Deísmo

El deísmo o la religión de la naturaleza es una forma de teología racional, que surgió entre los europeos librepensadores en los siglos XVII y XVIII. Para el deísmo, la verdad religiosa debe estar sujeta a la autoridad de la razón humana en lugar de la revelación divina. Por consiguiente, el deísmo rechaza toda doctrina religiosa, todos los elementos sobrenaturales, milagros, profecías y revelaciones. 

De hecho, la esencia del deísmo es fácil de entender: para creer en Dios no necesitamos revelaciones, cultos, sacerdotes ni rabís, todo lo que necesitamos es hacer buen uso de la razón humana y reconocer nuestra condición humana. Porque todos podemos conocer a Dios a través de los propios ojos.

La Religión entonces de cada hombre debe ser dejada a la convicción y conciencia de cada hombre; y es derecho de cada hombre ejercerlo como éstos lo dicten. Este derecho es por su naturaleza un derecho inalienable. Es inalienable, porque las opiniones de los hombres, dependiendo únicamente de la evidencia contemplada por sus propias mentes, no pueden seguir los dictados de otros hombres: Es inalienable también, porque lo que aquí es un derecho hacia los hombres, es un deber hacia el Creador. Es deber de cada hombre rendir al Creador tal homenaje y sólo el que crea aceptable para él.  

― James Madison, Un memorial y protesta, sobre los derechos religiosos del hombre

Dios creó un universo eficiente y mecánico 

El deísmo es la concepción de la existencia de Dios como una fuerza creadora y mecánica que creó el mundo, pero que no interviene en él. Esto quiere decir que Dios no participa activamente en el mundo ni con los seres humanos. Porque este universo eficiente y mecánico una vez puesto en movimiento no tiene necesidad de la intervención de Dios. Se trata de algo semejante a una gran máquina cuyo funcionamiento se ajusta a determinadas leyes, y donde suceden acontecimientos que no pueden ser alterados por su creador. 

Los valores de Dios según el deísmo 

Desde la perspectiva deísta comprendemos a Dios a través de las leyes de la naturaleza descritas por las teorías científicas existentes. La creencia en Dios viene a ser un asunto de confirmación intelectual, que en principio nada tiene que ver con libros sagrados, rituales, dogmas ni credos. 

Por ejemplo, en julio del 2012, en el CERN de Ginebra, los científicos Fabiola Gianotti y Joe Incandela mostraron por separado resultados que muestran la observación de una nueva partícula: El bosón de Higgs conocido también como la «partícula de Dios», una partícula elemental, que al parecer juega un papel importante en el mecanismo por el que se origina la masa de las partículas elementales. Cabe aclarar que sin masa nada existiría ni siquiera nosotros mismos. 

El deísmo se trata de una creencia aceptada mediante la razón y la experiencia personal, sin mediación de las religiones teístas, la revelación, la tradición o incluso la fe. Para el deísmo, Dios organiza el mundo para promover la felicidad humana. Por tanto, nuestro mayor deber espiritual es promover ese fin mediante la práctica de una vida ética. Esto, a su vez, conlleva la reflexión racional sobre la conducta buena como lo debido y lo indebido, lo bueno y lo malo o lo correcto y lo incorrecto.