En sus escritos Aristóteles anota que somos animales racionales (en latín: animal racionale o animal rationabile). La humanidad o naturaleza humana se distingue por un principio racional. En Ética a Nicómaco el Filósofo señala que, además de la vida nutritiva compartida con las plantas y la vida instintiva compartida con otros animales, también tenemos un principio racional (griego: λόγον ἔχον), es decir, la capacidad de realizar proyectos racionalmente formulados.
Esta capacidad para razonar, Aristóteles la concibe como una característica humana universal. Platón también coincidía en esto, para ambos nuestro núcleo es la razón, sin embargo, difieren en su origen y su final. Para Platón somos un alma racional que utiliza un cuerpo, para Aristóteles las Formas sí existen y pueden existir sólo en la materia. Por ende, el hombre es una unión de cuerpo y alma. Esto es, alma racional y alma irracional.
De esta manera, debemos entender el alma como sustancia en el sentido de la forma que tiene la vida en potencia:
De ello se deduce que cada cuerpo natural que posee vida es una sustancia en el sentido de sustancia compuesta. Pero puesto que se trata de un cuerpo de cierta cualidad, esto es, que tiene vida, no puede ser idéntico al alma, pues el cuerpo animado es el sujeto o materia, no lo que le es atribuido. Por consiguiente, el alma debe ser sustancia en el sentido de la forma de un cuerpo natural que tiene dentro de él la vida en potencia.
― Aristóteles, De anima
El alma es mortal
Ahora bien, a diferencia de Platón, para Aristóteles no existe el alma por un lado y el cuerpo por otro, ambas entidades existen en la sustancia llamada hombre. Así, dado que el alma sólo puede existir en el cuerpo, el alma también fallece cuando éste muere. Sólo la teoría de Platón de un mundo independiente de las Formas permite la existencia del alma en otro mundo, un más allá metafísico, antes de nacer y después de la muerte.
En consecuencia, con razón algunos pensadores han estimado que el alma no puede ser ni sin cuerpo ni un cuerpo, pues ella no es un cuerpo sino algo relativo al cuerpo. Y por esta razón ella está en un cuerpo, y en un cuerpo de naturaleza determinada, y de ninguna manera de la forma en que nuestros predecesores la adaptaban al cuerpo sin agregar alguna definida especificación sobre la naturaleza y la cualidad de este cuerpo.
― Aristóteles, De anima
Según Aristóteles somos animales racionales y es la razón lo que nos hace especiales y buenos
Como animales racionales, para Aristóteles, la razón es la característica que nos define y nos distingue de los otros animales. Por esencia somos cierta actividad, pero no cualquier actividad, sino aquella que tiene como fin nuestro ser mismo, es decir, la razón, el intelecto. No obstante, la razón consiste en la comprensión de las cosas a través del pensamiento y no de los sentidos. Así, podemos dar cuenta de las cosas porque pensamos sobre ellas, las comprendemos y porque poseemos la palabra para expresarlo.
Se admite que hay tres cosas por las que los hombres se hacen buenos y virtuosos, y esas tres cosas son la naturaleza, el hábito y la razón. […] Los otros animales viven primordialmente por acción de la naturaleza, si bien algunos en un grado muy pequeño, son también llevados por los hábitos; el hombre, en cambio, vive también por acción de la razón, ya que es el único entre los animales que posee razón; de manera que en él estas tres cosas deben guardar armonía recíproca entre sí; los hombres, en efecto, obran con frecuencia de manera contraria a los hábitos que han adquirido y a su naturaleza a causa de su razón, si están convencidos de que algún otro camino de acción les es preferible.
― Aristóteles, Política
Tanto para Platón como para Aristóteles el alma racional constituye la más alta facultad de la naturaleza humana: nuestra esencia. Los dos coinciden en que, entre todos los animales, sólo los seres humanos somos capaces de vivir de acuerdo con la razón.
Para Aristóteles somos animales racionales, pero también somos animales sociales y políticos
Ahora bien, Aristóteles se percata que nuestra racionalidad está relacionada con nuestra naturaleza comunitaria. Para él no somos simples animales racionales, también somos un «animal social» o «animal político» (zoon politikon). De esta manera, devenimos en seres vivientes racionales hechos para vivir en comunidad, pero somos diferentes a los otros animales porque reflexionamos y por medio de la razón ordenamos el entramado social.
Es evidente que la ciudad-estado es una cosa natural y que el hombre es por naturaleza un animal político o social; y un hombre que por naturaleza y no meramente por el azar, apolítico o insociable, o bien es inferior en la escala de la humanidad, o bien está por encima de ella.
― Aristóteles, Política
Para ser plenamente humanos debemos manifestar lo que somos: animales racionales. Sin embargo, también somos animales sociables, comunitarios, que nos asociamos con otros formando de manera natural la ciudad.
La razón es una opción de la voluntad
Somos animales políticos, sociales y racionales, capaces de pensar y ordenar nuestras vidas racionalmente. No obstante, la razón exige de nosotros que seamos conscientes. Porque, si bien somos seres racionales dueños de una mente pensante, también tenemos pasiones inconscientes capaces de tomar el control de nuestros actos.
Aristóteles distingue el sentimiento de felicidad (placer) del estado de haber realizado tu potencial y vivir bien (florecimiento humano o «eudaimonia»). Precisamente, el objetivo de la vida es perseguir el florecimiento por sí mismo. Para Aristóteles siempre seremos seres con pasiones irracionales, pero también somos el alma que las regula por decisión libre y racional.
[…] y la razón por la cual el hombre es un animal político en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo evidente. La naturaleza, efecto, según decimos, no hace nada sin un fin determinado, y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede indicar pena y placer y, por tanto, la poseen también los demás animales […], pero el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, al ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades morales, y es la comunidad y participación en estas cosas lo que hace una familia y una ciudad-estado.
― Aristóteles, Política
Debemos entender la racionalidad como una opción de nuestra voluntad. Conocer el bien no es suficiente, también debemos elegir el bien y hacer el bien por razones justas y no por razones egoístas. Precisamente, porque somos animales racionales, Aristóteles propone vivir la vida de manera ideal, es decir, la actividad del alma según la razón, logrando un equilibrio entre la virtud moral y la rectitud.
Dos mil años después el ideal sigue siendo el mismo: elegir voluntariamente el bien como personas buenas, haciendo de la vida una existencia virtuosa, bella y feliz.