Ateísmo

Si no creemos en la existencia de Dios y confiamos en que todo se puede explicar sin necesidad de Dios, entonces somos ateos. El ateísmo es la negación de la concepción de Dios como un ser único bajo el fundamento de que todo puede ser explicado sin necesidad de Dios. En general, los ateos asumen que las conclusiones más razonables son las que tienen las mejores pruebas y evidencias. Para ellos la evidencia a favor de la existencia de Dios es demasiado débil, mientras que las pruebas a favor de concluir que Dios no existe son más convincentes. 

Si bien es posible ver la mano de Dios en los fenómenos naturales, y en las explicaciones científicas sobre el origen de la vida como la teoría del big bang o la teoría evolucionista de Darwin como lo ven los teístas y deístas, también es posible sostener con argumentos sólidos que Dios es una hipótesis innecesaria y no verificable como lo hacen los ateos. 

Al no encontrar pruebas de entidades sobrenaturales, los ateos rechazan cualquier especulación metafísica como rechazarían cualquier hipótesis sin fundamento. 

La duda como pecado. El cristianismo ha hecho todo lo posible por crear un círculo infranqueable en torno a él: declara que la duda, por sí sola, constituye ya un pecado. El individuo debe arrojarse sin pensarlo en la fe, olvidándose de la razón, en virtud de un milagro, y nadar desde entonces en ese elemento más claro y menos equivoco que ningún otro; lanzar una simple mirada a la tierra firme, pensar que quizá la existencia sea algo más que nadar, el menor movimiento de nuestra anfibia naturaleza, son suficientes para hacernos caer en el pecado. Es de advertir que, según esta forma de pensar, tratar de probar la fe y reflexionar sobre los orígenes de ésta son actos pecaminosos. Lo que se exige es estar ciego y ebrio, elevar un cántico eterno por encima de las olas en las que se ha ahogado la razón. 

― Friedrich Nietzsche, Aurora: Reflexiones sobre los prejuicios de la moralidad 

Para el ateísmo todo se puede explicar sin necesidad de Dios

Para los ateos la idea de Dios tiene su origen en la ignorancia y el miedo, y ésta cambia a medida que la mente humana comprende los fenómenos naturales. 

El ateísmo está orientado hacia las fuerzas físicas demostrables o lo natural. La ciencia elabora modelos sobre ella que cambian según van evolucionando los datos y las teorías, a partir del conocimiento científico de la realidad física. Por ejemplo, según la teoría actual del físico Stephen Hawking existe una quinta dimensión, que habría dado inicio al gran estallido o Big Bang de hace 15.000 millones de años, originando el universo actual sin ninguna intervención exterior. 

Si bien no es necesaria la existencia de Dios para explicar el origen, la estructura y el devenir de nuestro universo, es importante recordar que se trata de un modelo explicativo vigente, no se trata de la realidad misma. 

Ahora bien, el ateísmo viene a ser como una opción de vida centrada en lo natural sin ningún más allá, cielo o infierno como lo explicó Stephen Hawking: «Creo que la explicación más simple es que no hay Dios. Nadie creó el universo y nadie dirige nuestro destino. Esto me lleva a una profunda comprensión de que probablemente no exista el cielo ni el más allá. Tenemos esta vida para apreciar el gran diseño del universo y por eso, estoy extremadamente agradecido».

Los valores de una vida sin Dios 

Así como tenemos derecho a creer también tenemos derecho a no creer. De igual manera como no es necesario que exista Dios para explicar el universo, tampoco es necesario que exista Dios para que nosotros mismos nos demos a sí mismos leyes morales para hacer posible la vida en sociedad. 

Los ateos asumen que las conclusiones más razonables son las que tienen las mejores pruebas y evidencias, por tanto, la moralidad de una acción se juzga en función de sus consecuencias. Asimismo, debemos creer en las afirmaciones cuando están basadas en evidencias, y ser escépticos sobre las afirmaciones que no están respaldadas por evidencias.