Cómo debemos entender la moral

Tradicionalmente nos dicen que debemos entender la moral como el conjunto de normas, usos y leyes que percibimos como obligatorias en conciencia. Asimismo, la mayoría entendemos la moral como los principios y creencias sobre el comportamiento correcto e incorrecto. Pero, la moral es mucho más que normas y creencias, entonces, ¿cómo debemos entender la moral? 

Lo primero que debemos comprender es que la moral se refiere fundamentalmente a nuestros actos, desde el punto de vista de nuestras acciones en relación con el bien o el mal, y en función de nuestra vida individual y colectiva. 

La manera como entendemos la moral determina nuestras interacciones. No puede ser la última en nuestras interacciones, es demasiado importante, debe manifestarse una y otra vez, haciendo justicia al otro en su singularidad. 

La moral es mucho más que solo costumbre

La palabra moral se deriva del latín moralis que significa tanto como «concerniente a las costumbres». Sin embargo, Aristóteles nos ilustró una connotación más práctica de la moral. 

Según Aristóteles, los seres humanos realizamos tres clases de actividades: la teorética o contemplativa cuyo fin es el conocimiento, la poética cuyo fin es la producción de una cosa, y la práctica cuyo fin es obrar bien. 

Precisamente, la moral la debemos entender como ese saber práctico que regula la acción desde nuestra racionalidad o capacidad comprensiva de la realidad. De ahí, que el ámbito de todos nuestros actos es el mundo moral o ético

Debemos entender la moral como un proceso dinámico

La moral no es estática y no resulta de una naturaleza humana inamovible, sino de un accionar humano ligado a la posibilidad de cometer errores. Por ende, también ligado a la corrección de los mismos en un proceso continuo, dinámico, de autorrealización.  

En Ética Mínima, Adela Cortina señala que la moral es «la realización de la vida buena», y el ámbito moral es el de la realización personal y de nuestra autonomía. 

A grandes rasgos, podemos decir, que por “moral” se ha entendido y entiende fundamentalmente la realización de la vida buena, de la vida feliz, el ajustamiento a normas específicamente humanas, e, incluso en nuestro tiempo, aptitud para la solución pacífica de conflictos, sea en grupos reducidos, a nivel nacional o en el ámbito de la humanidad. […] El ámbito moral es el de la realización de la autonomía humana, el de realización del hombre en tanto que hombre, la expresión de su propia humanidad. La grandeza del hombre estriba, no en ser capaz de ciencia, sino en ser capaz de vida moral; y esta vida tiene sentido porque consiste en la conservación y promoción de lo absolutamente valioso: la vida personal. 

― Adela Cortina, Ética Mínima, Introducción a la Filosofía Práctica 

Por esta razón, también debemos entender la moral como algo existencial y en constante evolución, es decir, la vida misma en busca de la excelencia. Solo debemos observar la lucha y la progresión de los derechos humanos para comprender esto. 

La moral emerge de la conciencia de la responsabilidad y de la libertad frente a lo mejor y lo peor que hay en cada uno de nosotros, una especie de sentimiento compartido por todos de aprobación o de rechazo ante nuestra conducta. 

Psique abriendo la caja de oro por John William Waterhouse, 1903.

La moral se revela en el autoconocimiento

Sartre explicó que somos conscientes de nuestras posibilidades y de nuestras limitaciones. Cuando reconocemos nuestros límites, también nos damos cuenta de que podemos trascender esos límites, abriéndonos así a un universo de posibilidades. 

A medida que nos exponemos a esta apertura, tomamos conciencia de una perfección que no poseemos, pero que podemos aspirar a ella. 

En principio, se trata de la toma de conciencia de lo que realmente somos. Al mismo tiempo que somos conscientes, que podemos ser otro parcialmente distinto de lo que somos en el ahora. De esta manera nos proponemos ideales de vida a los que aspiramos, y de cuya realización depende nuestra felicidad. 

Ahora bien, esos ideales se enfrentan con la verdad de nuestro propio ser, y así se generan los sentimientos de insatisfacción, culpabilidad, imperfección o el sentimiento del deber. Con otras palabras, la moral se revela en la autoconciencia del propio ser, cuando tomamos conciencia de nosotros mismos, de quiénes somos y de quiénes podemos llegar a ser. 

Estamos condenados a ser libres y somos lo que nosotros mismos nos hacemos. Por tanto, estamos comprometidos con el proyecto de la propia vida, el cual construimos eligiendo y, al hacerlo, elegimos por y para toda la humanidad. 

El hecho moral es universal

La estructura del hecho moral ha estado siempre presente en todos los pueblos y en todos los tiempos. Desde que las personas conformamos una colectividad, ha existido la necesidad de regular nuestra conducta para asegurar la vida en sociedad. 

En consecuencia, debemos entender la moral como un hecho universal. Existen sistemas morales diferentes más no sociedades amorales. De la misma manera, la universalidad del hecho moral también es aplicable a los individuos. Porque a excepción de los enfermos mentales, todas las personas cuerdas poseemos conciencia moral, incluso cuando nuestra conducta esté en contra de los principios morales comúnmente aceptados, porque existen sistemas morales diferentes más no personas amorales. 

Todos somos morales, todos tenemos un sentimiento natural de lo que está bien y de lo que no: una brújula moral. Esto es, cualquier cosa que nos sirve para guiar nuestras decisiones basadas en la moral. 

Conclusión

La moral dista de ser un artículo de lujo, la moral es el «mínimum indispensable» para que las sociedades puedan existir. De ahí, que debamos entender la moral como fundamental para la vida en sociedad, sin ella no hay cohesión social, no nos podríamos conectar con otras personas, no habría respeto y nos sería imposible entendernos unos a otros. 


Arte | Psique abriendo la caja de oro por John William Waterhouse, 1903. Se encuentra en una colección privada. La pintura nos muestra  la escena de la cuarta tarea que Venus le encargó a Psique para demostrar que era digna de su hijo Cupido. La cuarta y última prueba que Venus impone a Psique es una búsqueda del inframundo mismo. Ella debe tomar una caja (pyxis) y obtener en ella una muestra de la belleza de Proserpina, reina del inframundo. Proserpina se apiada de Psique y la ayuda. Sin embargo, la vanidad se apodera de Psique y no puede resistirse a abrir la caja con la esperanza de realzar su propia belleza. 

La tarea consistía en no abrir la caja dorada. Pero, Psique abrió la caja y sufrió las consecuencias. Diversos mitos contienen el mensaje moral de que hay que mantenerse dentro de los propios límites naturales, pues quien intenta transgredirlos sufre el castigo de los dioses por ello. Al abrir la caja Psique no encuentra nada más que un «sueño infernal y estigio» que la envía a un letargo profundo e inmóvil.