Cassirer: somos animales simbólicos

Nos definimos a sí mismos como seres racionales, de hecho nos agrada pensar que siempre somos racionales y no nos agrada pensar lo contrario. Sin embargo, Ernst Cassirer señala que no siempre somos racionales, más bien somos animales simbólicos. 

Debido a que comprendemos el mundo de diferentes maneras, explica Cassirer, que la manera como configuramos el mundo no es siempre de índole racional. Si bien en el lenguaje y en la ciencia se produce una objetivación conceptual, no sucede lo mismo en el mito donde se lleva a cabo una objetivación imaginativa, o en el arte una objetivación intuitiva o contemplativa. 

La razón es un término verdaderamente inadecuado para abarcar las formas de la vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad, pero todas estas formas son formas simbólicas. Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico. De este modo podemos designar su diferencia específica y podemos comprender el nuevo camino abierto al hombre: el camino de la civilización.

― Cassirer, Antropología filosófica 

Nuestro mundo es cultural

No vivimos solamente en un universo físico, hemos abierto una nueva dimensión en la realidad: el mundo de la cultura. En consecuencia, nuestro mundo no es sustancia como nos gusta creer. El mundo es forma simbólica: es cultural y accedemos a él a través de los símbolos que creamos. 

De esta manera, la cultura es el universo simbólico que hemos creado para llevar a cabo nuestra existencia, y la simbolización es lo que nos permite ordenar nuestro ambiente como un mundo. 

El hombre, como si dijéramos, ha descubierto un nuevo método para adaptarse a su ambiente. Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema «simbólico». Esta nueva adquisición transforma la totalidad de la vida humana. Comparado con los demás animales el hombre no sólo vive en una realidad más amplia sino, por decirlo así, en una nueva dimensión de la realidad. 
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El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. 

― Cassirer, Antropología filosófica

Según Cassirer somos animales simbólicos viviendo en un universo simbólico

El orden simbólico es el orden mismo del lenguaje. Esto significa que no tratamos con las cosas mismas, más bien conversamos con nosotros mismos. Sin embargo, la conversación no es directamente verbal, ya que para nosotros el símbolo es más que un signo, éste puede ser tanto una señal, un sonido o un objeto como un acontecimiento. 

Una de las mayores prerrogativas del simbolismo humano es la aplicabilidad universal, debida al hecho de que cada cosa posee un nombre. Pero no es la única. Existe otra característica de los símbolos que acompaña y completa a ésta y forma su necesario correlato. Un símbolo no sólo es universal sino extremadamente variable. Puedo expresar el mismo sentido en idiomas diversos y, aun dentro de los límites de un solo idioma, una misma idea o pensamiento puede ser expresada en términos diferentes. Un signo o señal está relacionado con la cosa a que se refiere de un modo único y fijo. Todo signo concreto e individual se refiere a una cierta cosa individual. 
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El conocimiento humano es, por su verdadera naturaleza, simbólico. Este rasgo caracteriza, a la vez, su fuerza y su limitación. Para el pensamiento simbólico es indispensable llevar a cabo una distinción aguda entre cosas actuales y posibles, entre cosas reales e ideales. Un símbolo no posee existencia real como parte del mundo físico; posee un sentido.

― Cassirer, Antropología filosófica 

Según Cassirer somos animales simbólicos viviendo en un universo simbólico, es decir, un ámbito cultural que asume el mundo físico. Así, por medio de nuestra actividad simbólica le damos nuevos sentidos a las cosas. Convertimos las cosas en algo diferente sin alterarlas físicamente, por ejemplo, podemos transformar una piedra en frontera, arte o arma según el sentido que le demos. 

Como animales simbólicos no nos enfrentamos al mundo de un modo inmediato. La realidad pasa por el filtro de los símbolos que creamos y el sentido que les damos. Esto significa que no podemos ver la realidad directamente, sino a través de nuestras creaciones.