los sentimientos y emociones de otras personas como si lo sintiéramos nosotros mismos. Sin embargo, sentir las emociones de otra persona no nos convierte de manera innata en una buena persona, como tampoco, no sentir las emociones de otra persona no nos convierte de manera innata en una mala persona.
Asimismo, el solo hecho de comprender las emociones de otra persona no es garantía de un comportamiento compasivo: la empatía no es compasión ni bondad. Calificarnos a sí mismos como «empáticos» no significa que lo seamos.
Daniel Goleman advierte que la empatía afectiva y cognitiva por sí solas se convierten fácilmente en herramientas del egoísmo. En su lugar, debemos desarrollar la empatía compasiva, también llamada preocupación empática, que motiva a las personas a actuar con compasión. Porque es la preocupación empática, «preocuparse por el bienestar de la otra persona, lo que pone estos dos tipos de empatía al servicio de un bien mayor».
La empatía implica la autoconciencia
Las acciones que consideramos buenas o moralmente deseables guardan una estrecha relación con la capacidad de regular y gestionar eficazmente las propias emociones. Esto significa que, así como somos capaces de percibir los sentimientos de los demás, también debemos ser capaces de reconocer las propias emociones, ser autoconscientes y distinguir entre uno mismo y el otro.
La conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se erige la empatía, puesto que, cuanto más abiertos nos hallemos a nuestras propias emociones, mayor será nuestra destreza en la comprensión de los sentimientos de los demás.
― Daniel Goleman, Inteligencia emocional
Desde el reconocimiento de las propias emociones es que podemos definir, comprender y reaccionar a las inquietudes y necesidades subyacentes a las respuestas y reacciones emocionales de los demás.
Por consiguiente, no se trata de ponerse en los zapatos de otra persona, más bien es «sentir dentro» al otro desde nuestros propios zapatos, para así, comprender lo que siente y preocuparse por su bienestar.
Las raíces de la empatía
El desarrollo de la empatía comienza en nuestra infancia temprana, y está directamente relacionado con la educación que recibimos de nuestros padres.
Cuando los padres no pueden mostrar empatía hacia las emociones de sus hijos como la risa o el llanto, los niños no podrán expresar ni sentir esas emociones. Las emociones se desvanecen y no forman parte de sus relaciones íntimas. En consecuencia, el precio que se paga por la falta de sintonía emocional entre padres e hijos es alto.
Los niños se muestran más empáticos cuando su educación incluye, por ejemplo, la toma de conciencia del daño que su conducta puede causar a otras personas (decirles, por ejemplo, «mira qué triste la has puesto», en lugar de «eso ha sido una travesura»).
― Daniel Goleman, Inteligencia emocional
La empatía se asocia con el comportamiento social
La empatía y la regulación de las emociones son procesos vitales para el funcionamiento social efectivo y el bienestar emocional. Hay muchas investigaciones que muestran que una mayor empatía conduce a un comportamiento más solidario. Asimismo, es fundamental para nuestras vidas, ya que nos ayuda a llevarnos bien, trabajar de manera más eficaz y prosperar como sociedad.
La empatía no está sobrevalorada ni es una ilusión seductora. Es un elemento clave de la inteligencia emocional que nos permite, como individuos, entender lo que otros están experimentando, sintonizar emocionalmente con los demás y responder adecuadamente a las diferentes situaciones.