El codicioso y el envidioso

El codicioso y el envidioso [DE CUPIDO ET INVIDO] es una fábula que sólo aparece en las fábulas de Aviano. Si bien se trata de un mito ficticio, es una anécdota humana que retrata brillantemente el tema de la envidia y la codicia como características propias de nuestra naturaleza. 

El codicioso y el envidioso

Júpiter envió a la tierra desde lo alto del cielo a Febo para que conociera los ambiguos sentimientos de los hombres. Entonces, dos hombres imploraban a las divinidades con votos distintos, pues uno era codicioso y otro envidioso.
Titán, tras examinar a ambos, se presentó como mediador entre ellos y, a fin de que le dirigieran sus súplicas, les dice complacientemente:
«Lo que ahora pida uno, el otro lo obtendrá por duplicado».
Pero, aquél cuya enorme codicia no permite a su hígado saciarse, retardó las súplicas que irían en detrimento propio, confiando así aumentar su esperanza con el voto del otro y pensando que él sólo se llevaba dos dádivas.
Cuando ve los intentos de su compañero por alcanzar sus premios, el envidioso pide, sintiéndose vencedor, el tormento de su propio cuerpo: pide quedar privado de un ojo, para que el otro, duplicando su premio, se vea sin los dos.
Entonces Apolo, comprendiendo la naturaleza humana, se echó a reír y él mismo describió a Júpiter el mal de la envidia: la infeliz, con tal de regocijarse con las desgracias ajenas, desea con toda alegría incluso su propio daño.
― Fábulas de Fedro y aviano
Melchior Küssel (1626-1683), Alegoría de la envidia, según J. W. Baur (1607‑1642).

Moraleja del codicioso y el envidioso

Según la fábula está en nuestra naturaleza ser codiciosos y envidiosos. Por un lado, la persona codiciosa está demasiado apegada a cualquier posesión, entendida la codicia no como un simple amor por las cosas, sino un deseo excesivo por ellas. La envidia, por otro lado, implica sentimientos de resentimiento por lo que otros tienen que nosotros mismos no tenemos y deseamos mucho. 

De esta manera la fábula nos enseña que tanto la envidia como la codicia pueden ser destructivas. Especialmente, la envidia es dañina para la persona que la siente y para la persona a la que se dirige. 


Arte | Melchior Küssel (1626-1683), Alegoría de la envidia, según J. W. Baur (1607‑1642). La impresión forma parte de la publicación Iconographia, que se basó en las obras de Johann Wilhelm Baur. Publicado por primera vez en 1670. Antigua Galería, Castillo de Eggenberg, Eggenberger, Austria. 

De acuerdo con la iconografía tradicional, la Alegoría de la Envidia está personificada por una mujer anciana, demacrada y con los senos desnudos. Las serpientes que se retuercen en su cabello indican los pensamientos venenosos de la envidia. Su mano izquierda acciona un fuelle con el que aviva cada vez más el fuego del resentimiento. 
Probablemente la historia más famosa sobre la envidia en la mitología griega antigua aparece en la parte superior derecha del cielo: es la diosa de la discordia arrojando la manzana de oro entre los invitados a la boda de Peleo y Tetis porque no había sido invitada a la ceremonia. Esto finalmente conduce a la Guerra de Troya. (Antigua Galería, Castillo de Eggenberg)